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Palestina e Israel
Tan sólo una tregua
Internacional
Muro del Apartheid israelí en palestina.
(Fuente: www.mundoarabe.org)

Palestina e Israel

Tan sólo una tregua

Mientras la situación en Medio Oriente aparenta normalidad y Estados Unidos se transforma en el gran mediador del conflicto, los palestinos continúan sufriendo la opresión del Estado judío.
El muro avanza junto con los asentamientos y sólo el cansancio de la resistencia a permitido este nuevo acercamiento.


Por Alejandro Barrientos y Jorge Rizik


En febrero pasado más de tres meses desde la conferencia de Sharm el Sheikj realizada en Egipto, donde el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás (Abu Mazen) proclamaran un alto al fuego "unilateral pero mutuo", que no implica el cese de hostilidades israelíes a las facciones armadas palestinas, grupos con los que deberá lidiar su propio mandatario.

El escenario conocido responde a la lectura de los medios occidentales. En los últimos meses han disminuido considerablemente las informaciones sobre muertos en tierra santa, y sólo se alude a esfuerzos israelíes y palestinos por lograr un acercamiento. Pero la escena es más compleja de lo que parece.


La situación sigue siendo caótica para millones de palestinos en Cisjordania, y especialmente en Gaza. El muro del apartheid, que está levantando Israel en dicha zona, asfixia lentamente la economía y el diario vivir palestino, lo cual conjuntamente con la construcción de nuevos asentamientos ilegales en territorios palestinos, acentúa la judaización y colonialismo sionista.


La mayoría de los gobiernos árabes de la zona luchan por mantenerse en el poder, por lo que el tratamiento del tema palestino es casi decorativo, sólo quedan dos regímenes disidentes de Estados Unidos, Siria e Irán, que poco pueden hacer por contribuir con la resistencia Palestina.

Para el profesor Eugenio Chahuán, académico del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile, existe un reparto colonial del mundo árabe, cuyo objetivo último es la hegemonía estadounidense-israelí en la zona. El catedrático afirma que antes de llegar a eso debe haber una normalización de las relaciones políticas y económicas de Israel con los países de la zona, lo que ya cuenta con la aquiescencia de varios regímenes árabes.


De Oslo a Sharm el Sheikj

El acuerdo de Oslo de septiembre de 1995 abrió el camino para un entendimiento entre palestinos e israelíes, pero los acuerdos no tuvieron el apoyo de todos los sectores, especialmente en grupos extremistas. Ambos lados hicieron sentir su desacuerdo. El hecho más significativo ocurrió en noviembre de 1995 cuando Ygal Amir, israelí de extrema derecha, disparó contra el primer ministro de su nación, Yitzhak Rabin, acabando con su vida y también con el ambiente de paz que hasta entonces se había logrado. Al año siguiente una ola de ataques del grupo islámico Hamas siguió al bloqueo israelí en los territorios palestinos.

Múltiples y sucesivos intentos de la comunidad internacional por lograr un acuerdo entre palestinos e israelíes quedaron en nada, no trataban los temas fundamentales como el control de los pozos de agua, el estatus de Al quds (Jerusalén), el retorno de los refugiados y las fronteras definitivas, entre otras cuestiones. Todos estos desencuentros fueron generando polarizaciones en ambas naciones, la zona se transformó en una bomba de tiempo.


Sin embargo no hizo falta esperar, la explosión la activó la visita el 28 de septiembre de 2000 del líder ultraderechista Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén, lugar sagrado para los musulmanes. El descontento popular que se había acumulado en el pueblo palestino desencadenó la segunda Intifada y aunque en diciembre de 2002 Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas –“el cuarteto”- hicieron el último intento por salvar la situación con la llamada “hoja de ruta”, las negociaciones continuaron en punto muerto.


Esta nueva ola de violencia permitió la consolidación del Likud como principal fuerza política israelí, bajo la dirección de Sharon como primer ministro. Para Shlomo Ben-Ami, ministro de relaciones exteriores durante el gobierno de Ehud Barak, la consolidación de Sharon en el gobierno se debe a la inseguridad que siente día a día el pueblo judío, por lo que todos estos años ha mantenido el estado de alerta y conflicto con Palestina. Resultaría extraño entonces, que ahora se comience a buscar un acercamiento con los palestinos.


Con la segunda Intifada en curso y un gobierno israelí de consenso liderado por Sharon, las esperanzas de un entendimiento se fueron diluyendo, hasta que en noviembre del año pasado el pueblo palestino perdió a su líder histórico, Yasser Arafat, y cuando parecía que los palestinos se sumirían en luchas internas o caerían bajo el control de los fundamentalistas islámicos, surgió la figura de Abu Mazen, un intelectual que fue capaz de establecer los tratados de Oslo, quien tomó el testamento de Arafat en la lucha por un estado soberano.


Mazen contó con el beneplácito de Israel y Estados Unidos, logrando reabrir el diálogo con el gobierno de Sharon. Así se llegó al acuerdo de Sharm el Sheikj. Según Chahuán “los temas de estatus final no tienen ningún valor y no existe un plan de paz ni ‘Hoja de Ruta’; todo esto cumple funciones mediáticas”.


