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La ambición de Villouta

“Llegué hasta cuarto medio, tengo un departamento increíble, un programa de radio la raja, un programa de cable, voy a publicar un libro en tres meses, mi hermana chica vive conmigo, y la gente sabe que si me contrata va a tener a un hueón trabajando que le va a generar ideas”.

Por Cecilia Anríquez y Álvaro Suckel F.


José Miguel Villouta tenía ocho años cuando se dio de cuenta que era gay porque le gustaba mirar a sus compañeros en el camarín del colegio Grange. Debe haber sido por su formación inglesa que para muchos representa el lado alternativo en su versión más británica; debe ser porque ese ambiente crea rugbistas y empresarios que Villouta decidió qué lo suyo era escribir.

Antes de salir de cuarto medio entró a la Zona de Contacto, publicación juvenil del Mercurio que reclutó a varios jóvenes, muchos de ellos escolares, en talleres de periodismo y literatura. “Yo vengo del taller literario de la Zona de Contacto. Hice cuatro años de taller con Fuguet. No tengo la estructura de la pirámide invertida, pero quizás si de contar historias de la narrativa.”

De ahí saldrían varias de las figuras del periodismo actual, sin embargo aunque entró a estudiar la carrera a la Universidad Diego Portales decidió abandonar la formación universitaria -después de hacer cuatro veces primer año- simplemente por el gusto de pensar, que a estas alturas, más que un gusto, resulta una necesidad. “En la Portales hice cuatro veces primer año de periodismo. Y me fui de la universidad cuando me di cuenta que no me estaban enseñando a pensar, analizar ni a ver qué pasaba. Sólo me estaban enseñando a escribirle a un hueón. A un hueón Edwards que él si puede tener opinión. A los periodistas los crían con una hueá de que está pésimo opinar. ¿Quién se enoja si uno opina? El profesor de periodismo y el dueño del medio.”

Actualmente tiene un programa de música y entrevistas en el canal de cable Vía X. Sus últimas apariciones en televisión abierta fueron este año, primero como juez opinólogo de Vértigo – su participación duró un programa – y luego como panelista de “Viva la mañana”, el matinal de Canal 13.
“Cuando trabajaba de panelista en el matinal del trece, pensaba que tenía que pagar el arriendo. Y me pagaban cuarenta lucas por cada vez que iba. Con un par de idas lo pagaba”.

CTN: ¿Te sentías como un mercenario en la “Mañana del Trece”?
R: No. Ahora que lo pienso bien no. Antes la verdad sí. Ser opinólogo es una hueá muy fea. Los opinólogos son como el Bronx, nadie quiere entrar, son unos pandilleros que se disparan entre ellos. Algo muy poco importante. Me gusta opinar, pero opinar de farándula me interesó en su momento, pero la verdad es que ahora no.

José Miguel Villouta es un tipo inteligente y con opinión para todo. Pero también es un hombre de comunicaciones que sabe del poder de los medios y escribe libretos para otro tipo de público, que no es el chileno común. Un comunicador que hace televisión para un grupo determinado de un cierto nivel cultural. En definitiva, Villouta escribe para él, hace lo que quiere y sólo le gustaría estar en televisión abierta para ganar más plata porque detrás de esto esta el empresario que quiere tener una productora y hacer sus programas sólo por el placer de hacer lo que le gusta.

CTN: ¿A que público te interesa llegar?
R:
Me dirijo a un público que en rigor es a mí. Que lee libros, que le interesa la política, el buen espectáculo. En el fondo me dirijo a un público que ve cable. No me dirijo a la señora Juanita.

CTN: ¿Te gusta ser jefe, tener tu programa y mandar?
R:
De pendejo que siempre he sido jefe. Desde que trabajaba en la radio Carolina que lo he sido. Y así es como el día de mañana voy a terminar siendo el jefe de un canal, el jefe de alguna hueá.

CTN: ¿Qué quieres ser, un empresario de las comunicaciones?
R:
Absolutamente. Es muy interesente tener una productora, hacer estudios de medios. Por eso me dedico a la hueá, estoy leyendo estructuralistas, por ejemplo.

Una cosa no se le puede discutir y es que en tiempos de tanto acomodo, Villouta se ha mantenido fiel a su credibilidad desde un espacio alternativo, caracterizado por su propio estilo, un sello que tiene que ver con un buen conversador, inteligente y agudo, pero muy poco objetivo y bastante visceral. Muchas han sido las veces en que ha terminado enrostrándole críticas a sus entrevistados desde el prisma de sus propias convicciones. Ejemplos de esto fueron la entrevista a Luisa Duran y al ministro Francisco Vidal, apelando por el derecho de los homosexuales como ciudadanos comunes y completos.

