M E D I O A M B I E N T E
La Farfana


Vista panorámica de la la polémica planta de tratamiento de aguas servidas, La Farfana en Santiago.
Fuente: www. Informat.cl

Las pestilentes aguas andinas

Parecía ser un moderno proyecto sanitario. Con una inversión cercana a los 350 millones de dólares prometía tratar el 50 por ciento de aguas servidas de Santiago, pero se transformó para los vecinos de Pudahuel y Maipú en un desastre ambiental que ya llevan un año soportando.

Por Paulina Cabanillas y Constanza Donoso

A mediados de octubre del año pasado, el presidente Ricardo Lagos inauguró la mayor planta de tratamiento de aguas servidas de Latinoamérica y una de las cinco más grandes del mundo en su tipo: La Farfana. En aquella ocasión, las autoridades presentes destacaron los importantes beneficios que ésta traería y, dada la magnitud de su construcción, nunca imaginaron que fallaría sólo 45 días más tarde.

Tampoco podrían haberlo hecho. La Farfana es una obra de ingeniería impresionante, un complejo de 60 hectáreas donde se utilizaron 320 kilómetros de cañerías y otros 520 de cables eléctricos. La inversión fue de 350 millones de dólares en un proyecto que prometía limpiar el 50 por ciento de las aguas contaminadas que produce Santiago. Junto a El Trebal, la otra planta en funcionamiento, purificarían el 75 por ciento de los desechos líquidos, hasta alcanzar la totalidad de las aguas en el 2009.

De esta manera, se suponía que La Farfana permitiría que las aguas servidas -compuesta por cien millones de coliformes fecales por cada litro de agua-, luego de un complejo proceso, volvieran limpias a los causes del Mapocho y que los residuos extraídos se convirtieran en abono.

Todo este proceso de depuración, que tiene una duración de doce horas, implicaba recuperar unas 130 mil hectáreas de regadío en una de las zonas más fértiles del país. Ello, a su vez, permitiría que enfermedades como la hepatitis, tifus y diarrea disminuyeran considerablemente, además, de la recuperación de las áreas verdes que circundan los cauces capitalinos, como el del Zanjón de la Aguada y el río Maipo.

En manos extranjeras

Durante décadas, las aguas servidas eran utilizadas, sin tratar, para regar tierras agrícolas, lo que generaba graves infecciones en los consumidores de frutas y verduras. Así, el saneamiento de los cauces se convirtió en una aspiración primordial para las autoridades. Pero sólo en “aspiración”, porque el funcionamiento de un plan de descontaminación hídrica, implicaba cuantiosas inversiones que las sanitarias no estaban en condiciones de realizar.

No obstante, la serie de privatizaciones llevadas a cabo por la dictadura militar hizo variar la situación. Las sanitarias dejaron de depender del Ministerio de Obras Públicas y pasaron a ser sociedades anónimas. Con la llegada de la democracia las privatizaciones continuaron, hasta que, finalmente, durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, la empresa de agua potable y alcantarillado de Santiago, EMOS, también pasó a manos de privados.

Dos de los requisitos que los interesados debían cumplir para adjudicarse dicha empresa era contar con la tecnología pertinente y realizar las inversiones necesarias para comenzar con el tratamiento de las aguas servidas. Para que las transacciones comerciales fueran rentables, se autorizó un reajuste en las tarifas para los usuarios. Todo ello, de acuerdo con un plan convenido con las autoridades y sujeto a la fiscalización de la superintendencia del sector.

La empresa Aguas Andinas -filial chilena de la transnacional española Aguas Barcelona- fue la encargada de llevar a cabo este megaproyecto como parte del Plan de Saneamiento Hídrico de la Cuenca de Santiago y que tiene como meta final descontaminar el 100 por ciento de las aguas servidas de la Región Metropolitana. Para alcanzar ese objetivo, la empresa pretende construir 16 plantas de tratamiento de aguas. Dos de ellas, en San José de Maipo y Paine, las cuales ya están en funcionamiento.

De este modo, La Farfana fue la primera planta que se inauguró en la Región Metropolitana. Con bombos y platillos, el Presidente Ricardo Lagos señaló en la ocasión que La Farfana era una de las tres plantas más modernas de mundo con tecnología de punta. “Sin embargo, el desarrollo y el progreso hay que pagarlo. Eso harán los vecinos de Pudahuel por una suma equivalente a dos cervezas mensuales, o sea 900 pesos”, afirmó el mandatario.

Algo huele mal

En noviembre de 2003, a sólo 45 días de la puesta en funcionamiento de la plata, se produjo una falla en los digestores a causa de un error humano, lo que ocasionó que 90 mil toneladas de lodo no tratado se acumularan. Sólo un par de días después, el olor en las inmediaciones de La Farfana era insoportable. La sobrecarga de lodos en los digestores, sumado a la muerte de una parte considerable de las bacterias que se utilizan para descomponer material orgánico, provocaron la emanación de hedores hacia las comunas de Pudahuel y Maipú.


