Prensa chilena
Medios
cerrados, caminos abiertos
El
término del periódico EL Metropolitano el pasado 12
de junio confirma la presencia de una nueva tendencia en el periodismo
nacional.
La
rápida proliferación y muerte de medios que apuestan
por un esquema rupturista y que se desentienden de las dificultades
económicas, caracteriza las nuevas tendencias.
Por
Iván Falcón y Carolina Pérez
"Nos
duele esta despedida. Contra nuestros deseos, nos vemos obligados
a suspender el compromiso de llevar a ustedes nuestra palabra impresa."
Con estas palabras, finalizaba la edición número 1115
del matutino El Metropolitano. Este, como otros medios de comunicación
en nuestro país, se vio forzado a cerrar por problemas económicos
y una escasa recepción de parte del público.
Y es que a pesar
de los esfuerzos para salvar al diario -el cambio de manos hacia
la transnacional Iberoamerican Holdings y la reestructuración
de la planta directiva-, nada se pudo hacer para solventar el casi
millón de dólares que tenía el periódico
en deudas impagas. En este descalabro financiero contribuyó
no sólo la baja cantidad de avisadores que poseía
El Metropolitano (a decir verdad, prácticamente nula), sino
también la crisis económica mundial, que se ha dejado
sentir con rabia en nuestra región.
Por eso resulta
paradójico que, en este mismo escenario, estén apareciendo
nuevas publicaciones como Siete más 7 , El Periodista, La
Gironda y Opus Gay, entre otras. Más aún, cuando se
trata de medios con muy pocas intenciones de lucro y con muchas
más intenciones de crear desenfado y debate entre el público.
Recién
nacidos
Para Alejandro
Guillier, ex director responsable de El Metropolitano, una de las
características por las que atraviesa el periodismo nacional
en estos días es que "el ambiente está muy poco
apto para ensayos y apuestas que intenten navegar por aguas menos
convencionales", como señaló en el editorial
de la última edición del diario. Por eso, a pesar
de que el equipo de El Metropolitano dio un cien por cien para que
su tipo de propuesta lograra imponerse, sus proyecciones finalmente
se estrellaron contra el contexto del mercado.
Hay, sin embargo,
un equipo de profesionales que se está embarcando en nuevas
sendas editoriales mientras otros impresos mueren. Muchos de ellos
trabajan en el reciente semanario Siete más 7, aparecido
el 15 de marzo último. Para Pilar Collado, responsable de
la sección de archivos de Siete más 7, dijo a Con
Tinta Negra que estos son riesgos que hay que correr, pues para
ella el periodismo tiene mucho más de aventura y osadía
que el resto de las profesiones: "me fui de una empresa poderosa
(Copesa) a un medio que era un desafío, pero creo que lo
hice por una cuestión de sueños, me gusta soñar".
Como "multitemática
y un poco más puntuda que el resto" define Collado la
propuesta de este semanario. Una de sus características es
el tratamiento de las noticias, las que tienen un perfil profundo
pero a la vez innovador, con lo cual pretenden conquistar a su público:
adultos jóvenes dispuestos a leer sobre el divorcio, el nacionalsocialismo,
como agarrarse a una "mina" o una reseña de lugares
entretenidos donde carretear.
Por otro lado,
también están tres nuevas publicaciones que se encuentran
desde hace seis meses, aproximadamente, en los kioscos. Se trata
de La Gironda, Opus Gay y El Periodista. Si bien algunas de ellas
parecen más publicitadas que otras, lo cierto es que las
tres se atrevieron en tiempos difíciles para levantar negocios.
"Es un poco suicida en el aspecto material incorporarte a proyectos
nuevos en un minuto en que la cosa está complicada, en que
hay dificultad de trabajo y aprietos para conseguir publicidad",
afirma Collado.
De todas maneras,
el entusiasmo sorteó las barreras monetarias y se convirtió
en el principal aliciente de esta aventura que tiene como bandera
de lucha la reivindicación de espacios perdidos por la ciudadanía.
Tal es el caso de Opus Gay, revista que apareció en abril
con una gran conferencia de prensa anunciando que desde ese momento
"las minorías sexuales tienen voz".
El Periodista
y La Gironda, por su parte, son propuestas que se presentan como
una alternativa aguda a la realidad presentada en los medios convencionales,
invitando a una discusión que implique desde las intelligentzias
hasta el lector común y corriente. La gran característica
de la primera es que aglutina a todos los profesionales que han
sido despedidos de otros medios, aprovechándose esta instancia
para recoger una pluma cargada de sátiras y de ironía
hacia el status-quo, mientras que la segunda, sin inclinarse hacia
una tendencia en particular, formula una discusión profunda.
En este sentido,
el debate crítico puede tomarse como una corriente emergente
en los medios chilenos. Mientras que en algunas publicaciones escritas
esta dirección ya se venía observando hace un buen
tiempo, la aún conservadora televisión parece estar
dando cabida de a poco a este tipo de segmentos con espacios como
El Termómetro, de Chilevisión. "Yo creo que el
periodismo se está sincerando más, se está
ejerciendo cómo se debiera a hacer", señala Collado.
