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José Miguel Villouta tenía ocho años cuando
se dio de cuenta que era gay porque le gustaba mirar a sus compañeros
en el camarín del colegio Grange. Debe haber sido por su
formación inglesa que para muchos representa el lado alternativo
en su versión más británica; debe ser porque
ese ambiente crea rugbistas y empresarios que Villouta decidió
qué lo suyo era escribir.
Antes de salir de cuarto medio entró a la Zona de Contacto,
publicación juvenil del Mercurio que reclutó a varios
jóvenes, muchos de ellos escolares, en talleres de periodismo
y literatura. “Yo vengo del taller literario de la Zona
de Contacto. Hice cuatro años de taller con Fuguet. No
tengo la estructura de la pirámide invertida, pero quizás
si de contar historias de la narrativa.”
De ahí saldrían varias de las figuras del periodismo
actual, sin embargo aunque entró a estudiar la carrera
a la Universidad Diego Portales decidió abandonar la formación
universitaria -después de hacer cuatro veces primer año-
simplemente por el gusto de pensar, que a estas alturas, más
que un gusto, resulta una necesidad. “En la Portales hice
cuatro veces primer año de periodismo. Y me fui de la universidad
cuando me di cuenta que no me estaban enseñando a pensar,
analizar ni a ver qué pasaba. Sólo me estaban enseñando
a escribirle a un hueón. A un hueón Edwards que
él si puede tener opinión. A los periodistas los
crían con una hueá de que está pésimo
opinar. ¿Quién se enoja si uno opina? El profesor
de periodismo y el dueño del medio.”
Actualmente tiene un programa de música y entrevistas en
el canal de cable Vía X. Sus últimas apariciones
en televisión abierta fueron este año, primero como
juez opinólogo de Vértigo – su participación
duró un programa – y luego como panelista de “Viva
la mañana”, el matinal de Canal 13.
“Cuando trabajaba de panelista en el matinal del trece,
pensaba que tenía que pagar el arriendo. Y me pagaban cuarenta
lucas por cada vez que iba. Con un par de idas lo pagaba”.
CTN: ¿Te sentías como un mercenario en
la “Mañana del Trece”?
R: No. Ahora que lo pienso bien no. Antes la
verdad sí. Ser opinólogo es una hueá muy
fea. Los opinólogos son como el Bronx, nadie quiere entrar,
son unos pandilleros que se disparan entre ellos. Algo muy poco
importante. Me gusta opinar, pero opinar de farándula me
interesó en su momento, pero la verdad es que ahora no.
José Miguel Villouta es un tipo inteligente y con opinión
para todo. Pero también es un hombre de comunicaciones
que sabe del poder de los medios y escribe libretos para otro
tipo de público, que no es el chileno común. Un
comunicador que hace televisión para un grupo determinado
de un cierto nivel cultural. En definitiva, Villouta escribe para
él, hace lo que quiere y sólo le gustaría
estar en televisión abierta para ganar más plata
porque detrás de esto esta el empresario que quiere tener
una productora y hacer sus programas sólo por el placer
de hacer lo que le gusta.
CTN: ¿A que público te interesa llegar?
R: Me dirijo a un público que en rigor es a mí.
Que lee libros, que le interesa la política, el buen espectáculo.
En el fondo me dirijo a un público que ve cable. No me
dirijo a la señora Juanita.
CTN: ¿Te gusta ser jefe, tener tu programa y mandar?
R: De pendejo que siempre he sido jefe. Desde que trabajaba
en la radio Carolina que lo he sido. Y así es como el día
de mañana voy a terminar siendo el jefe de un canal, el
jefe de alguna hueá.
CTN: ¿Qué quieres ser, un empresario de
las comunicaciones?
R: Absolutamente. Es muy interesente tener una productora,
hacer estudios de medios. Por eso me dedico a la hueá,
estoy leyendo estructuralistas, por ejemplo.
Una cosa no se le puede discutir y es que en tiempos de tanto
acomodo, Villouta se ha mantenido fiel a su credibilidad desde
un espacio alternativo, caracterizado por su propio estilo, un
sello que tiene que ver con un buen conversador, inteligente y
agudo, pero muy poco objetivo y bastante visceral. Muchas han
sido las veces en que ha terminado enrostrándole críticas
a sus entrevistados desde el prisma de sus propias convicciones.
Ejemplos de esto fueron la entrevista a Luisa Duran y al ministro
Francisco Vidal, apelando por el derecho de los homosexuales como
ciudadanos comunes y completos.
CTN: ¿Cómo calificarías lo que haces
en El Interruptor, como una entrevista o una conversación?
