Hernán
Rivera Letelier
"Yo
escribo para salvarme a mí mismo"
No tiene
estudios superiores. Apenas logró terminar el colegio, sin
embargo es considerado como uno de los escritores más brillantes
de los últimos tiempos.
Para muchos
críticos sus novelas son demasiado simples y efectistas.
Puede que todo eso sea cierto, pero tiene un público cautivo
y un éxito de ventas impresionante.
Por
Consuelo Abalos y Daniela Liendo
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Tapa
de Libro "Todos los trenes se van al purgatorio" |
El registro
de su voz es suficiente para imaginar a Hernán Rivera Letelier.
Claro, si la sencillez de su acento concuerda con la que expresa
en sus retratos y su trato coloquial con los gestos del rostro que
en ellos ostenta. Cuesta imaginar que son sus manos, tan pequeñas
y ligeras, las que han dado vida a tantas historias. Sin embargo,
la coherencia de su relato da cuenta, casi inmediatamente, del gran
talento del que disfruta su mente no sólo a la hora de dictar
ideas a sus dedos morenos. No en vano el escritor pampino ha vendido
más de 85.000 copias y publicado cinco novelas en menos de
una década. "Es que el público me quiere mucho",
es su tímida respuesta ante el cuestionamiento de su fama
y trayectoria.
Su pasado está
lleno de paisajes secos, de esfuerzos físicos y de sudores
en la frente."Ni los galardones ni los elogios a mi literatura
me harán cambiar nunca", dice. Parece ser verdad, y
quizás el hecho de que su hogar siga siendo el norte lo confirma.
Así, firme y fiel se presenta el escritor frente a su pasado
calichero, al igual que no tartamudea en confirmar que un día
fue obrero.
Al contrario
de muchos de sus pares escritores, Rivera Letelier tiene una vida
que por sí sola sería una gran novela. Nació
en Talca, pero antes de aprender a andar viajó con sus padres
al norte. El cambio de geografía quizás fue un maleficio
para la tropa en el momento, pero hoy la dura vida de las salitreras
y las nuevas escenas que captaban sus ojos son pilares fundamentales
en sus narraciones. Perdió a su madre siendo muy niño
tuvo que crecer de golpe, independizarse. Todas estas vivencias
en la pampa son las que se vuelcan en las páginas de sus
novelas.
CTN: Ud. Perdió a su madre cuando era muy pequeño
(a los nueve años) ¿Cómo influyó eso
en su literatura?
HRL: No sólo influyó en mi literatura, sino que
por supuesto también en mi modo de ser y en lo que ahora
soy. De no haber quedado huérfano a esa edad sería
un hombre totalmente distinto. "Himno de un ángel parado
en un pata" es el libro que te grafica un poco eso, pues considero
que es un grito de soledad en la infancia. Pienso que de haber tenido
a mi madre viva habría sido más extrovertido y mi
literatura más alegre.
CTN: Quizá
si hubiera sido más extrovertido no se habría dedicado
a la literatura.
HRL: Anda tú a saber. Podría ser, pero igual sería
artista, sería pintor. Siempre me gustó el arte.
CTN: ¿Y
tiene aptitudes?
HRL: Sí, cuando chico pasaba puro dibujando. Yo empecé
a escribir a los 21 años, antes de eso pura pintura. Ahora
pinto con palabras.
CTN: Ud.
Hizo un viaje por el continente durante su juventud, ¿Qué
aprendió de esa experiencia?
HRL: Todo. A los 19 años me di cuenta de que no conocía
nada más que la pampa. Hice una mochila y me fui a andar.
Estuve recorriendo tres años. Fue en este viaje que yo descubrí
que era poeta, ahí me puse a escribir. A veces pienso que
de no haber tenido los cojones para irme a caminar no hubiera descubierto
mi talento y a lo mejor sería Jefe de Sección allá
en la pampa.(risas)
CTN: ¿Usted
se arrepiente de algo que haya hecho?
HRL: No me arrepiento de nada, ni siquiera de los treinta años
en que fui explotado, porque si no fuera por esa experiencia no
habría escrito cinco libros.
CTN: Sus
libros parecen muy autobiográficos. ¿Son todos realmente
así?
HRL: Son todos autobiográficos. Todos mis personajes
están sacados de la vida real, están hechos de retazos
de personas que yo conocí. Por ejemplo tú me puedes
decir que mi última obra "Santa María de las
Flores Negras" no puede ser autobiográfica porque está
basada en hechos que ocurrieron en 1907, pero los personajes que
yo creé los armé con recuerdos de calicheros que yo
conocí. Eso también es autobiografía.
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Hernán
Rivera Letelier
(Revista Qué Pasa)
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Literatura
"proleta"
Sus obras siempre
tienen factores comunes que marcan el estilo de Rivera Letelier.