Este nuevo estilo
de periodismo -que va muchas veces unido a la polémica- parece
responder a los intereses del público. Según Collado,
esto está relacionado con una tendencia generacional que
busca enfoques más ácidos respecto de los ofrecidos
en el periodismo conservador. El caso emblemático de esta
manifestación es el de la publicación quincenal The
Clinic, que ya hace casi tres años ha despertado interés
con su desenfadada línea editorial.
Sin embargo,
y a pesar de que es la publicación emergente de mayor venta
en el país, The Clinic apenas tiene avisadores publicitarios.
"En Chile cuesta mucho mantener un medio, se necesita mucha
plata y publicidad, y esta se va a las publicaciones que coinciden
con las ideas de los dueños del capital",explica Pilar
Collado. "Esta es la razón por la cual se hace tan difícil
lograr una prensa más crítica", plantea
Una realidad
muy cruda considerando que un medio de comunicación se sustenta
en su gran mayoría por sus avisadores: el 60 % de sus ingresos
se perciben de la publicidad. Los que publicitan en la prensa quieren
tener incidencia en lo que se publica, lo que conduce a que la libertad
de expresión quede limitada a los deseos del mercado.
Desamparo
de la prensa
Sin embargo,
hay quienes sostienen que, más allá de las razones
de mercado, la desaparición de medios en nuestro país
se debe simplemente a una falta de un compromiso social, ético
y político por parte del Estado. Uno de los principales ataques
en este aspecto lo viene realizando el destacado periodista nacional
Juan Pablo Cárdenas, nombrado uno de los cien héroes
del periodismo del siglo pasado.
Para Cárdenas,
el cierre o la desaparición de éstos obedece a que
el inicio de la transición produjo una serie de pactos entre
los militares que estaban en el poder y las nuevas autoridades que
asumieron posiciones. Para él, la Concertación temió
en un comienzo que los medios de comunicación que habían
sido tan críticos de la dictadura pudieran seguir hostigando
a las autoridades en la búsqueda de la verdad, por lo tanto,
el Gobierno se desentendió del resguardo de la prensa: "La
Concertación no ha hecho los esfuerzos por cumplir con una
de las bases fundamentales de un sistema democrático, el
pluralismo. La transición no sólo está en deuda
en materia económica, de verdad y justicia, sino también
en materia de libertad de expresión.", dijo a esto medio
Cárdenas
sostiene además que "los periodistas en Chile seguimos
esperando que el Estado tome medidas efectivas para ayudar al desarrollo
de los medios de comunicación."
Esta tesis surge
casi espontáneamente al contrastar la realidad chilena con
la de otras naciones democráticas que legislan al respecto.
Por ejemplo, varios son los casos de revistas francesas que reciben
apoyo del Estado para poder seguir existiendo, al mismo tiempo que
en otros países de Europa se subsidia el papel y la tinta
para que todos puedan imprimir. Asimismo, en Estados Unidos es un
delito la concentración de medios de comunicación.
Sin embargo,
en Chile sigue vigente el IVA que afecta a las publicaciones de
libros y medios escritos, "un impuesto que Pinochet le puso
a los medios impresos para inhibir la lectura", señala
Cárdenas. Esto sin considerar los diez años de transición
a cuestas y sin mencionar que la mayor parte de la prensa es propiedad
de los dos grandes consorcios que existen en este país, El
Mercurio y Copesa. El resto queda para algunos medios del Estado,
sectores económicos y conglomerados más pequeños.
Los caminos
A pesar de lo
difícil que resulta levantar un medio en Chile, nuevos grupos
lo están entregando todo para ofrecer un periodismo menos
conciliador con el sistema. En algunos casos, gracias a mecenas
que logran mantener en circulación sus publicaciones, o en
los menos, a una recepción del público que permita
sustentar sus circulaciones, muchas de las nuevas ediciones se la
están jugando para proponer opciones distintas. Sin embargo,
la realidad es que muchas de ellas se encuentran sobrepasadas por
los apuros monetarios y trabajando siempre al borde de la quiebra,
lo que ya ha llevado al cierre de otras.
Esto se convierte, entonces, en una lucha que se realiza día
a día para enriquecer el periodismo nacional. Collado destaca
que, sin embargo, en Chile todavía la respuesta del público
no es determinante para que las publicaciones subsistan, a diferencia
de otros países: "Acá lo importante para que
un diario o una revista perdure son las ganancias obtenidas por
publicidad, lo que generalmente condiciona a los medios."
Aún así,
es gracias a estas nuevas proposiciones que la prensa en Chile está
cambiando, se está dirigiendo hacia nuevos rumbos y comienza
a plantear grandes discusiones, algo que hasta el momento por lo
menos ha despertado interés en el público. Como señala
Collado: "En definitiva, es una cuestión de sueños.
Los medios pueden cerrar, pero los caminos siempre se abren".
Sitios de
interés:
www.lafirme.cl
www.opusgay.cl
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