Gael
García en ChileDiarios de grabadora
Antes
que las manos de algunas fanáticas chilenas llegaran más
lejos que la cámara de Almodóvar en la exploración
del cuerpo de Gael, una vieja grabadora vivió una odisea
para captar las palabras del joven actor mexicano. En el viaje,
el osado aparato no sólo cumplió su objetivo. También
descubrió la miseria de los periodistas de espectáculo.
Objetivo: hablar con Gael García Bernal. Plan: ir al estreno
de la película “Diarios de Motocicleta” en el
Festival de Cine de Viña del Mar. Método: la improvisación.
Equipo: una masoquista grabadora que funciona a golpes y un cassette
que hace mucho tiempo dejó de ser virgen. Obstáculos:
la burocracia y la amabilidad de los periodistas de espectáculo.
Hace dos años Gael interpretaba frente a la cámara
el personaje que desde el jueves 21 los chilenos tenemos la oportunidad
de ver en la pantalla grande. Durante parte del rodaje que se realizó
en Chile, el aún inexperto aparato logró cinco minutos
frente al protagonista de “Amores Perros”, en una aventura
que culminó en una breve, pero exclusiva entrevista. Con
el tiempo, la grabadora acogió millones de voces, y el carrete
le reveló que durar apenas cinco minutos era muy poco.
Cada vez que absorbía las palabras de otro, aumentaba su
sed de venganza. Necesitaba hacerle preguntas inteligentes a uno
de las figuras top del momento. De aquellos que tienen esa pose
más bien intelectual que llaman a ir más allá.
La oportunidad se presentó cuando Gael anunció visita
para presentar en Viña del Mar la película en la que
interpreta a Ernesto “Che” Guevara.
Encontrarlo
no sería fácil. El personal de los hoteles tiene prohibido
entregar información de sus huéspedes. Los organizadores
del Festival de Cine en el cual se presentaría el film impiden
el ingreso de cualquier reportero sin acreditación.
Aunque no dudan en abrirle las puertas a niñitas de octavo
básico que tienen tanto conocimiento de periodismo, como
de la organización política de Tuvalú.
Aunque los periodistas de espectáculo fueron los antagonistas
de nuestra grabadora, uno de ellos fue su salvador: la “chasca”
inconfundible de Iván Guerrero (“notero” de CQC)
indicaba cual letrero de neón el lugar de la conferencia.
Después de mil malabares y con ayuda divina, la aventurera
grabadora logró entrar.
Fue más de una hora de conferencia, pero poco se informó
de lo que ahí se habló. Quizás,
porque los presentes no escucharon de tanto pelarse entre ellos,
comentando desde la vanalidad de las preguntas, hasta la sexualidad
de los asistentes.
Gael García parece un muñeco, no por su apariencia,
sino porque ponerle un micrófono en frente es como apretarle
un botón con el que suelta sus frases preconfiguradas.
Por eso fue interesante que tras repetir mil veces su speach de
"responsabilidad con Latinoamérica", por fin explicara
a que se refería: ayudar a que distintas visiones salgan
a flote y se conviertan en películas o simplemente tengan
una voz. Pero no en cualquier lugar: “vivo en México,
hubiera sido muy fácil irse a otro país, pero mis
prioridades están ahí”.
Aunque en esta etapa de su vida su cooperación con las historias
sea sólo en su calidad de actor. Y la razón es categórica:
se siente “muy verde, muy niño, muy pendejo”
para dirigir, además de creer que, al menos por ahora, no
tiene nada que contar.
Cuando
siente el impulso de un buen relato, esa responsabilidad va de la
mano con la interpretación. Para experimentar ese compromiso
con un guión Gael debe identificarse en éste y a la
vez sentir que el público puede verse reflejado en él.
Es por eso que no ha aceptado proyectos estadounidenses, pues no
encuentra en ellos un apego a lo latinoamericano. "No todos
los caminos del éxito llevan a Hollywood", aclara.
A pesar de su distancia con la gran industria cinematográfica
norteamericana, su nombre suena como fuerte candidato para una nominación
en los Oscar. Al respecto, Gael sostiene que los premios son una
consecuencia bastante bella de su labor, aunque asegura que no los
espera ni trabaja para ello.
Más allá de la fama y los premios, el actor azteca
tampoco cree que el cine sea una especie de dios digno de alabanza,
capaz de modificar la realidad de quienes lo contemplan. A lo más
“de quienes lo hacemos”, señala. Pero con esto
no le resta crédito al poder de las películas, pues
piensa que éstas pueden constituirse en catalizadoras de
cambios.
Pero es una, la gran transformación que mueve hoy la carrera
de Gael: la consolidación de un cine latinoamericano, más
allá de las diferencias nacionales. De ahí su participación
en el proyecto de “Diarios de Motocicleta” que “marcó
un camino (en este sentido), pues ahora ya existe cine bolivariano”.
Ejemplo de ello, es que profesionales de Chile, Argentina, Perú,
Brasil, Cuba y México participaron en el film.
Más de una hora estuvo la grabadora devorando las palabras
del actor, satisfecha al fin. Pero la felicidad no duraría
para siempre. Cuando el actor mexicano posaba para los fotógrafos
que pegaban feroces codazos con tal de estar más cerca (¿estarán
malos sus teleobjetivos o zoom?), una mano ajena arrebató
de las entrañas de la grabadora el cassette con todo el acento
“chilango” de Gael. Como ven, ese es el compañerismo
de los periodistas de espectáculos.
Texto: Estefanía Etcheverría
Fotos: Sitio oficial de la película |
Viernes 22 de octubre, 2004 |
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