R: Básicamente, las entrevistas en televisión
son conversaciones actuadas. No es una conversación de
verdad. El entrevistado sabe que está delante de las cámaras.
Teniendo eso en cuenta, debo lograr que está conversación
actuada se acerque lo más posible a la realidad.
CTN: ¿Sabes lo qué quieres lograr de tu
entrevistado?
R: Me siento siempre con 30 preguntas que me interesan,
no con preguntas que le puedan interesar a la gente. Las preguntas
las escribo yo, quiero saber algo y lo pregunto, así es
más verdadero. Si hay algo que encuentro ordinario del
periodismo es esa actitud del periodista que pregunta lo que se
debe preguntar. En Chile el entrevistador entrevista y busca cierta
aprobación, porque es súper fácil que ellos
se nublen con el poder. He entrevistado a la gente más
inteligente de este país y no busco hacerme amigo de ellos
a través de la entrevista, quedar como inteligente. Pregunto
lo que me gustaría robarles de información.
CTN: ¿Y qué pasa cuando un entrevistado
empieza a dar la lata?
R: Ahí cagaste de antes. Tu trabajo es pautear
a entrevistados que no la den. Y si lo hiciste, significa que
no eres buen periodista, y no cachaste a quién ibas a entrevistar.
A ese huevón no lo debería haber llamado antes.
CTN: A ver, ¿para ser entrevistado es requisito
ser inteligente?
R: No. Tiene que ser interesante o emocionante. Ponte
tú, Pamela Leroy (coanimadora de Mekano), no es que sea
tonta pero no es Hernán Rivera Letelier. Pero sí
es interesante porque es atractivo saber que pasa en la cabeza
de una animadora juvenil. Representa a alguien en el imaginario
nacional.
Es imposible pensar en él, sin su mirada aguda de una
sociedad que necesita cambios radicales, especialmente en el ámbito
de la tolerancia. Villouta tiene tribuna, los medios lo buscan
para que opine, para que hable de televisión, de periodismo,
de la conductas sociales, pero de cualquier forma reconoce sentirse
más cómodo desde el sillón del entrevistador
José Miguel Villota se siente llamado a reivindicar los
derechos desde la perspectiva de ciudadanos comunes que participan
del Estado a través del pago de impuestos y las votaciones,
pero que al no estar amparados constitucionalmente quedan completamente
desprotegidos y condenados a vivir solos, sin pareja o hijos.
CTN: Dijiste que la fama no te interesa, pero sí
ser un referente para las minorías del país.
R: No me interesa salir en TV y Novelas o la Paula. Es
taquillero, las fotos son bonitas y tu pareja te encuentra más
cachondo. Pero si me interesaría salir en la enciclopedia.
Esa es la hueá a que yo aspiro. Salir como una persona
importante en las comunicaciones y el periodismo de este país.
En rigor, cuando digo que quiero ser un referente a las minorías.
Estoy conciente que tienen que haber más referentes gays
que Jordi Castell. Tú sabís que los medios crean
realidad. Y cuando sale Italo Passalaqcua, Jordi Castell en los
medios, representando a los gays, estás construyendo esa
realidad y es una hueá muy dolorosa, porque esa no es la
realidad. Y yo veo a los pendejos gays que ven a Jordi como un
modelo, cómo lo hace, qué hace. Y yo les digo hueón,
apaga esa hueá. El mundo gay es frívolo porque los
modelos a seguir lo han sido. Yo quiero representar o crear otra
realidad, distinta. Yo he terminado accediendo a otros círculos,
pero no porque soy un buen decorador. La comunidad gay entró
al establishment a través de la peluquería, a través
de la dirección de arte, fotógrafos, asesores de
imagen. Y lo que tiene que existir es un gay que se siente en
Tolerancia Cero, ahí nos vamos a echar para atrás.
Eso quiero mostrarle a los pendejos, que pueden salir del closet
y después debatir con Luksic. Por eso en la cultura popular
deben nacer estos personajes.
Villouta tiene un mundo, un espacio que se esta abriendo. Mientras
tanto, quienes se identifican con él o simplemente simpatizan
saben donde ubicarlo, Habrá que esperar un tiempo para
ver si “El Interruptor” se emitirá en Chilevisión,
luego de haber sido comprado por Piñera, si “Cabra
Chica Gritona” tendrá su versión de pendejo
mamón en algún canal para todos. Si los medios dejarán
de llamar a los gays para que adornen sus programas en la voluntad
de parecer más abiertos y tolerantes, mientras él
amasa sus ideas y traspasa sus historias a todos, tontos e inteligentes,
mortales comunes al fin y al cabo.
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Miguel Villouta