CTN: ¿Cómo calificarías lo que haces en El Interruptor, como una entrevista o una conversación?
R:
Básicamente, las entrevistas en televisión son conversaciones actuadas. No es una conversación de verdad. El entrevistado sabe que está delante de las cámaras. Teniendo eso en cuenta, debo lograr que está conversación actuada se acerque lo más posible a la realidad.

CTN: ¿Sabes lo qué quieres lograr de tu entrevistado?
R:
Me siento siempre con 30 preguntas que me interesan, no con preguntas que le puedan interesar a la gente. Las preguntas las escribo yo, quiero saber algo y lo pregunto, así es más verdadero. Si hay algo que encuentro ordinario del periodismo es esa actitud del periodista que pregunta lo que se debe preguntar. En Chile el entrevistador entrevista y busca cierta aprobación, porque es súper fácil que ellos se nublen con el poder. He entrevistado a la gente más inteligente de este país y no busco hacerme amigo de ellos a través de la entrevista, quedar como inteligente. Pregunto lo que me gustaría robarles de información.

CTN: ¿Y qué pasa cuando un entrevistado empieza a dar la lata?
R:
Ahí cagaste de antes. Tu trabajo es pautear a entrevistados que no la den. Y si lo hiciste, significa que no eres buen periodista, y no cachaste a quién ibas a entrevistar. A ese huevón no lo debería haber llamado antes.

CTN: A ver, ¿para ser entrevistado es requisito ser inteligente?
R:
No. Tiene que ser interesante o emocionante. Ponte tú, Pamela Leroy (coanimadora de Mekano), no es que sea tonta pero no es Hernán Rivera Letelier. Pero sí es interesante porque es atractivo saber que pasa en la cabeza de una animadora juvenil. Representa a alguien en el imaginario nacional.

Es imposible pensar en él, sin su mirada aguda de una sociedad que necesita cambios radicales, especialmente en el ámbito de la tolerancia. Villouta tiene tribuna, los medios lo buscan para que opine, para que hable de televisión, de periodismo, de la conductas sociales, pero de cualquier forma reconoce sentirse más cómodo desde el sillón del entrevistador

José Miguel Villota se siente llamado a reivindicar los derechos desde la perspectiva de ciudadanos comunes que participan del Estado a través del pago de impuestos y las votaciones, pero que al no estar amparados constitucionalmente quedan completamente desprotegidos y condenados a vivir solos, sin pareja o hijos.

CTN: Dijiste que la fama no te interesa, pero sí ser un referente para las minorías del país.
R:
No me interesa salir en TV y Novelas o la Paula. Es taquillero, las fotos son bonitas y tu pareja te encuentra más cachondo. Pero si me interesaría salir en la enciclopedia. Esa es la hueá a que yo aspiro. Salir como una persona importante en las comunicaciones y el periodismo de este país. En rigor, cuando digo que quiero ser un referente a las minorías. Estoy conciente que tienen que haber más referentes gays que Jordi Castell. Tú sabís que los medios crean realidad. Y cuando sale Italo Passalaqcua, Jordi Castell en los medios, representando a los gays, estás construyendo esa realidad y es una hueá muy dolorosa, porque esa no es la realidad. Y yo veo a los pendejos gays que ven a Jordi como un modelo, cómo lo hace, qué hace. Y yo les digo hueón, apaga esa hueá. El mundo gay es frívolo porque los modelos a seguir lo han sido. Yo quiero representar o crear otra realidad, distinta. Yo he terminado accediendo a otros círculos, pero no porque soy un buen decorador. La comunidad gay entró al establishment a través de la peluquería, a través de la dirección de arte, fotógrafos, asesores de imagen. Y lo que tiene que existir es un gay que se siente en Tolerancia Cero, ahí nos vamos a echar para atrás. Eso quiero mostrarle a los pendejos, que pueden salir del closet y después debatir con Luksic. Por eso en la cultura popular deben nacer estos personajes.

Villouta tiene un mundo, un espacio que se esta abriendo. Mientras tanto, quienes se identifican con él o simplemente simpatizan saben donde ubicarlo, Habrá que esperar un tiempo para ver si “El Interruptor” se emitirá en Chilevisión, luego de haber sido comprado por Piñera, si “Cabra Chica Gritona” tendrá su versión de pendejo mamón en algún canal para todos. Si los medios dejarán de llamar a los gays para que adornen sus programas en la voluntad de parecer más abiertos y tolerantes, mientras él amasa sus ideas y traspasa sus historias a todos, tontos e inteligentes, mortales comunes al fin y al cabo.

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