Representantes vecinales de Pudahuel y Maipú alegan por pagar un servicio que según ellos no se les presta y que además les causa la insoportable molestia del mal olor. Fuente: www.renace.cl

La pestilencia lo inundó todo y Aguas Andinas brilló por su ausencia. No informó oportunamente a las autoridades correspondientes y sólo luego de las quejas de los vecinos y la alarma pública ofreció una explicación.

Esos 900 pesos de los que habló Lagos en la inauguración, se transformaron en un año en 2 mil 200 millones. Es decir, los vecinos de Pudahuel y Maipú han aportado a la empresa casi 4 millones de dólares por un servicio que según ellos no se les presta y más encima les causa molestias insoportables.
Alberto Muñoz, dirigente vecinal y miembro del Consejo Económico-Social de Pudahuel, denunció inmediatamente el hecho y no ha obtenido una sola respuesta satisfactoria. “Esto sucedió hace un año y los medios de comunicación acallaron la denuncia y las autoridades sanitarias del país nos respondían con tonteras. Nunca quisieron aceptar las fallas que se producían, hasta que el problema alcanzó tal magnitud que hoy es imposible no escucharnos”, afirmó a The Moroso.


Aguas Andinas, por su parte, reaccionó en ese entonces con un comunicado de prensa en el cual afirmaba que cumplían con todas las disposiciones ambientales vigentes “La Farfana esta funcionando en óptimas condiciones y cumpliendo al cien por ciento la normativa vigente en la línea de agua, en la línea de lodos y en todas sus unidades, de acuerdo y de conformidad a la Resolución de Calificación Ambiental”, precisó el comunicado.

Sin embargo, las voces de los vecinos no cesaban y ante la evidencia de que el proyecto estaba fallando, la compañía anunció que como una forma de mitigar las molestias sufridas, no se cobraría por el servicio durante el mes de enero de 2004.

Para mala suerte de los vecinos, hasta el día de hoy no existe un reglamento que considere que los olores molestos son una forma de contaminación, simplemente, porque éstos no se pueden medir.
Así lo admite la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama), pero advierte que debería existir mayor preocupación, ya que hay olores que pueden indicar la presencia en el aire de elementos dañinos para la salud. También agrega que vivir las veinticuatro horas del día sometidos a una fuerte fetidez, afecta la calidad de vida, provocando dolores de cabeza, náuseas, vómitos y problemas nasales.

A los malestares físicos, según Muñoz, se suma el desánimo, la mala disposición y la vergüenza que sienten las familias. “Nos han dañado nuestra dignidad. Ya no soportamos el olor a excremento en nuestras casas, en nuestros colegios, así no se puede vivir’’, dice enfático el dirigente.

La orfandad con que las personas del sector han debido enfrentar lo que ellos consideran un grave atropello a sus derechos es otra arista del conflicto. John Maulén, presidente de la Coordinación de Organizaciones Sociales de La Farfana, cuenta que, una y otra vez, las autoridades les han negado ayuda. “Los parlamentarios de nuestra comuna no nos representan, Jovino Novoa, Patricio Melero, Andrés Zaldivar y Zarko Luksic han guardado un silencio cómplice. Además, el Presidente Lagos no nos ha querido recibir y Marcelo Trivelli nos ha tratado de reclamones con espíritu lavinista”, señaló a ThM.

No obstante, los afectados encontraron eco a sus demandas hace un mes, cuando Aguas Andina fue multada con cerca de 60 millones 400 mil pesos, como parte del sumario sanitario impuesto por el Servicio Metropolitano de Salud del Ambiente (Sesma).

A pesar de ello, los dirigentes vecinales ya anunciaron que sólo se sentirán compensados cuando la plata sea clausurada. “La multa es como sacarle un pelo de la cola a un gorila, son 2 mil UTM para un gigante que invierte 330 millones de dólares. Nosotros pedimos que la planta cierre. Fracasó y nos tienen que devolver hasta el último peso, porque nos metieron la mano al bolsillo”, replica Muñoz.

Pero para Soledad Ubilla, directora del Sesma, la multa, que es el doble del máximo, es una sanción ejemplificadora “Esta sanción nunca en la historia del Sesma se había aplicado", sentenció.

La Conama, en tanto, inició un nuevo sumario sanitario contra la planta de La Farfana, mientras que el Ministerio de Salud anunció que enviará a la Contraloría un reglamento sobre el manejo de lodos para que entre en vigencia antes de diciembre.

De esta manera, los vecinos sienten que por primera vez están siendo escuchados. De hecho, la salida del gerente general de Aguas Andinas Joseph Bagué y del gerente corporativo, Antonio Martínez, hace una semana, indica que ni siquiera el directorio de la trasnacional está contento con el desempeño de estos funcionarios.

Al cumplirse un año de la puesta en marcha de la La Farfana, John Maulén llegó hasta la puerta de la planta con una torta de aniversario. El detalle es que el pastel estaba hecho completamente de excremento. “¡Un año de vida por esta planta de tratamientos que, literalmente, nos ha cagado la vida y la calidad de vida de los vecinos de Pudahuel y de Maipú!”, vociferó el dirigente entre aplausos.

Sitios relacionados

www.aguasandinas.cl
www.conama.cl
www.sesma.cl