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Peruanos en la Catedral.

Extranjeros en Chile

El precio de la fama

Se dice que junto con los avances aparecen nuevos problemas. El que Chile se consolide como una nación estable dentro de Latinoamérica ha aumentado el flujo de extranjeros que llegan para disfrutar de esa realidad que en sus países no se presenta.

Eso significa que deben existir nuevas políticas y normativas tendientes a mejorar su estancia, siempre con el cuidado de no caer en el racismo o la discriminación.

Por Daniel Fernández y Aldo Vidal


Laureano se sienta tras la catedral metropolitana observando impávido la muchedumbre transitar. Y es que este peruano residente desde hace ocho años en nuestro país está cesante. El plan es esperar que aparezca algún compatriota con noticias sobre algún trabajo, al poco rato sucede.

A su lado esta Juan, un joven limeño que llegó a Chile hace dos meses en busca de mejores horizontes. Juan está hoy al filo de la ley, pues restan pocas semanas para que venza su permiso de turista y aún no consigue el empleo que vino a buscar.

Son historias comunes en el Chile actual. Y es que cada vez nos asombramos menos con encontrar ecuatorianos o bolivianos en la Plaza de Armas o a un costado de la Catedral de Santiago. Ya son parte del paisaje urbano. Las asesoras del hogar peruanas casi son un lugar común, así como los empleos temporales y mal remunerados ocupados por extranjeros que vienen al país en busca de nuevas oportunidades.

De acuerdo al último censo nacional, realizado el año 2002, en nuestro país cerca de 200 mil extranjeros declaran tener residencia estable en Chile. De ellos, casi la mitad la integran argentinos y peruanos. Tal medición no contempla, eso si, a los turistas ni a aquellos con situación irregular.

En los últimos años, en especial desde la administración de Ricardo Lagos, el flujo migratorio ha crecido notablemente, atribuido en especial al repunte económico del país que lo transforma en una excelente alternativa dentro de América Latina, siendo considerados por nuestros vecinos como una tierra con oportunidades mayores a las de sus propios países.

Así lo confirmó a Con Tinta Negra Patricia, una asesora del hogar peruana, que después de seis años en el país y de conseguir residencia definitiva, pudo acoger a varios de sus familiares que querían viajar. “Yo llegué sola y sin conocer a nadie. Ahora, para mi familia es más fácil pues tienen donde quedarse. Mi nuera fue la última en llegar y aunque no tiene trabajo estable está haciendo reemplazos.”

Rumanos en el centro de Santiago.

Nuevas disposiciones

En vista de esta intensificación en la entrada de extranjeros, se ha debido poner un mayor énfasis en las políticas referentes a esta materia, situación impensada hasta hace algunos años. Reforzamiento de permisos laborales, certificados de estadía permanente o pasajera y una mayor fiscalización fronteriza apuntan en este sentido.

Todas estas normativas se engloban en la ley n° 1.094 que establece las normas para extranjeros en Chile. Esta normativa rige desde 1975, pero ha sido modificada paulatinamente a través de los años, en especial con la última reforma constitucional.

Aparte de los organismos gubernamentales pertinentes -como el Departamento de Extranjería- que regulan en materia legal, uno de los organismos principales es la Jefatura Nacional de Extranjería y Policía Internacional, encargada de controlar pasos fronterizos y aeropuertos.

Una de las últimas iniciativas introducidas desde agosto le permite la estadía durante 3 meses a ciudadanos peruanos, bolivianos y venezolanos que ingresen como turistas, con sólo presentar una identificación válida. Esto supone un flujo humano mayor al ya existente, entendido como una de las consecuencias necesarias para conseguir una mayor integración regional.
CTN conversó con Reginaldo Flores, asesor del jefe del departamento de extranjería, quien afirmó que “esto (la nueva normativa) ha producido una mayor cantidad de turistas provenientes de los países limítrofes, pero no existen indicios que prueben aún que aumenta a los ilegales.”

Sin documentos

Una de las características del nuevo orden mundial es la creciente separación entre países ricos y pobres. Esto va motivando la cantidad de gente que se ve en la necesidad de viajar en busca de nuevas y mejores oportunidades. Pero al tiempo que va creciendo la dinámica migratoria, también crecen los problemas que ésta trae aparejada. Al respecto, la existencia de ilegales en cada una de las naciones más desarrolladas del globo es un problema latente y que no hace otra cosa más que aumentar.

