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Cine
La Caída
Por Marcos Paredes
Luego de muchos meses de atraso por fin podemos apreciar
en las pantallas nacionales la película alemana “La
Caída” -Der Untergang- la cual relata las últimas
horas del Tercer Reich, mostrando a Hitler y su gobierno aislado
en su bunker, esperando el derumbe de éste con la llegada
de las tropas rusas.
La cinta llega precedida de una fuerte discusión donde
se ha estrenado. La sola posibilidad de mostrar al dictador
alemán más allá de la simple caricaturización
es el eje central de esta polémica. Porque la cinta
muestra los últimos días de un hombre que ya
no tiene ninguna salida en el conflicto, ni política
ni bélica. Y se empeña en mantenerse en aquel
status quo.
El film se basa en las memorias de la secretaria personal
de Hitler, Traudl Junge y en el libro “La Caída”
de Joachim Fest. A través de los ojos de la joven Traudl
–interpretada por la actriz nacida en Rumania, Alexandra
María Lara-, vemos cómo se desarrollan los últimos
estertores de un régimen que fue capaz de movilizara
todo un país y poner en jaque al planeta entero. Y
por su óptica observamos cómo Hitler, la caricatura
–vara dejada por Chaplin en su "Gran Dictador"-
da paso a Adolf Hitler, el ser humano en una magistral actuación
de Bruno Ganz.
El Hitler de esta película no es una marioneta demoníaca.
Muy por el contarario, es un personaje en toda su humanidad
y que, además, ve sobrevenir el fin de su utopía
de mil años. Acá Ganz nos ofrece tesitura con
su actuación. Estamos delante de un Hitler que es amable,
cordial, incluso gentil con algunos de sus cercanos -como
la señorita Junge- y que es capaz de rugir de furia
ante la supuesta incompetencia de sus altos mandos.
Esta humanidad, como nunca habíamos visto en pantalla
grande de este personaje clave del siglo XX, es la razón
de la polémica. Es un ser humano normal. Común
y corriente. Pero fue capaz de comandar una de las obras de
ingeniería social más cruentas y espantosas
desde que se tiene documentación histórica como
es el Holocausto o Shoah, según la referencia hebrea
al término.
De allí la molestia e incomodidad que surge en algunos
sectores al ver esta “normalidad” en Adolf Hitler.
Una normalidad presente en todos. Es aquí donde uno
recuerda la tesis del libro de la filósofa alemana
Hannah Arendt, “La Banalidad del Mal”: cualquiera
de nosotros podría en alguna eventualidad o en determinado
momento histórico, y con las condiciones apropiadas,
ser capaz de realizar semejantes carnicerías, en el
fondo, dejar escapar a la cuota del mal que hay en todos y
cada uno de nosotros.
La cinta a pesar de sus más de dos horas y media de
duración no se hace larga y pesada –para un aficionado
a la historia puede ser incluso corta- y ofrece, además,
otro matiz interesante. El ver narrado por los propios alemanes
este período de la historia, que además -como
generalmente olvidamos- es la historia de su propia nación.
Desde hace más de veinte años que un film alemán
no se refería explícitamente al tema.
“El Submarino” -Das Boot- (1981), de Wolfang Petersen
nos mostró por primera vez la Segunda Guerra Mundial
vista desde el prisma alemán. Lo que sin duda fue una
novedad hasta ese minuto. Y tuvimos que esperar más
de veinte años para que se nos otorgara una pieza similar.
Si aquella Das Boot alejó a los alemanes de la caracterización
del nazi fanático esta Der Untergang hace alejarnos
de la sátira bufonesca de Hitler. Lo que me parece
totalmente saludable. |