Rosa
María AlfaroDe profesión inspectora
de medios
A
fuerza de movilizaciones, consultas populares y mucha insistencia,
la Veeduría Ciudadana del Perú se ha posicionado en
lo que a fiscalización mediática se refiere. Su directora,
nos cuenta cómo una institución que partió
sin financiamiento ni apoyo de ningún tipo, logró
que sus preceptos se convirtieran en ley.
La
Veeduría de Comunicación Social se autodefine como
un “movimiento de indignación” frente a la falta
de representatividad que la ciudadanía tiene en los medios
peruanos, convertidos muchas veces en legitimadores del poder político,
y a la falta de credibilidad que éstos tienen frente a un
público conformista y poco exigente.
Ante esta realidad, la periodista Rosa María Alfaro junto
a un grupo de comunicadores decidieron formar un organismo dedicado
a la vigilancia de los medios. Su objetivo era garantizar una mejor
calidad ética y comunicativa de la prensa peruana y promover
la participación de toda la ciudadanía en dicha tarea.
Tras cinco años de trabajo, la Veeduría alcanzó
en el mes de julio la concreción de una de sus principales
metas: la aprobación de una ley de radio y televisión
en Perú. En ella, se establecen principios de acceso a la
radiodifusión como la transparencia y el respeto irrestricto
a las libertades de opinión, expresión e información.
Además, se determina la composición de un Consejo
Consultivo de Radio y Televisión encargado de velar por el
respeto a la dignidad de las personas, el pluralismo informativo
y el fomento a la cultura de la nación, entre otras disposiciones.
Rosa María Alfaro, una de las principales gestoras del proyecto,
nos cuenta cómo la Veeduría Ciudadana ha llegado ha
convertirse en un organismo con enorme influencia en los medios
de comunicación de su país y un ejemplo para Latinoamérica.
¿Cómo nace la Veeduría Ciudadana?
Esto
surge como una iniciativa de Calandria, una institución
de la sociedad civil peruana vinculada a la comunicación
y a temas que tienen que ver con el cambio social y con la democratización
del país. Desde Calandria, nos imaginamos hacer
algo distinto. La palabra “veeduría” viene de
“ver”, y se refiere a esta nueva acción del ciudadano
que ve, que vigila, que no tiene un rol pasivo.
¿Quiénes
participan de ella?
Esto
fue organizado por comunicadores de la asociación Calandria.
Queríamos influir sobre los medios, cambiarlos, tener un
peso sobre ellos. Poco a poco se fueron adhiriendo distintas instituciones
dispuestas a hacer un esfuerzo colectivo. Luego, decidimos formar
un grupo de asesores, compuesto por personalidades claves del país
que nos fueron abriendo camino. E inmediatamente comenzamos a trabajar
con voluntarios, que llegaron a partir de llamados que hicimos por
Internet y que en su mayoría eran estudiantes de distintas
carreras.
¿Cuál es la importancia que tienen los
estudiantes de comunicación para la Veeduría?
Han
sido fundamentales. Cuando llegaron los primeros voluntarios, empezamos
haciéndoles talleres de capacitación sobre la importancia
de los medios, y poco a poco el grupo se fue reduciendo a estudiantes
de comunicación. Nuestra oferta era: ustedes nos ayudan y
nosotros los capacitamos.
¿Cuáles
son las acciones concretas que realiza la Veeduría?
Lo
primero que se trabajó con los estudiantes fueron las consultas
ciudadanas. La idea era preguntarle a la gente qué opinaban
de la televisión, la radio, los periódicos; información
que luego se procesaba. Antes de empezar cada consulta, les dabas
a los voluntarios una capacitación que les permitía
conocer mejor a la gente. Además, hacemos un permanente monitoreo
de medios.
¿Cómo
han reaccionado los estudiantes ante esta experiencia?
Esta
fue una experiencia muy rica y los entusiasmó mucho. Los
jóvenes se fueron dando cuenta que en sus universidades no
les enseñaban a entender a la ciudadanía. Ni siquiera
a conocerla. Para nosotros también fue un proceso de aprendizaje,
y ahí me empecé a decepcionar de la enseñanza
del periodismo en las universidades, porque su enseñanza
es sólo teórica y normativa. Tanto así, que
hace poco renuncié a la universidad en donde trabajaba.
¿Entonces
está en desacuerdo con el enfoque actual que tiene la docencia
del periodismo?
Creo
que las carreras debieran corregirse. La universidad es inconsciente
de lo que pasa en los medios y tampoco quiere enterarse. Por lo
menos en las que yo he estado -que son privadas- están preocupadas
de hacer negocio y de ganar la competencia entre unas y otras. No
hay un proyecto de universidad de cara al país. Con razón
se quejan los estudiantes, porque o aprenden a ser subsidiarios
del sistema y repetir lo que ya está, o aprenden a ser tremendamente
críticos y se dedican al cine.
¿Cómo
logra la Veeduría captar la atención de los medios?
