Argentina:
El
último reto de la vieja política
Hoy la nación
trasandina padece un cáncer terminal: una clase dirigente
calificada nacional e internacionalmente como corrupta e inoperante.
Bajo esta grave realidad, tendrá que moverse el nuevo presidente
Néstor Kirchner.
Lo importante
es cómo asumirá este desafió y qué medidas
tomará. Pero por sobre todo, se le exigirá que las
soluciones sean bajo la égida de la probidad y la transparencia.
Por
Matías Gazitúa y Claudio Salinas
"Uno no
se enriquece en los mercados internacionales, sino en los pasillos
de la Casa Rosada", señala el sociólogo francés
Alan Touraine respecto a la crisis institucional que vive hoy Argentina.
Esta frase refleja
la descomposición en que se encuentra la clase política
trasandina, donde el clientelismo y el tráfico de influencias
ya son prácticas habituales. Así lo confirma el ciudadano
bonaerense Diego Ricci, entrevistado por CTN vía correo electrónico:
"Nuestros males se deben a la corrupción de los gobiernos
que han privilegiado el negociado y la mantención del poder
por el poder, sin importar cómo está el pueblo".
En ese escenario
actuará el nuevo presidente justicialista, Néstor
Kirchner, quien debe limpiar la administración pública
y, además, enfrentar la grave situación económica
que vive Argentina desde el segundo mandato de Carlos Saúl
Menem (1995-1999). (ver recuadro)
Sin embargo,
el ex gobernador de Santa Cruz es hijo de la política tradicional,
aquella de viejo cuño, la misma que ha provocado el mal momento
actual. Aquel origen lleva a los analistas a preguntarse cómo
desactivará las bombas socioeconómicas, que de no
ser atacadas a tiempo podrían desencadenar, dicen los más
apocalípticos, grandes e inmanejables estallidos sociales.
Los mismos que generaron en su momento la dimisión del presidente
radical, Fernando De La Rúa, a fines de 2001.
Suciedad
transversal
Según
el índice anual de corrupción publicado por Transparencia
Internacional en el 2001, Argentina ocupó el lugar 57 de
91 países. Cifra decidora si se tiene en cuenta que fueron
mejor evaluadas naciones como Perú, Namibia y Colombia. Sin
duda, un diagnóstico lapidario para la élite política.
"En las
provincias existe una burocracia inflada y sumamente torcida, un
sector público que sirve para enriquecer a los políticos
y se utiliza con fines clientelares. Se sabe que en Tucumán,
por ejemplo, de 400 mil plazas de trabajo, 80 mil personas se desempeñan
en el gobierno, y otras 10 mil lo hacen en el sistema federal. Entonces,
allí hay una explicación de los turbios manejos administrativos",
indicó a CTN el historiador de la Universidad de Chile Juan
Cáceres.
La descomposición
imperante no se circunscribe sólo a la clase política,
sino que está enquistada en otros poderes del Estado, como
el judicial. Donde los ministros de la Corte Suprema han sido elegidos,
desde la década del 60 hasta hoy, por los distintos mandatarios
de turno. Además, la duración de los jueces en sus
cargos se redujo de doce a cuatro años, perdiendo con ello
su independencia frente al ejecutivo.
Para Cáceres
una muestra clara de esta sumisión, es la candidatura de
Menem a la primera magistratura, "quien buscaba la anulación
del juicio por su eventual participación en el trafico de
armas a Croacia y Ecuador".
No sólo
los políticos profitan del endeble sistema. Las clases acomodadas
también hacen lo suyo. "El aparato fiscal argentino
tiene fallas muy profundas: hay una bajísima recaudación
tributaria y un alto grado de evasión, lo que termina por
golpear a los pobres porque en general son los ricos quienes pueden
pagar impuestos", aseveró el pensador galo Pierre Rosanvallon
a la revista bonaerense Tres Puntos.
