Luis Durán Rivas, uno de los 119:
Dirigente de periodismo y poeta
Una de las salas del Instituto de la Comunicación e Imagen lleva el nombre de Luis Durán Rivas, alumno de Periodismo detenido y desaparecido el 14 de septiembre de 1974. Venía del sur e ingresó a la Universidad de Chile en 1969. Era dirigente del Centro de Alumnos cuando nunca más regresó a las aulas.
Casi todos los 119 tenía entre 18 y 25 años, sólo cuatro eran mayores de 40. Si hablamos de cifras, 66 estaban recién casados y dejaron 97 hijos que aún evocan la memoria del padre o madre perdido. La mayoría eran varones y poco más de 20 mujeres. Eran universitarios o ejercían en oficios tan disímiles como profesores, sastres, músicos, veterinarios, periodistas, vendedores y obreros. Residían en Ñuñoa, Providencia, Las Condes, Peñalolén, Conchalí, Santiago, Pudahuel y Macul. Varios eran dirigentes de organizaciones y militantes políticos.
Dentro de este grupo, cuyos cuerpos aún no han sido encontrados, estaba el estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile, Luis Durán Rivas, de 29 años, quien había sido electo para integrar el Centro de Alumnos de la Escuela.
El joven, a quien le gustaba también escribir poesía, era el mayor de cuatro hermanos de una familia clase media del sur. Antes, ya había iniciado la carrera de Medicina en la Universidad de Concepción, donde se ganó el apodo de “Mechón” por su eterno aspecto juvenil. Finalmente, cambió los libros de anatomía por la máquina de escribir y se trasladó a Santiago para cumplir con su vocación periodística.
Durante la efervescencia política de esos años, participó en la Reforma Universitaria, cuyas influencias llegaban a Chile y a todo el mundo desde los universitarios franceses. Bajo el espíritu latinoamericanista de todo admirador del Che Guevara, ingresó al Mapu (Movimiento de Acción Popular Unitaria) y uno de sus primeros trabajos fue como redactor de la revista “Chilenuevo” que editaba el Ministerio de Economía de la Unidad Popular. En la misma época, se ofreció como voluntario para la llamada “Operación Saltamontes” , un programa de educación popular instaurado por la oficina de Desarrollo Social del mismo gobierno.
Poco antes de su detención, se apoyaba financieramente como vendedor de “Millaray Libros”.
Como cualquier estudiante del momento, era apasionado por las tertulias literarias y políticas del bar El Bosco de la Alameda, vibraba con Woodstock, The Beatles, Janis Joplin, Santana y, por supuesto, leía a Sartre, Marcuse, Cortázar y José Carlos Mariátegui.
Testigos lo vieron en el centro de detención de José Domingo Cañas con República de Israel, donde fue torturado; luego, fue trasladado a Cuatro Álamos, donde lo vieron por última vez, entre el 02 y el 04 de octubre de 1974.
En 1975, su nombre aparecería escrito en el listado de la “Operación Colombo”.
Aunque sus restos no han sido encontrados, su memoria permanece en el mismo ambiente que dejó atrás: estudiantes, libros, maestros, música, cine y aulas.
Texto: María del Pilar Clemente |
Fecha
de publicación:
Martes 27 de junio, 2006 |
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