Al
principio era un acto casi mecánico. Simplemente, mandarles
los resultados de las consultas y monitoreos. Ellos son muy sensibles
a los cuadros estadísticos, así que pronto muchos
medios comenzaron a utilizar estos informes para discutir sobre
la calidad de su trabajo. Los monitoreos les permitían ver
qué temas estaban priorizando. Por ejemplo, hay cosas que
son permanentemente iguales: los protagonistas de las noticias nunca
son jóvenes ni mujeres. Este resultado es tan aplastante
que, cuando ya tienes el quinto informe y dice lo mismo, los medios
reaccionan. Demostrarles que, por ejemplo, en los últimos
años la cantidad de noticias policiales ha ido creciendo
sustancialmente en desmedro de los casos sociales, que ya no se
presentan como temas globales sino como casos particulares, para
ellos es fuerte.
¿En
qué consiste la ley de Radio y Televisión que ustedes
promovieron?
Se
trata de un proyecto de ley que se trabajó en base a que
la radio y la televisión usan el espectro radioeléctrico,
que es una concesión que les da el Estado. Bajo este concepto
dijimos que cada canal es de todos, porque la frecuencia es de dominio
estatal. Además establecimos un montón de principios
que deben seguir los medios, como el respeto a las diferencias de
género, a los derechos de los niños, que no debía
haber ningún tipo de discriminación racial o cultural,
etcétera.
¿Alguien
ha intentado detener el trabajo de la Veeduría?
Por
supuesto. En Perú hay medios conservadores que opinan que
la mejor ley es la falta de ella, y decían que los de la
Veeduría éramos unos comunistas. Este tipo de medios
nos hizo la guerra, pero les respondimos que cómo pueden
hacerse llamar liberales si dicen que en una sociedad democrática
puede haber un sector que no tenga ley. Frente a ellos hemos ganado,
porque murieron en esa respuesta.
¿Cuáles
han sido sus logros? ¿Han constatado algún cambio
en los medios peruanos?
Al
principio fue sólo darnos el gusto. Había medios a
los que no les hacía mucha gracia la Veeduría, pero
de todos modos nos hacían un seguimiento. Entonces, le avisábamos
que íbamos a hacer algo, y ellos asistían y lo cubrían.
Había un periódico de centro izquierda que estaba
en todos los eventos, nos llamaban para entrevistarnos. Incluso
nos llamaban de medios para preguntarnos a quién podían
entrevistar. De repente, nos vimos influyendo sobre la prensa de
una manera impresionante. Las radios nos llamaban para preguntarnos,
“¿cómo es la legislación Chile? ¿cómo
es en Estados Unidos?”. Nos convertimos en fuente de información
de lo que es la comunicación.
¿Por
qué dice que los avisadores se han convertido en sus aliados?
Porque
ellos necesitan saber lo que le interesa a la gente, y no se rigen
por la política. Y como la Veeduría recoge lo que
la gente quiere, le gusta y critica, enchufan con nosotros. Como
son empresas, muchas veces trasnacionales, no les interesa la política,
pero tampoco les hace gracia financiar programas que mienten, que
son corruptos, porque sienten que su prestigio se ensucia. Por ahí
viene la alianza con ellos. Tuvimos que convencerlos de que no se
dedicaran sólo al entretenimiento, sino también a
la información, y que había valores que debían
tomar en cuenta, como la pluralidad, el respeto de la vida privada.
Así fuimos construyendo una cosa común.
¿Cuáles son los desafíos de la Veeduría
de cara al futuro?
Ahora
nos falta pasar a otra etapa en que logremos que la gente tenga
coraje para que, si critica un programa, no lo vea. Eso es mucho
más difícil, porque la gente ya está acostumbrada
a la mediocridad. Pero cuando les presenta un buen programa, lo
ven. Eso está más que comprobado.
Rosa
María Alfaro
Es
Licenciada en Educación de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, con estudios doctorales en
Educación. Es académica de la Facultad de Comunicación
de la Universidad de Lima y coordina la especialidad Comunicación
y Desarrollo de esta institución.
Es especialista en temas de comunicación y ciudadanía,
con especial desarrollo de consultorías internacionales
en las áreas de educación, comunicación
y participación ciudadana. Su interés en estos
temas la ha llevado a organizar y exponer en diversos encuentros
académicos latinoamericanos, entre los que se cuentan
“Comunicación y política en una democracia
ética por construir”, “Conversaciones democráticas”,
“Relaciones entre sociedad civil y Estado ¿Concertación
o vigilancia?”; “Comunicación, ciudadanía
y desarrollo local” (Buenos Aires, 1998) y “Comunicación
y Construcción de la Ciudadanía”, (Mendoza,
1997).
Además,
es Fundadora y Directora Ejecutiva de la Veeduría Ciudadana
de Comunicación Social, y –hace 20 años-
participó como fundadora de la Asociación de
Comunicadores Sociales, CALANDRIA, la que preside desde el
2001.
Recientemente
participó en el Encuentro Nacional Asepecs, efectuado
los días 1, 2 y 3 de septiembre en Temuco.
Fuente:
Sitio oficial del Encuentro Asepecs |
Veeduría
Ciudadana de la Comunicación Social
Ley
de radio y tv peruana
Paulette
Dougnac |
Martes
19 de octubre, 2004 |
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