A nivel mundial, los casos más reconocidos son los latinos (en especial mexicanos y cubanos) que intentan entrar a Estados Unidos por cualquier medio posible -legendarias son las fiscalizaciones fronterizas en el Río Grande y en las costas de Florida- o los africanos que en su esperanza por integrarse al mundo europeo usan a España como pasaporte.

Chile, si bien no sitúa este problema dentro de sus prioridades número uno –por lo menos aún no- sí debe estar atento y no descuidarse. La delicada situación socioeconómica de nuestros vecinos inmediatos hace parecer desde el otro lado de la frontera a nuestro país, paradigma de la estabilidad latinoamericana, como una excelente posibilidad para empezar nuevamente. Así, el tema de los inmigrantes ilegales gana fuerza y obliga a reforzar las medidas al respecto.

Lógicamente, debido a la naturaleza misma del problema, no hay datos concretos respecto a la cantidad real de indocumentados que hoy en día están en el país. Reginaldo Flores señala al respecto que en nuestro país éstos no exceden, bajo ninguna circunstancia, a los mil. Y aunque es difícil fiscalizarlos, pues la mayoría desempeña empleos esporádicos, “el trabajar sin la documentación acreditada es un delito por el que tarde o temprano son descubiertos”.

Peruanos en Chile.

Derechos universales

La vida en un país extranjero no es sencilla, no lo es para los emigrantes de escasos recursos que buscan oportunidades y menos para lo que no logran solucionar el problema de la legalidad de su estadía. Los “ilegales”, en el papel, no tienen opción de acceder a los mismos beneficios laborales o asistenciales de nuestros compatriotas.

Sin embrago, las instituciones en Chile se han preocupado históricamente por elaborar planes que acojan de manera más adecuada los extranjeros que intentan ganarse la vida en nuestro país.

La dirección de la Posta Central, por ejemplo, contó a CTN que el procedimiento en caso de un extranjero accidentado es el mismo que con un ciudadano chileno. “Aquí no hacemos distinción ni de credo ni de religión ni de nacionalidad, lo importante para nosotros es salvar una vida”, además, afirmaron que aunque el paciente no cuente con papeles al día, no es notificado a carabineros. “Ese no es nuestro trabajo”, señalan.

Por otro lado, el Ministerio de Educación (MINEDUC) ha iniciado una política educacional que obliga a los establecimientos a matricular provisionalmente a los hijos de inmigrantes aunque su situación no sea “la ideal”.

Milenko Rupcich de la oficina de asistencia del MINEDUC conversó con CTN y señaló que “los establecimientos no pueden hacer distinción de nacionalidad a la hora de matricular a los alumnos. Aunque los padres deben regularizar su situación antes que se cierre el periodo académico o el alumno puede perder el año escolar.”

Además, explicó que los alumnos extranjeros gozan de los mismo beneficios de almuerzo y seguro escolar mientras estén matriculados en un establecimiento chileno.

La idea es generar acciones desde el Estado que permitan reducir la discriminación de la que son objeto los ciudadanos extranjeros que residen en nuestro país.

A este respecto, el ministro de Educación, Sergio Bitar, en su último viaje a Bolivia aseguró que “ningún niño puede quedarse sin ir al colegio. Los niños de Chile y Bolivia tienen los mismos derechos”.

Chile, en vista de los casos anteriores, se puede considerar un ejemplo en cuanto al trato con los extranjeros, aunque los grupos y tendencias xenófobas siempre existirán, negarlas sería un ejemplo más de discriminación. En nuestro país nunca han sido un factor importante y sólo constituyen remanentes de viejas ideologías cada día más olvidadas.

Porque por mayores que sean nuestras diferencias con los vecinos que llegan a nuestra puerta buscando un mejor andar, el trato hacia ellos nunca ha sobrepasado los límites normales, más allá de lo acostumbrado en cualquier nación civilizada.

Asimismo, nuestra institucionalidad se preocupa de cobijar al extranjero de manera adecuada, haciendo se permanencia mejor que en muchos otros lugares del planeta. Tal como dice la vieja canción: “y verás como quieren en Chile, al amigo cuando es forastero”.


Sitios relacionados:

Ministerio de Educación

Departamento de Extranjería y Migración

Ministerio de Relaciones Exteriores

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