B A R R I O S
Barrio Universitario:
En calle República se percibe su pasado señorial.

 

El nacimiento de una nueva república

La elegante calle República comenzó a experimentar hace una década los primeros signos de juventud. El barrio de viejas mansiones que alguna vez pertenecieron a Presidentes de Chile y que durante la dictadura fueron ocupadas por la CNI, acoge hoy a miles de universitarios que transitan por sus veredas navegando con Wi-Fi.

Por Marcia Vera e Iván Falcón

“No tomar fotos”. Así reza el letrero ubicado frente al número 517 de la calle República, a un costado de la antigua casona que sirvió como cuartel principal de la Central Nacional de Informaciones (CNI), durante el régimen de Augusto Pinochet. Si bien ahora, esta imponente construcción de tres es sede de la Universidad de Los Lagos, el cartel aún permanece como vestigio de aquel tiempo de horror.

Y es que República era intransitable en los peores momentos de la dictadura. No por nada este sector era conocido como "el triángulo de las Bermudas". Así lo recuerda la Vicepresidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Mireya García, quien contó a The Moroso que, “las vértices de esa calle reunían a varias casas de la antigua arteria santiaguina, todas comunicadas con el cuartel central del 517”.

Muchos prisioneros pasaron por estos centros de detención y tortura transitorios, pero muy pocos logran reconocer su estadía en ellos. Probablemente, porque son muy escasos los sobrevivientes.

Cerca del que fue el cuartel central del 517 funcionaron también otros dos centros de interrogación y detención. El más lúgubre de ellos es la casona de República 580, pues tiene una tétrica semejanza con un castillo abandonado.

Desde que la CNI fue disuelta en marzo de 1990 (pocos días antes de que asumiera el gobierno de Patricio Aylwin), “el triangulo de las Bermudas” fue desalojado y sus instalaciones fueron desocupadas por completo. El posterior descuido en la mantención de las construcciones hizo que las malezas formaran verdaderos bosques en sus patios, completando un triste cuadro que incluso alcanzó el borde mismo de la calzada.

El abandono y mal estado de estas edificaciones motivó a que un colectivo de juntas de vecinos, empresarios, actores y otras personalidades del país emprendiera la tarea de la reconstrucción. En 2002 se concretó la unión con el nombre de Vigías del Patrimonio, entidad que tiene como propósito proteger y recuperar antiguas obras arquitectónicas. La iniciativa, que cuenta con la venia de los ministerios Secretaría General de Gobierno y de Vivienda y Urbanismo, vio sus primeros resultados el 10 de noviembre de 2002, cuando se dio el puntapié inicial al proceso de restauración del 517.

Nuevo rostro

En el 517 de República, ex, cuartel de la CNI, aún quedan vestigios de su oscuro pasado

La reparación del cuartel central de la CNI puede tomarse como ejemplo del nuevo espíritu que pretende instalarse en República. Ya en mayo de 2002 fue declarada “zona típica” para los efectos del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) que prohíbe cualquier intervención no autorizada en forma previa por la Corporación Nacional del Medio Ambiente (Conama) debido a la significación histórica que tiene para la ciudad de Santiago.

Esta impronta tiene su génesis en el pasado señorial de República. La calle nació por loteo como barrio residencial en 1866, bajo el concepto inglés de "ciudad jardín", es decir, palacetes amplios y rodeados de inmensas áreas verdes. Se extiende desde la avenida Blanco Encalada y con sentido de tránsito en dirección norte hasta la Alameda. La cruzan las calles Domeyko, Gay, Toesca, Gorbea, Grajales, Sazie y Salvador Sanfuentes.

Los primeros dueños de propiedades fueron familias aristocráticas que llegaron al sector debido a su cercanía con los ejes políticos, culturales y económicos del Santiago de ese entonces. Esto condujo a que la calle viviera un momento de esplendor a principios del siglo XX, cuando la gran mayoría de las primeras tuberías de gas y electricidad que se instalaron en el país fueron a dar a la exclusiva arteria. Uno de los vecinos más importantes de la calle fue el ex Presidente Arturo Alessandri Palma, quien vivió en el número 701 durante casi 30 años.

Pero, con el paso del tiempo, los vecinos aristocráticos dejaron el barrio, “la mayoría se mudó hacia el sector oriente de Santiago, abandonando sus imponentes palacetes. Hoy no quedan residentes de aquella época”, señaló a ThM el quiosquero, Pedro Riquelme, espectador privilegiado del apogeo señorial de este barrio. Hace treinta años, Riquelme vendía frutas y verduras a las acomodadas familias del sector, hoy comercia confites y cigarros a jóvenes estudiantes que se pasean por la misma calle de adoquines de antaño.

Barrio Universitario

A principios de la década de los ´80 se comenzó un proceso de atomización de la educación en Chile. Pinochet firmó un decreto ley que autorizaba la creación de universidades privadas, instituciones definidas como “corporaciones de derecho privado sin fines de lucro”.

Sin embargo, al poco tiempo estas entidades se transformaron en un muy buen negocio. Por ejemplo, la Universidad Central inició sus actividades con un patrimonio de 4,5 millones de pesos a comienzos de 1983. Gracias a los superávit obtenidos desde el primer año de operación, esta ganancia se incrementó rápidamente. Para el término de 1985, la suma del capital y los excedentes alcanzaron los 143,7 millones. Un caso similar es el de la Universidad Diego Portales. Con una inversión inicial de seis millones de pesos en 1983, llegó a 181,5 millones en 1985.