Kirchner
versus Kirchner
En medio de
los cacerolazos que propiciaron las renuncias de Fernando De La
Rúa y Adolfo Rodríguez Saa, se escuchó en cada
rincón del país trasandino: "¡Que se vayan
todos!" Sentimiento que perdura en gran parte de la población,
la cual exige una total renovación de la clase dirigente.
Aquello quedó
demostrado en la serie de encuestas previas a la primera ronda electoral:
casi el 70 % del electorado se manifestó en contra del ex
presidente Carlos Menem, a quien se le sindica como el más
claro ejemplo de la vieja y corrupta política argentina.
Kirchner tampoco
es muy apreciado por los votantes. Sin embargo, es visto como un
mal menor. "Es un títere de Duhalde que gobernará
junto con el aparato inepto y corrupto que hoy demagógicamente
ostenta el poder", señaló a CTN un pesimista
contador público bonaerense, Raúl Sena.
Consideraciones
más, consideraciones menos, el ex gobernador ya es una realidad.
Por ello, lo crucial es cómo resolverá la intrincada
madeja económica y social que enfrenta. Desde 1999 a esta
fecha la tasa de desempleo ha oscilado entre el 15 y el 20 % de
la población económicamente activa, y alrededor del
60 % vive bajo la línea de la pobreza.
El presidente
electo ya ha dado el primer paso. Mantendrá a Roberto Lavagna
en la cartera de Economía, quien ha controlado la hiperinflación,
restablecido los flujos de dinero tras el corralito y creado un
número importante de empleos.
Económicamente,
Kirchner se define como neokeynesiano y desarrollista, lo cual significa
incentivar el crecimiento hacía dentro con más exportaciones
mediante la creación de un gran centro industrial. Según
Cáceres, lo más probable es que el mandatario peronista
renegocie la deuda externa, reestructure el sistema bancario y aplique
un shock para generar empleos.
Pese a estas
buenas intenciones, "mientras discutimos sobre macroeconomía,
el default (Moratoria de pagos de la deuda), mientras discutimos...
estamos olvidando cómo vive la gente. Si no reestablecemos
un flujo de dinero efectivo, los estallidos sociales reaparecerán
y pondrán en jaque el destino del nuevo gobierno", enfatiza
el analista argentino Rosendo Fraga.
Si bien el meollo
del asunto es cómo Kirchner superará la crisis, no
es menos importante la forma en que lo haga. Pues, se le exigirá
transparencia, liderazgo democrático y una renovación
paulatina de la dirigencia. O si no, correrá la misma suerte
que sus antecesores.
El
ocaso de Menem
"Los
resultados de estos comicios no pueden interpretarse linealmente
como un triunfo de 'la vieja política'. Todo sugiere
que se abrió un período de cambios. Los partidos
tradicionales se fracturan y sus dirigentes más anacrónicos
ya no pueden eludir el juicio negativo de los ciudadanos que,
expresado otra vez por medio del voto, los deja cerca del
retiro definitivo", afirma José Eduardo Jorge,
director de la revista argentina Cambio Cultural.
Este es el caso del ex presidente Carlos Menem, quien pese
a obtener la más alta votación (24.4%) - en
la primera ronda presidencial - declinó presentarse
al ballottage. Hecho que ocurrió luego de conocer los
resultados de las encuestas preliminares, que lo daban por
seguro perdedor con una diferencia de aproximadamente 30 puntos
del ex gobernador de Santa Cruz.
Tras producirse la deserción de Menem, Kirchner se
convirtió, automáticamente, en presidente electo
argentino. El único detalle es que asume, el próximo
25 de mayo, con una adhesión popular muy baja: el 22%
de los sufragios, obtenidos en la primera vuelta electoral.
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Sitios relacionados
www.clarin.com
www.cambiocultural.com.ar/actualidad
www.globalización.org/argentina/ArgentinaEn
Crisis.htm
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