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Conflicto uruguayo-argentino por las papeleras:
Si el río suena, celulosas trae
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El polémico ría Uruguay

Conflicto uruguayo-argentino por las papeleras:

Si el río suena, celulosas trae

Las aparentemente tranquilas aguas del Río Uruguay están más turbulentas que nunca. Luego de muchos intentos frustrados de ambos gobiernos sudamericanos por resolver el impasse, la intervención de tribunales internacionales parece ser la única alternativa que va quedando.

Chile y Bolivia no son los únicos pueblos “hermanos” que tienen una importante diferencia por estos días. Uruguay y Argentina llevan casi cuatro años debatiendo sobre la construcción de dos plantas de celulosa en la localidad uruguaya de Fray Bentos, sin llegar a ningún consenso.

Por Macarena Scheuch
5º año, Periodismo económico.
Revista The Moroso


Inicialmente, la discusión fue más que nada por intereses electorales. Jorge Busti, gobernador de la provincia de Entre Ríos, en el lado argentino, denunció que la construcción y funcionamiento de las papeleras implicaría una inevitable contaminación de las aguas del río compartido por ambas naciones y que se traduciría, además, en lluvia ácida sobre la región, entre otras calamidades. Movilizó a la población local, sobre todo de la ciudad más cercana a la rivera, Gualeguaychú, y desde allí creció como una bola de nieve para convertirse en un tema de importancia nacional.

Como señala el analista internacional español Carlos Malamud en el portal web NuevaMayoría.com, para Argentina este se convirtió desde un principio en un problema de ambos países y por ello afirman que se debe encontrar una alternativa que deje a los dos pueblos sudamericanos satisfechos.

Para Uruguay, en cambio, el asunto siempre fue estrictamente nacional. La construcción de la planta de la Empresa Nacional de Celulosa España (ENCE) y la de la finlandesa Oy Metsä-Botnia Ab, implica una inversión sin precedentes en ese país: casi un 10% del PIB, es decir, cerca de 1,8 millones de dólares. Su edificación se enmarca dentro de un impulso a la industria forestal uruguaya que data de 1990. Por eso tiene una importancia tan grande para el Estado.

Respecto a la polución, ambas empresas europeas han resaltado que cumplen con las normas más avanzadas para evitar la contaminación ambiental y han hecho llegar a la Casa Rosada en Buenos Aires, estudios que avalarían esta información, pero fueron rechazadas allí por “imparciales”. La Cancillería y el propio Presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, informaron que en reiteradas ocasiones han enviado informes para desmentir la supuesta contaminación ante las autoridades argentinas y nunca han recibido respuesta.

Esto ha levantado las suspicacias de muchos. Felipe Muñoz, profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, asegura que “cuando hay una inversión tan grande, cabe preguntarse si el argumento verdadero es el ambiental o que la celulosa no se puso al otro lado del río. La segunda lectura, entonces, sería que la oposición argentina se debe a la intención de atraer la inversión hacia su país”.

Las intransigencias de Vázquez y de su par argentino, Néstor Kirchner, contribuyeron a encender el fuego y el combustible fue el nacionalismo que desde siempre ha existido en ambos países fronterizos. Hubo un último detonante que fue como agregarle un balón de gas licuado a este incendio ya declarado: los cortes de las rutas binacionales.

Kirchner y Vázquez cuando aún no se agudizaban sus diferencias

Calles sin salida

Lo que partió por intereses políticos del gobernador de Entre Ríos, se hizo imparable en la sociedad civil argentina. Sin ir más lejos, para el próximo 30 de abril el grupo medioambientalista Greenpeace pretende manifestarse convocando tanto a uruguayos como argentinos en el puente General San Martín que une ambas naciones. Pero esto no es nuevo. Desde el 23 de diciembre del año pasado, se han sucedido innumerables cortes de rutas a manos de piqueteros vinculados a la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú u otras asociaciones argentinas similares de Colón y de Concepción del Uruguay. La idea era presionar al Gobierno de Montevideo para detener la construcción de las plantas de celulosa, sobre todo porque tratandose de la época veraniega y el turismo charrúa se vería claramente afectado. Sin embargo, lejos de apaciguar los ánimos, los cortes terrestres terminaron por colmar la paciencia de Vázquez. Según la Cancillería Uruguaya, las pérdidas fueron de cerca de 6 millones de dólares por el costo de los camiones parados y el ingreso de turistas argentinos se vio disminuido en un 50%.

