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Vigorexia:
Seudo deportistas

La práctica de cualquier disciplina deportiva requiere del entrenamiento sistemático de nuestro cuerpo. Sin embargo, son muchos los que mal entienden esta idea sobrepasando sus límites.

Los gimnasios reúnen a estos fanáticos de la musculatura, quiénes ocupan cualquier artimaña para poder conseguir un físico extremadamente vigoroso.

Por Makarena Estrella y Pascale Fuentes


En el pasado quedó el mito de que solamente las mujeres se preocupan de su apariencia. Es más, los llamados “metrosexuales”, es decir, hombres muy preocupados de su cuerpo, abundan hoy por hoy, recurriendo a diversos centros de estética y gimnasios para mejorar sus físicos. Lo complicado es cuando se extreman estos cuidados, pues pueden llevar a surgir trastornos similares a la anorexia y a la bulimia, lo que es cada vez más frecuente en nuestra sociedad. Es así como una tarde en un gimnasio de la capital basta para advertir que no son pocos los obsesionados con parecerse a Rocky, ocupando cualquier medio para llegar a ello.

De esta manera, la vigorexia es cada vez menos desconocida, pues la cantidad de enfermos es creciente. La patología se conoce también como Complejo de Adonis, como una forma de ejemplificar en el personaje griego, el cuerpo ideal al que aspiran quienes la padecen. Y es que el hermoso joven mitológico, asediado por Afrodita y Perséfone, parece ser el icono de quienes hacen del gimnasio su segundo hogar. Puede tener su analogía en la anorexia, pero lo que los vigoréxicos desean encarecidamente es robustecer su cuerpo, lograr aquellos amplios y tensos músculos que en época de veraneo puedan ser expuestos al sol, brillando humedecidos por un aromático aceite de coco.

Sin embargo, hay que tener claro que la vigorexia va mucho más allá de una simple vanidad, pues tal como lo señala a CTN Alejandro Ostoic, profesor de Biomecánica aplicada a la Educación Física en la Universidad Católica Silva Henríquez, la enfermedad es un “desorden emocional que evoluciona a un cuadro obsesivo compulsivo, que hace que los afectados se sientan fracasados, abandonen sus actividades sociales (ermitaños físicos) en pos de un entrenamiento patológicamente frecuente”.

Pero tampoco hay que creer que todos los asiduos al gimnasio son potenciales vigoréxicos. Esto porque el perfil de diagnosticado con la enfermedad se enmarca en personas poco maduras, introvertidas, con problemas de integración, baja autoestima y rechazo de su imagen. Además, el trastorno puede ir acompañado de ansiedad, depresión y otros problemas obsesivos, así como un deterioro de sus relaciones con las otras personas.

De esta manera, se puede decir que la vigorexia va siempre asociada a otras patologías tal como la anorexia y bulimia y sus consecuencias suelen ser tan terribles como las de esas enfermedades. Los problemas físicos van desde una desproporción entre el cuerpo y la cabeza, hasta problemas óseos y articulares debido al peso extra que tiene que soportar el esqueleto, falta de agilidad y acortamiento de músculos y tendones. Por otro lado, la dieta que sigue un vigoréxico es muy poco equilibrada y saludable, pues eliminan las grasas y consumen desmedidamente proteínas, obligando al hígado a trabajar exageradamente, todo en pos de lo que consideran un cuerpo perfecto que sea capaz de cumplir a la hora de levantar pesas.

El problema se agrava cuando se toman sustancias artificiales para mejorar y optimizar los entrenamientos. Los esteroides y anabolizantes favorecen la formación de masa muscular, pero sus riesgos son muchos: más probabilidades de padecer enfermedades cardiovasculares, lesiones hepáticas, disfunciones eréctiles, disminución del tamaño de los testículos y mayor propensión al cáncer de próstata.

 

Enfermedad de nuestra época

El exagerado culto al cuerpo es propio de nuestros tiempos. Tanto que muchos culpan a los medios de comunicación de promover la moda de un cuerpo perfecto totalmente esteriotipado. Ostoic es categórico al considerar la vigorexia como una “patología obsesiva compulsiva del siglo XXI” y señala que muchos especialistas ven como principal causa la influencia de modelos socioculturales propios de este siglo, que llevan a los más susceptibles a desear una imagen perfecta para entrar dentro de los cánones de la moda.

No por nada es una enfermedad que surge en Estados Unidos, entre la comida chatarra, las luchas libres y los Gladiadores Americanos. Esta imagen de hombre corpulento y “vigoroso”, remarcada en la televisión y fomentada por la publicidad, casi se introdujo como cualquier otro producto de importación y ya está asentada y con un público estable dentro de la capital.

Se constituye así una conducta autodestructiva, para recuperar la autoestima y superar el miedo al fracaso. De esta manera, no es rara la proliferación cada vez más acelerada de gimnasios, llenando sus vacantes instantáneamente después de una serie de propagandas que embrujan con la promesa de un cuerpo ideal y supuestamente aceptado socialmente.

No es raro tampoco ver a personas que madrugan para esperar la apertura de los gimnasios diariamente y empezar la rutina que los llevará al ansiado físico perfecto. Jaime Rojas, profesor del gimnasio del Club Acuático de Puente Alto, dijo a CTN que muchas personas se pasan el día tomando bebidas energizantes o se levantan a las dos de la mañana a tomar batidos especiales que dicen tonificar su musculatura. Según Rojas, los obsesionados con los músculos ven su imagen difusa y siempre les falta más. Los pesos no son suficientes y por ello se esmeran en agregarle carga a sus espaldas y brazos, que suelen ser desmedidos.

Es por eso que es tan relevante la guía de una persona especializada, que sepa que es lo mejor para el cuerpo y hasta qué punto puede ejercitarse. Para Yanine Zamorano, profesora de Educación Física, “es necesario un ejercicio planificado, apto para cada caso y que se adecue a las necesidades de cada persona, sin pasarse de los límites propios que impone el organismo”. Estos seudo deportistas, creen que la base para ejercitar una disciplina competitiva -como la halterofilia, el box, el rugby- está en el aumento de sus dimensiones físicas, y para ellos está claro que pueden recurrir a cualquier artimaña para lograrlo, afirmó Zamorano para CTN.

De esta manera, no hay que confundir un ejercicio bien hecho con comportamientos que poco tienen de sanos. Según Ostoic, muchas de las nuevas tendencias en Educación Física señalan que el ejercicio es el medicamento o terapia más económica para neutralizar el estrés, tan típico de la sociedad actual. Así, para el profesional el ejercicio mejora la calidad de vida y no puede traer otra cosa que beneficios físicos como también un enriquecimiento del espíritu.

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