Música:

Un disco para tomárselo con vino

Por Daniela Fernández Romero


En unos de esos viajes a la playa en la que el tiempo se hace largo y las conversaciones fluyen eternas, una amiga me dijo: ¿Has escuchado La Llorona? Yo creí que me hablaba de la leyenda de la mujer que sale a llorar a sus hijos… me dio lata decirle que no y vergüenza que si, entonces guardé silencio. En el instante, alguien del grupo se paró a poner un CD y una música empezó a tocar, mezcla tradicional-contemporánea, un no sé qué. Sonaba triste, pero a la vez tierna e íntima.

"La Llorona" es el nombre de un disco de Lhasa de Sela, sin duda, uno de los mejores discos que ha llegado a mis manos en los últimos tiempos. Está claro que no es una música universal, ni mucho menos popular, pero si una innovación digna de aplaudir y recomendar por su potente intensidad y embriagadora fusión.

Lhasa es mitad mexicana, mitad estadounidense, aunque hoy reside en Canadá. Ha vivido en distintos lugares del mundo, lo que ha influido en la naturaleza cosmopolita de su música. Así, la mezcla tan peculiar de sus temas queda evidenciada en los dos discos editados hasta el momento: "La Llorona" y "The Living Road", los cuales son interpretados delicadamente por la artista en inglés, francés y español principalmente.

En "La llorona", Lhasa se vuelca desgarradora y dramática para así hacerle honor al título del disco. Y a través de una sensación irónica de “esto es para cortarse las venas” emocionar de igual modo a quien la oye tras dejar atrás ciertos prejuicios contra un poético sentimentalismo. Esta producción, a diferencia de "The Living Road", es la que mejor muestra las influencias latinoamericanas de la artista, con una evidente presencia del folklore latino y un marcado toque mejicanote, muy al estilo de Chavela Vargas, pero incluyendo ciertas variantes que hacen rememorar desde Kusturica, ciertas pinceladas de jazz, de flamenco, música árabe, francesa e incluso algo de trip-hop. En fin, una mezcla, que por muy rara que suene, no deja de parecernos familiar.

"La Llorona" es para tomárselo con un vasito de vino, tranquilos y con ternura. Sintiendo cada sabor, cada aroma y sensación. Poniendo atención a cada arreglo musical minuciosamente ubicado, a cada conocido ritmo reinventado y rescatando las imágenes que los temas llevan rememorar.