Según explica Felipe Muñoz, nuestro país también se vio afectado por la interrupción del corredor bioceánico que nos comunica con ambas naciones en conflicto: “Chile exporta a Uruguay muchos productos químicos para las curtiembres. Esas exportaciones se han visto mermadas porque no pueden pasar los camiones. La otra opción sería viajar vía Paraguay o Bolivia, pero con todas las inseguridades que eso significa” De hecho, la Administración de Despachantes de Aduanas del Uruguay informó que “se tuvieron que reducir los aranceles de mercaderías provenientes de Chile y Bolivia, para asegurar el comercio con la región andina”.

Una de las últimas tomas de ruta se debió a la suspensión de una reunión entre los mandatarios de ambos países. Según informó el diario La Nación de Argentina, “la búsqueda de un acuerdo volvió a trabarse cuando Botnia anunció que sólo aceptaría parar la obra por diez días, en lugar de los 90 solicitados por el gobierno” de Kirchner. Y por si esto no fuera poco, los camioneros uruguayos amenazaron con bloquear el ingreso de productos argentinos a través del cierre de todos los pasos fronterizos, tanto por tierra como por agua, en respuesta al corte de caminos. Es decir, un círculo vicioso que nuca termina. Por ello, no es extraño que se busquen otras alternativas para solucionar un conflicto que no pretende terminar pronto.

S.O.S

El grupo argentino-uruguayo encargado de las negociaciones, llamado Grupo Técnico Bilateral de Alto Nivel, se reunió en más de doce ocasiones en cinco meses y no pudo llegar a un consenso. Las buenas intenciones de diálogo, planteadas por ambos mandatarios durante el cambio de mando en Chile nunca llegaron a buen puerto. Por ello, Uruguay quiso recurrir al Mercosur, para considerar el asunto a nivel de integración subregional. A juicio del Gobierno de Montevideo, este acuerdo comercial se estaba violando explícitamente con el corte de rutas binacionales. No hubo respuesta por parte de Argentina, por lo que Uruguay llevó estos reclamos a la OEA. En una carta de Tabaré Vázquez a su secretario general, José Miguel Insulza, emitida el 22 de febrero de este año, expone que el bloqueo carretero transgrede las normas del Mercosur y el artículo 22 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos: el derecho a la libre circulación. Por ello pedía que abogara ante la República Argentina para solucionar el conflicto pacíficamente. Sin embargo, Insulza contestó que la OEA sólo intervendría si lo solicitaban ambas partes, algo que nunca ocurrió. Según Malamud, el silencio argentino se debe a “la debilidad de sus argumentos y al temor que una mediación o arbitraje termine dando la razón a Uruguay”.

Aún así, Kirchner, impulsado por el gobierno de Entre Ríos, obtuvo el permiso del Congreso argentino para llevar el reclamo al Tribunal Internacional de La Haya. Esta sería la primera vez en la historia de los trasandinos que llevarían un conflicto a esta instancia. Pero, ¿por qué La Haya? Según el español Carlos Malamud, porque su ventaja es que “se trata de un camino prolongado y que cualquier fallo se produciría cuando la situación esté olvidada y los costes políticos de un posible rechazo descontados”.

Para Felipe Muñoz, este último punto nos conduce al respaldo que actualmente tiene el Mercosur: “No puede ser que uno de los países miembros de este acuerdo recurra a él y el otro no. ¿No hay confianza de parte de Argentina en su propio mecanismo de solución de controversias que se quiere ir a La Haya?” Mientras tanto, Brasil calla, y parece ser que la solución finalmente se tomará bastante lejos de la rivera del polémico Río Uruguay.

Las papeleras en cifras

• La planta ENCE representa una inversión de 600 millones de dólares y una producción de 500 mil toleradas anuales de celulosa. Se espera que esté operativa en 2008.

• Botnia implica una inversión de 1,2 millones de dólares una producción de un millón de toneladas anuales de celulosa. Se espera que en a fábrica trabajen 300 empleados.

• Las dos inversiones crearán cerca de 12 mil puestos de trabajo (7 mil 500 directos y 4 mil 500 indirectos)

Fuente: nuevamayoría



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