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Ley
de Sociedades Anónimas Deportivas
¿Solución definitiva?
Luego
de casi tres años de trámite legislativo se
aprobó la ley de Sociedades Anónimas Deportivas
(SAD), que promete reformar la actividad de manera drástica.
Conozca cómo surgió esta iniciativa, las tramas
que ha debido sortear y lo que representa para los clubes
de fútbol su puesta en marcha, todavía resistida
por una parte de la sociedad futbolística.
Por
Daniel Fernández A.
Tanto
para los aficionados de fútbol como para los que no
se interesan en este deporte, existe algo evidente: la organización
de la actividad requiere de una modernización urgente
y de un molde jurídico que obligue una mayor eficacia
y transparencia a quienes administran los clubes. El fútbol
genera la percepción de instituciones mal administradas,
quiebras, jugadores impagos, violencia en los estadios y un
sinnúmero de otros hechos y circunstancias negativas
de la actividad. En definitiva, una organización que
aunque se jacta de ser profesional es, en esencia, amateur.
Para
mejorar la situación, en el año 2002 el gobierno,
junto a un grupo de parlamentarios y bajo el alero del Consejo
Nacional del Deporte, presentó un proyecto de ley revolucionario,
que transformaría la antigua administración
de los clubes sin fines de lucro en sociedades anónimas
deportivas.
Impulsada
originalmente por Sebastián Piñera, en compañía
del ex senador democratacristiano Ignacio Pérez y de
los senadores Carlos Ominami (PS) y Jorge Pizarro (DC), la
Ley de Sociedades Anónimas para el Fútbol Profesional
tiene por objetivo crear empresas deportivas, establecer mecanismos
de fiscalización de las mismas y fijar el procedimiento
de transformación de los actuales clubes de fútbol
en corporaciones con fines de lucro. El marco regulador estaría
contemplado en la misma ley.
En
julio del 2002, el Gobierno envió al parlamento el
proyecto de ley de Sociedades Anónimas Deportivas (SAD)
y una iniciativa legal que regulara la situación laboral
de carácter especial de los deportistas profesionales
y trabajadores que desempeñasen actividades anexas,
en un intento por modificar la organización de los
clubes. Este escenario les permitiría a los clubes
la capitalización a través de acciones entre
hinchas e inversionistas con límites para el control
de las sociedades y normativas de acuerdo a la ley que tiene
este tipo de entidades. Como cualquier empresa, los clubes
serían fiscalizados por la Superintendencia de Valores;
o sea, si un club quiebra y se consigue certificar que existieron
operaciones fraudulentas en la administración, podrían
existir sanciones, tanto penales como tributarias.
Lo que se aprobó
La
ley SAD aprobada en el Congreso comenzará a regular
a los clubes a partir del próximo año. A
juicio de sus creadores, el nuevo cuerpo legal ayudará
al manejo eficaz, transparente y ordenado de los clubes profesionales,
sin perjuicio de que las instituciones que lo deseen mantengan
la estructura actual de corporaciones sin fines de lucro (la
ley no contempla obligatoriedad en el tema de la conversión
de los clubes), siempre y cuando cumplan con las condiciones
de tener cifras azules, el pago al día de las remuneraciones
y que sus dirigentes deban, de algún modo, garantizar
el cumplimiento de compromisos que estas sociedades asumen.
Uno
de los aspectos más trascendentes de la ley es el referente
a las enormes deudas tributarias que aquejan a las instituciones.
Los clubes que se transformen en sociedades anónimas
podrán repactarlas –cancelando un diez por ciento
de sus ganancias anuales hasta que se elimine la morosidad–
en plazos y montos determinados por los tribunales.
También
se certificó, de modo formal, el tema de la responsabilidad
de los dirigentes. Al tratarse de corporaciones con fines
de lucro, los dirigentes de los clubes convertidos en sociedades
anónimas asumirán la responsabilidad por su
funcionamiento. Quien sea descubierto en prácticas
poco transparentes arriesga tener que responder con su patrimonio
personal o con penas aflictivas.
Tal
como sucede con todas aquellas empresas que transan sus acciones
en la bolsa, la Superintendencia de Valores hará la
función fiscalizadora de todos los clubes profesionales,
sean sociedades anónimas, corporaciones o fundaciones.
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¿Solución?
A
simple vista la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas
parece una alternativa válida para el saneamiento de
la actividad. Aparte de permitirles a los clubes tener gestiones
más eficientes y transparentes, los hace acceder a
incentivos tributarios, le permite a cada uno integrarse mejor
en la comunidad, fomentando que los mismos hinchas sean los
propietarios del club y, por lo tanto, participen de las decisiones
y beneficios.
A
pesar de que se avizora como una revolución entre los
clubes chilenos, la medida ha sido concretada cabalmente sólo
por cuatro instituciones en el fútbol profesional:
Copiapó (ex Regional Atacama), Magallanes, Santiago
Morning y Palestino (el único de los tres que está
en primera división). Colo-Colo aún no entra
en este catastro, pues su reciente vínculo con “Blanco
y Negro S.A.” está por ahora más relacionado
con una iniciativa gerencial independiente que ordene y sanee
su deteriorada realidad, que con las sociedades anónimas
propiamente tales.
Una de las principales críticas a las sociedades anónimas
es que su implementación no acarrea necesariamente
éxito deportivo. Con excepción de Santiago Morning
–que en su primera temporada como S.A. ha apostado fuertemente
para ascender a la serie de honor, contratando buenos jugadores
y a Ivo Basay como entrenador– los otros clubes nombrados
no han tenido mejoras sustanciales en sus rendimientos. A
los árabes, que están estrenando su nueva administración
este año, se les puede dar algo de margen, pero Magallanes
y Copiapó llevan varias temporadas como corporaciones
lucrativas y aún pelean año a año por
mantener la categoría profesional.
Blanco y Negro S.A.
Un caso especial es el acontecido en Colo Colo, que
en enero del año 2002 cayó en la bancarrota
por una administración deficiente y por la compra de
jugadores que no retribuyeron en la cancha el valor que se
pagó por ellos. De esta forma, el club popular debió
vender el Teatro Monumental y pactar con los acreedores, pero
esta situación no se sostendría por mucho tiempo.
De esta manera, y a través de una iniciativa privada,
el Cacique será ahora administrado por una sociedad
anónima: Blanco y Negro S.A. Esta nueva institución
es propiedad de la corredora de bolsa Larraín Vial
y del estudio de abogados Guerrero, Olivos, Novoa & Errázuriz,
y deberá asumir y hacerse cargo de la deuda de 25 millones
de dólares que mantiene el equipo albo con los acreedores.
Para solventar la deuda, la directiva del club pretende poner
a la venta 100 millones de acciones, y con esto pagar el total
del dinero adeudado. La colocación de la acciones se
realizaría el 31 de mayo, y contempla una distinción.
Existirán acciones clase A para el Club Deportivo y
Social Colo Colo y las restantes para los interesados en el
equipo de fútbol en particular. Además, ningún
inversionista podrá manejar más del 26 por ciento
de la propiedad del club.
Sitios relacionados:
Biblioteca
del Congreso Nacional
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