Diversidad mediática

La lucha por no ser más lo de mismo

Francisco Martorell y Fidel Oyarzo en la tercera exposición del seminario "Radiografía del periodismo en Chile".

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Leer este o aquel diario, ver tal o cual noticiero. La decisión parece casi azarosa. Y es que además de no haber demasiadas opciones, las diferencias entre uno u otro, son prácticamente imperceptibles. La homogeneidad en la cobertura e incluso, en el estilo de hacer periodismo, se ha convertido en la tónica de los medios nacionales. Pero ¿a qué se debe este fenómeno? ¿Es posible diferenciarse en el medio periodístico nacional y no morir en el intento?

Con el retorno a la democracia, las voces que gritaban el derecho de todos los chilenos a expresarse sin perjuicio alguno sonaban con fuerza y prometían diversidad. Y es que el publicitado pluralismo ha venido siempre de la mano de la, a veces, tan utópica tolerancia.

El periodismo como tribuna de esa expresión, lucha cada vez con más fuerza por su independencia, por tratar de admitir distintas miradas de un hecho concreto y de hacer efectiva y patente la pluralidad. Sin embargo, la tarea no es fácil. El oficio periodístico se ve amenazado constantemente por el poder, la presión de las ventas, el rating, la banalidad y la censura.

En este contexto se enmarcó el debate “Pluralismo medial: ¿posibilidad, realidad o simple quimera?” del seminario “Radiografía del Periodismo en Chile”, que se realizó este jueves en la Casa Central de nuestra Universidad. En la ocasión, los periodistas Fidel Oyarzo, del departamento de prensa de TVN y Francisco Martorell, director de la revista “El Periodista” y autor del censurado libro “Impunidad Diplomática”; expusieron sus puntos de vista sobre la necesidad de una prensa libre para un buen ejercicio de la democracia.

"La censura es como una vieja fea que se sienta a tu lado y te da un beso" comentó Fidel Oyarzo refiriéndose a los "malos tragos" por los que deben pasar los periodistas en los medios.

Según Oyarzo, los gobiernos de la Concertación tienen una deuda pendiente con el periodismo, pues no se han desarrollado espacios distintos a los mantenidos por el duopolio formado por los grandes conglomerados de la prensa escrita: Copesa y El Mercurio. Para el profesional, la gran demanda de trabajo de los miles de periodistas que egresan anualmente, hace que muchos trabajen en medios guiados por líneas editoriales que no les acomodan. Situación que vuelve imperativa la necesidad de expandir el campo laboral, con el objeto de brindar una mirada más amplia y diversa de la realidad nacional.

Pero la importancia de contar con medios más diversos no sólo recae en una necesidad de los periodistas. Los medios constituyen uno de los principales actores en la formación de opinión pública. De ahí que la urgencia de tener espacios que expresen distintos puntos de vista, vaya de la mano con un público que precisa libertad de información para ejercer su rol fiscalizador dentro de la sociedad. Es por esto, que la emancipación del periodismo de los grandes poderes resulta primordial.

Independencia, que no sólo debe ser política, sino también económica. Cada vez más rápido, el periodismo se está convirtiendo en un negocio rentable, donde las noticias importantes son las más cotizadas en el mercado. Pero no todo está perdido. Según Francisco Martorell es posible hacer periodismo libre de presiones, incluso dentro del sistema. “La idea es ocupar al mercado, no que el mercado ocupe los medios para expresar, ni menos imponer, sus ideas. Esto no quita libertad, prensa y mercado no son enemigos”, sentenció.

Sin embargo, hay que tener claro que la responsabilidad no sólo es de afuera. Los mismos periodistas tienen que hacerse un “mea culpa” y admitir sus errores. Tanto Oyarzo como Martorell están de acuerdo en que es preponderante que existan profesionales con mirada crítica, que no tengan miedo a manifestarse.

De esta manera, el gran desafío de los periodistas no es ir contra la corriente, sino que dentro de ella, buscar los espacios necesarios que permitan alcanzar de una vez por todas, la gran quimera: el pluralismo.