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Nibaldo
Mosciatti.
(Fuente:
www.elmostrador.cl) |
Los
periodistas deben dar a conocer lo que quieren ocultar los
poderes
“El Periodismo es el Antipoder”
Nibaldo Fabricio Mosciatti se ha consolidado como uno de los
más prominentes periodista de su generación
dejando su impronta en medio tales como radio Chilena, revista
Apsi y los programas El Mirador de TVN y Plaza Italia del
desaparecido canal Rock and Pop. Actualmente es jefe de Prensa
de radio Bio-Bio.
En la siguiente entrevista, N.F.M. opina sobre el ejercicio
del periodismo y la formación de los futuros periodistas
junto con contarnos algunos de los avatares que ha vivido
en el desarrollo de este oficio.
Por
Marcos Paredes
El Oficio Periodístico
Con Tinta Negra: Estudiaste cuatro
años Periodismo, ¿Crees que es necesaria esa
cantidad de tiempo para formarse como Periodista?
Tengo la sensación y cada vez me convenzo más
de que las Escuelas de Periodismo están de más.
Creo que para un periodista es importante pasar por al Universidad,
inclusive a mí me gusta mucho la fórmula de
que sea gente que haya estudiado un mínimo de tres
años alguna carrera y en dos años, por decir
una cifra, adquiera las técnicas del periodismo, los
conceptos éticos, pero lo otro puede estar en otra
parte. Siento que de las actuales (Escuelas de periodismo)
se salvan algunas y el resto son una estafa. Pasan cinco años
pagando sus aranceles y lo que les entregan no vale ni la
décima parte de lo que pagan, salvo cuatro o cinco
escuela.
CTN:
¿Cuáles serían aquellas Escuelas?
Mira yo creo que la Católica, la Chile y unas dos o
tres privadas están dando el nivel. Cuando yo entré
a estudiar periodismo, lo hice porque sentía que si
no entraba a estudiar la carrera no iba a ser periodista,
pero eran otros tiempos. Siento que ahora podría haber
perfectamente estudiado dos años de derecho, dos años
de economía, algo de letras, historia y si idealmente
se hubiese impartido algo concentrado de dos años de
periodismo, pero seriamente, podría haber funcionado
también.
CTN:
Viendo a las nuevas generaciones de periodistas ¿Ves
alguna diferencia entre tu generación y tus colegas
más jóvenes?
Ahora hay más, mucha más gente (risas). Yo salí
en un contexto de compromiso muy fuerte, y siento que ahora
las generaciones nuevas poseen un compromiso distinto, claro
que con el mismo valor en muchos de ellos también.
Pero al mismo tiempo, encuentro tal vez en la mayoría
una blandura con respecto al oficio muy grande. Para mí
el periodismo es un oficio, no es una cosa que tu intercambias
como una chaqueta. Entonces, a mí me parece sorprendente
que para muchos periodistas jóvenes hacer periodismo
signifique hacer lo mismo que relaciones públicas y
tenga el mismo valor.
CTN:
Si entiendo bien, ¿Para ti el Periodismo y las Relaciones
Públicas son totalmente opuestos?
Absolutamente, las relaciones públicas no son periodismo
y los periodistas que se dedican a aquello dejaron de hacer
periodismo. No es que los mire en menos, sino que simplemente
cambiaron de oficio. Yo casi exigiría cuando los periodistas
dejan de trabajar en un medio y se van a hacer relaciones
públicas publiquen una inserción pagada que
diga: “he abandonado el periodismo”, puede que
sea temporal o definitivamente, pero que diga claramente que
ahora me voy a dedicar a otra cosa que se llama Relaciones
Públicas y que es la antítesis de Periodismo.
Los relacionadores públicos y los periodistas están
en polos opuestos. Los primeros te quieren vender una pomada
y los periodistas quieren ver que hay de verdad y que hay
de mentira. Soy drástico en eso, y siento que esa drasticidad
actualmente no existe.
CTN: ¿Hay alguna cosa
que deben tener en cuenta los periodistas cuando realizan
su labor?
A ver, creo que uno no debe olvidar nunca que el periodismo
funciona para la gente. Una de las grandes desviaciones de
éste, es que muchos periodistas creen que el oficio
es para ellos y uno trabaja para otros: llámalo público,
gente o como quieras. Hay que tratar de ser íntegro,
ya que el periodismo es una profesión que es muy codiciada
por los poderes, es una tentación muy grande tener
periodistas comprometidos con ellos y el ejercicio periodístico
siempre lo he definido como un ejercicio de antipoder. Es
entregar las noticias que algunos poderes no quieren que se
sepan, entonces en esa perspectiva tener algún grado
de integridad –sin ser un santo tampoco- ayuda a clarificar
que uno trabaja para el ciudadano común y esa situación
a uno tiene que hacerlo meditar.