Esto condujo a que en los ´90 se expandiera una verdadera moda entre los poderes fácticos: controlar un establecimiento educacional. Sólo entre el 1 de enero y el 7 de marzo de 1990 se autorizó el funcionamiento de 18 universidades.

Las nuevas instituciones encontraron un excelente lugar para ubicar sus dependencias en las viejas y gigantescas casonas de República. Aparte de que el costo del terreno estaba literalmente a precio de huevo (luego del terremoto de 1985 se produjo una fuerte depreciación del metro cuadrado en el centro de Santiago), el estilo señorial y aristocrático de las construcciones contribuían a darle ese aire de “tradición” que evidentemente no tenían.

Más de diez mil estudiantes transitan por el paseo diariamente

A la fecha, en sólo ocho cuadras están aglutinadas las universidades De Chile, De Las Américas, De Los Lagos, Diego Portales y Andrés Bello (que con varias facultades se adueña de parte importante de la calle). También están los institutos privados Alpes, Ciisa, Educas, Cepech, Ecacec, Los Leones, Simón Bolivar (el que “está creciendo”), Campus y el Instituto Profesional de Ciencias de la Computación. A esto se suma un liceo público José Miguel Carrera.

Pero, con los años, las casonas del histórico barrio se hicieron pequeñas para los establecimientos universitarios que en ellas funcionan. Hasta hace poco, la situación para los estudiantes distaba de ser académica ya que tenían que permanecer en la calle en sus horas libres a falta de áreas recreativas en sus propios campus.

Sólo a partir de 1995 el rostro de República cambió. El alcalde de Santiago de ese entonces, Jaime Ravinet, inauguró un paseo peatonal en la vereda oriente de la arteria, que se extiende desde la Alameda hasta la intersección con la calle Gorbea y cuenta con una serie de terrazas, pasto y bancas, faroles y una ciclo-vía.

Ahora, más de diez mil personas transitan por el paseo República diariamente, lo que lo consolida como un barrio universitario pleno en el casco antiguo de Santiago. Por lo menos así piensa el arquitecto Pablo Conntrucci, quien cree que “este sector, claramente perdió vigencia residencial”. A juicio de Contrucci, el proyecto del paseo República y el resto de las iniciativas que se han efectuado en áreas céntricas, “tienden al repoblamiento, a recuperar las actividades económicas que estaban perdiendo presencia y a mejorar la calidad de vida de forma sistemática”.

Hoy, República ostenta incluso ser el Hotspot más grande de Sudamérica. ¿Y eso qué significa? Que en la calle República, entre la Alameda y Blanco Encalada, es posible conectarse a Internet sin necesidad de utilizar cables. El sistema, que ya está en uso, consta de una sección gratuita pensada para los estudiantes que acuden al sector.

Demasiado carrete

Fue sólo una cuestión de tiempo para que los mercaderes ambulantes, botillerías y locales de comida rápida encontraran una buena oportunidad en los bolsillos de los estudiantes. Es así como el paseo hierve entre los gritos de los vendedores, los tarotistas y los puestos de comida callejera que impregnan el ambiente con olor a fritanga. Sólo entre Sazié y Grajales hay tres carritos de comida china y uno de completos. Ya a la una de la tarde alguien que intente estudiar en ese sitio no podría ni siquiera retener la primera línea de un libro.

Paralela al oriente, Avenida España. no corrió la misma suerte que República. Sin embargo, algunos visionarios han hecho de esta desventaja una oportunidad. y se instalaron con botillerías, pubs y discotecas para atraer a la juventud que ronda el sector.

La convivencia es difícil, especialmente por la molestia que hay entre algunos vecinos ante la progresiva instalación de estos locales que, a su vez, permiten que los estudiantes beban durante el día y la noche, originándose desórdenes, ruido, peleas y suciedad, sobre todo los fines de semana.

Luis Caroca es uno de los residentes más disgustados. Este conductor de carro bomba tiene su departamento justo sobre la 11º Compañía de Bomberos de Santiago, en el corazón mismo de la Avenida República. Molesto por las actitudes de muchos de los que transitan por ahí, aseguró a ThM que el problema no sólo pasa por el cambio arquitectónico, sino por una transformación cultural. “Me aburren las actitudes de estos jóvenes. Yo veo que los estudiantes universitarios son muy ebrios, no sé... a mí ya me han roto tres veces los vidrios, sin motivo alguno; molestan por la ventana, incluso una vez nos tiraron las botellas de cerveza”, relata con enfado.

Debido a denuncias como éstas, el municipio capitalino decidió tomar medidas y dictó el 23 de agosto último una ordenanza que busca terminar con estos problemas. Hoy, estos negocios sólo pueden funcionar hasta las 11 de la noche. Además, no se podrá instalar ningún nuevo local de este tipo en el sector que comprende las calles Sazié, Gay, Vergara y Echaurren.

La idea es potenciar Alameda y Blanco Encalada para estos fines y continuar así con la idea de mezclar las actividades en el barrio. De hecho, se pretende generar incentivos para que los comerciantes de este rubro se trasladen a las calles mencionadas financiándoles, incluso, los proyectos de cambio. Para que se vayan lejos, muy lejos de los antiguos cuarteles de la ex CNI.

Sitios relacionados
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