Desde "La Reina Isabel Cantaba Rancheras" (1994), hasta
su última publicación "Santa María de
las Flores Negras", es inevitable que esté presente
la pampa con sus habitantes marginales y la soledad de estos. Ahora
se prepara para cerrar un ciclo de narraciones ambientadas en el
norte y escribir sobre temas nuevos.
CTN: Tengo
entendido que "Santa María de las Flores Negras"
es la última obra que va a ambientar en pampa.
HRL: Por ahora. En estos momentos estoy escribiendo algo totalmente
distinto.
CTN: ¿Me
puede adelantar algo?
HRL: Casi nada, es un secreto de estado. Lo único que
te puedo decir es que es sobre los años sesenta, pero transcurre
en los setenta.
CTN: ¿Qué
significa el 73? ¿Cómo le cambio la vida?
HRL: (Suspiro) A ver
el 73 para mí. bueno ésa
es la clave del libro que estoy haciendo. Yo considero que la gloriosa
década de los sesenta, en la que yo fui muy feliz, terminó
en todo el mundo el 31 de diciembre del año 70, menos en
Chile. Acá siguió esa década y terminó
de un tajo el 11 de septiembre de 1973. Además de los desparecidos,
los fusilados y todo lo que ocurrió, estos huevones nos cagaron
la década del setenta.
CTN: A usted
lo han calificado como: "el único autor proletario de
la narrativa actual". ¿Qué opina de ese calificativo?
HRL: (Risas) No sé, las etiquetas yo se las dejo a los
críticos, es su trabajo. De alguna manera es verdad porque
retrato ese mundo y soy un proletario. En muchos aspectos sigo siendo
un proleta, pero ahora soy un proleta de la literatura.
CTN: ¿Piensa que ha roto con el molde del escritor ilustrado
de buena familia?
HRL: Yo no soy el primero. Antes estuvo Manuel Rojas y otros
que contaron acerca de este mundo marginal y obrero. Ahora la diferencia
es en la forma, en el estilo. Pienso que por ahí estoy haciendo
algo nuevo. Al final el arte es eso, la forma que uno le da. Todo
ya está hecho. Yo no estoy contando nada nuevo, lo estoy
contando de manera distinta.
Los premios
y el Ego
Por reconocimientos
este escritor pampino no se queda atrás. Ha recibido dos
veces el premio del Consejo Nacional del Libro (1994 y 1996) y se
dio el lujo de rechazar el Ancla de Oro, otorgado por la municipalidad
de Antofagasta, por considerarlo "un premio desvirtuado".
En el 2002 fue postulado para el Premio Nacional de Literatura...
no lo ganó. Tras esta derrota hizo algunas declaraciones
que causaron polémica: acusó al galardón de
ser un premio "político" más que literario.
Sus dichos causaron cierto escozor, aunque no se sabe si fue porque
algo de razón tenían o por que quedó en evidencia
que el ego de este autor es algo con lo que no se juega.
CTN: Con
respecto a los premios, ¿Qué tanta importancia les
da usted?
HRL: Mira los premios son importantes al principio, en la medida
en que te dan la seguridad de que lo que estas haciendo no va por
mal camino. Son importantes cuando eres pobre como una rata y los
premios significan unos pesos que te alivian un poco la carga, pero
no influye para nada en la calidad del escritor. Por más
premios que uno gane, no va mejorar la calidad. Estoy mal acostumbrado,
he ganado muchos premios... pero no escribo para eso.
CTN: ¿Para
quién escribe usted?
HRL: Yo escribo para salvarme a mí mismo. Ahora, si lo
que escribo trasciende y es capaz de salvar a otros, tanto mejor,
pero yo escribo para mí.
CTN: El año
anterior usted estaba nominado para el Premio Nacional de Literatura
y lo ganó Volodia Teilelboim. ¿Cree que fue un triunfo
justo?
HRL: Ese premio es ambiguo. Uno no sabe si lo entregan por calidad
de la obra, por trayectoria o por quién vende más
libros.
CTN: Si es
por eso usted vende más.
HRL: Sí, además que yo creo mucho en mi obra.
Yo quedé conforme porque acepté que me postularan
como un saludo a la bandera, pero sabía que no lo iba a ganar.
Es más, sé que nunca me lo van a dar.
CTN: ¿Por
qué tan seguro?
HRL: Porque es un premio que se maneja en las altas esferas
y yo, aparte de estar muy lejos de la capital, no tengo conexión
con ese mundo.
CTN: ¿Usted
cree que el hecho de que viva lejos de la capital ayuda a potenciar
su obra?
HRL: Si esta obra hubiese sido escrita acá habría
tenido los mismos resultados. Lo que pasa es que los lectores sienten
más simpatía por el escritor como personaje. Al saber
que uno es provinciano hay una cierta simpatía incorporada.
CTN: ¿Cómo
anda el ego?
HRL: Bastante elevado, como el de todo escritor que está
satisfecho con su trabajo.
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