Los
Primeros Pasos
CTN: ¿En qué año entraste a estudiar
Periodismo a la Universidad Católica?
En el año 1980. Fue el año del plebiscito de
la Constitución. Hubo una especie de debate político
incipiente que duró exactamente hasta el plebiscito.
Después lo continuamos y por ahí empezaron algunas
cosas.
CTN: Te
pregunto la fecha porque sé que fuiste dirigente de
allí y visto desde ahora, parece algo complicado.
En esa época no existían elecciones de centro
de alumnos en forma directa. La directiva de la cual formaba
parte salió elegida luego de un trabajo básicamente
de convencimiento a los delegados que formaban parte en la
elección y en marzo del año siguiente ya estábamos
instalados. Pasamos a ser el quinto centro de alumnos de toda
la Católica que pasó a manos de la oposición.
CTN:
Empezaste a trabajar en la radio Chilena ¿Qué
te tocaba hacer allí?
Con un grupo de amigos teníamos claro que no queríamos
trabajar en ningún medio afín a la dictadura,
lo que limitaba bastante la perspectiva laboral, pero tuve
la suerte que me llamaron para trabajar en la Radio Chilena.
Allí iba a realizar un trabajo como redactor de mesa
pero a los tres días comenzaron unas inundaciones y
no había móvil, así que yo me ofrecí
para hacerlo.
CTN:
¿Te tocó cubrir un tema en especial?
Comencé a cubrir educación, pero de una manera
bastante sui generis porque jamás fui a conferencias
de prensa oficiales. La única vez que fui a una, el
ministro de Educación, Horcio Aránguiz, literalmente
me echó de ella por una pregunta que le hice.
Entonces, como a través del canal oficial era difícil
conseguir información yo comencé a reportear
a través del frente estudiantil, lo que me resultaba
indudablemente más fácil por mi paso como dirigente
universitario, ya que conservaba muy buenos contactos. Así
que todas las protestas las viví en la calle, no sólo
las estudiantiles, iba a las poblaciones y reporteaba desde
allí.
CTN: La revista Apsi donde trabajaste
comenzó como un medio de comunicación opositor
más a la dictadura, pero fue derivando hacia una especie
de semanario de actualidad, siempre de oposición y
con una gran carga irónica al régimen ¿Cómo
se dio ese proceso?
En 1985 llegó un grupo de gente nueva a la revista.
Entre ellos, figura clave es Andrés Braithwaite que
fue el editor general y otros periodistas que ingresaron como
Francisco Mouat o Milena Vodanovic. Éramos una revista
de oposición pero que nunca se planteó reducir
lo que pasaba a la cosa política. Era un equipo joven
que poseía una ventaja: no teníamos el trauma
de la UP. Para nosotros era un antecedente, pero no había
significado por lo menos personalmente ninguna pérdida,
entonces eso nos proporcionaba una distancia analítica
con respecto a la UP. Además, ese equipo era gente
joven no militante, entonces teníamos una de libertad
que usábamos mucho y por lo mismo, nos reíamos
mucho también. Había una pauta entretenida y
lo pasábamos bien trabajando allí. En eso Braithwaite
era fundamental; no sólo había que reportear
y tener datos, sino que escribir bien, entretenido y ojalá
tener humor. Eso le dio un sello a la revista muy particular
para esos tiempos.
CTN:
¿En qué minuto se produce tu alejamiento de
la revista Apsi?
El advenimiento de la democracia hizo patente una dicotomía
muy grande entre la dirección y el equipo periodístico
de la Apsi. Nosotros queríamos hacer una revista muy
de la transición, muy “despercudida” y
ellos -los directores- estaban marcados por una cuestión
ideológica y por su historia personal, ya que eran
mayores que nosotros. Querían volver a controlar la
libertad que teníamos como equipo periodístico,
en la que Braithwaite era el eje. El 90’ lo único
que quería era irme de Apsi y en ese preciso momento
es cuando me llamaron a incorporarme a un equipo para un programa
de televisión que todavía no salía al
aire, donde estuve cinco años.
CTN: Es
allí cuando te involucras en el proyecto “El
Mirador” de Televisión Nacional ¿Cómo
fue trabajar allí?
Muy bueno al comienzo, yo diría que los tres primeros
años fueron fantásticos. Pero todo eso cambió
con la llegada de René Cortázar a TVN. Llegó
cuando la temporada de ese año ya estaba hecha, que
al parecer vio con algo de horror y a partir del año
siguiente los temas empezaron a pasar por el filtro de los
gerentes, por lo que comencé a sentirme cada vez más
incómodo allí. |