El pacificador de Medio Oriente

Las investigaciones de los organismos de inteligencia estadounidenses, como la CIA y DIA (Agencia de Inteligencia de Defensa), revelaron que el Pentágono (Ministerio de Defensa), no tenía evidencia de las armas de destrucción masiva en Irak ni de vínculos del presidente George W. Bush con Al Qaeda. Esta gran mentira protagonizada por el gobierno Bush debía pasar lo más desapercibida posible, lo que lograría retomando la mediación del conflicto palestino- israelí, un gesto de paz como promesa para su segundo gobierno.

En la Casa Blanca la salida de Arafat era una condición esencial para cualquier tipo de acuerdo, se le consideraba un obstáculo para el proceso de paz. Por eso, tras la muerte del rais, el candidato ideal era Abu Mazen con quien se podría reabrir el diálogo.

Para muchos, el nuevo líder de la Organización para la liberación de Palestina y fiel cooperador del antiguo régimen, sería un Arafat II, pero en Abas encontraron al interlocutor que necesitaban. Con él al mando pretenden incrementar la ayuda económica, privilegio con el que cuentan varios países en el mundo, comenzando por Israel, primero en la lista.


En Estados Unidos se ve al único poder capaz de mermar los conflictos entre estos dos pueblos. Las resoluciones tomadas por la ONU plantean la coexistencia de ambas naciones mediante el desarrollo de procesos de paz que implican acuerdos que deben cumplir tanto Israel como Palestina. Pese a ello, los gobiernos estadounidenses han vetado una y otra vez, en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, las sanciones a Israel de organismos internacionales dependientes de dicha entidad, que castigan las violaciones a los derechos humanos o el estrangulamiento de la economía palestina, entre otras cosas.


Y si Estados Unidos quisiera mantener la paz en Medio Oriente o contener a Israel temporalmente podrían hacerlo con facilidad mediante el congelamiento de la ayuda militar que le brinda, en ocasiones en las que públicamente Bush ha señalado tener la paciencia agotada con Israel. Pero seguramente no romperá relaciones con Sharon, por lo que significa la alianza entre el sionismo y el protestantismo norteamericano, simpatizantes del gobierno de Bush y con gran peso en la sociedad yanqui.


El Director del Centro de Estudios de opinión pública, Gustavo Martínez, señala que ciertamente los avances en Oriente Medio han sido significativos desde la llegada de Abas al poder. Según el académico la actitud de Sharon es diferente, ya que ha manifestado voluntad de paz, y que prueba de ello es el desalojo de colonias israelíes en la Franja de Gaza y la disposición de llegar a otros acuerdos.


¿Normalidad?

Abu Mazen y Ariel Sharon.
( Fuente: www.libertaddigital.com)

Para el gobierno estadounidense es muy beneficiosa la sensación de normalidad en Medio Oriente, ya que tangencialmente elimina un argumento de peso para grupos como Al Qaeda que exigen la liberación de Palestina. Israel aprovechará esta tregua para seguir consolidando asentamientos y el control de la región, mientras que los palestinos descansaran de más de tres años de Intifada.

Pero ¿cuál sería una solución definitiva del conflicto? Para el político israelí Shlomo Ben-Ami, la solución pasa primero por un reconocimiento mutuo, para luego fijar fronteras y establecer la convivencia. Los palestinos ya asumieron que el único camino para lograr la libertad es el diálogo, la Intifada es sólo un acto de resistencia.

Ahora falta que Israel haga lo mismo y acate las resoluciones de la ONU, reconozca el derecho de existencia de la nación palestina y terminen el conflicto de manera definitiva.


Existen temores, mientras ambos pueblos buscan legitimarse y proyectarse en el tiempo. En el caso de Israel, mantenerse como estado judío, y en el de Palestina, crear un estado viable y democrático. Los mayores conflictos, son tres: delimitación de las fronteras, el control de Jerusalén y el retorno de los refugiados a Palestina.


Por ahora, y según lo que opina Martínez, se podrá llegar a más acuerdos con el cambio de políticas de parte de Israel y Estados Unidos. El experto cree en la retirada de israelíes desde la Franja de Gaza, pero asegura que hay puntos que serán mucho más difíciles de solucionar para la coexistencia de los estados. Si bien este plan de retirada está dando resultados, existe el riesgo de que un grupo extremista pueda manifestarse y se dé marcha atrás.


Tan sólo en febrero de este año un atentado en Tel Aviv puso en peligro los acuerdos alcanzados en Egipto. Este violento hecho pudo ser la excusa de Sharon para arremeter contra Palestina, sin embargo Abas se ha mostrado dispuesto a realizar investigaciones conjuntas, mientras que Estados Unidos pide una actitud firme frente a los actos que denomina terroristas.


El resto del mundo puede cooperar para que por fin se calme el Medio Oriente. Primero que nada, para el profesor Chahuán, se debe dejar de considerar la resistencia palestina como actos de terrorismo, las Naciones Unidas tiene que ponerse firme y hacer respetar sus resoluciones, y finalmente Estados Unidos tiene que abandonar su posición de juez y parte.

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