Manuel
Baquedano, ecologista:
Chile a la deriva en su
estrategia energética
La realidad sobre las reservas de energía
de nuestro planeta saltó al primer plano, mezclada con noticias
de terrorismo y guerra. Hoy Chile es consciente de la amenaza de
la escasez para hacer andar los motores del desarrollo, y todos
nuestros aparatos cotidianos.
Se escuchan las voces del ambientalismo: “te lo dije”.
El sociólogo Manuel Baquedano, presidente del Instituto de
Ecología Política estudia las cartas ya listas para
comenzar a jugar en el nuevo orden energético mundial.
Por
Janisse Huambachano y Natalia Araya
Manuel
Baquedano Muñoz es sociólogo, estudió en la
Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Es destacada
figura del ambientalismo activo hace 25 años, ha participado
en el movimiento ecologista internacional, colaborado en numerosas
publicaciones sobre este tema. Actualmente está terminando
un libro sobre el conflicto de Ralco, al cual considera una de sus
más amargas derrotas.
CTN:
Tomando en consideración la guerra de Irak, también
el informe climático ocultado por el Pentágono, hasta
el racionamiento de gas argentino. ¿Qué dimensiones
estima usted que tiene la crisis energética actual?
MB: Uno es la crisis derivada de los cambios climáticos.
Por primera vez la civilización humana interviene sobre los
tiempos biológicos de la evolución y eso genera un
proceso de cambios artificiales de climas que probablemente llevarán
a la Tierra a un nuevo estado de equilibrio dentro de los tres mil
próximos años. Sin embargo, vamos a pasar por un período
de turbulencias, marcadas por la imprevisibilidad que va a tener
el clima.
El Pentágono no ha dicho nada nuevo, simplemente ha corroborado
escenarios estudiados. Desde el punto de vista del gran público,
esta nueva “etapa de fin de mundo”, va a ser percibida
por una generación más entendida. (Ver recuadro)
La crisis de fondo es una crisis civilizatoria que estamos viviendo
por los recientes cambios climáticos. Y si la especie humana
no es capaz de adaptarse, entonces va a desaparecer.
En el plano de la geopolítica internacional estamos viviendo
un período en el cual la era de los combustibles fósiles
–petróleo, carbón y gas– comienza a terminarse.
Por lo tanto, las fuentes de energía pasan a ser objetivos
estratégicos. De ahí el caso de Irak, donde el petróleo
es el motivo central de la invasión. En los próximos
años es posible que se reproduzca esa situación y
los conflictos por el control de estos últimos recursos.
CTN: ¿Cuál es la situación de Chile
en este contexto?
MB: Este agotamiento de recursos también
afecta a Chile, puesto que la matriz energética chilena en
los últimos diez años ha introducido como vector importante
el uso del gas natural, a partir de dos supuestos. Uno, explícito,
es que Argentina tiene suficiente reservas de gas que pueden administrar
un desarrollo. El supuesto implícito es que la integración
económica del Cono Sur iba a permitir que el gas circulase
de país en país y por lo tanto pudiese ser tomado
de cualquier fuente. Se suponía que íbamos a tener
acceso a las fuentes energéticas de gas de Bolivia y Perú.
En este camino la diplomacia daba por supuesto que iba a haber una
integración política y cultural debido a la integración
económica. Las fuentes energéticas argentinas, sabemos
que son para ocho o diez años aunque se invierta en nuevos
yacimientos.
La salida del gas desde Bolivia hacia el Pacífico, pasando
por el norte de Chile, suponía entonces crear la infraestructura
básica para que después las condiciones políticas
dieran por hecho la conexión hacia nuestro país. El
gas boliviano iba a llegar por Argentina o sacando un pequeño
ramal desde la hipotética salida hacia Estados Unidos.
CTN: Pero esos supuestos no se han materializado. ¿Qué
hacer entonces?
MB: Grupos ecologistas hemos avanzado bastante
en cuanto a posicionar las energías renovables versus aquellas
que explotan las fuentes de energía del sur de Chile o la
energía atómica como una salida de largo plazo.
CTN: ¿Qué impacto ambiental tendría
que Chile sembrase el sur de centrales hidroeléctricas?
MB: El proyecto del Bío-bío contempla
la construcción de siete centrales, entre Pangue y Ralco
se iban a construir un conjunto de represas en la principal cuenca
de nuestro país. Nosotros somos partidarios de que en Chile
hayan medianas centrales hidroeléctricas de pasada que no
requieren un gran embalse sino que aprovechan el flujo energético.
No hay un problema real de impacto ambiental, no secan un lugar
porque no necesitan un aprovisionamiento muy grande
Debido a los cambios climáticos no se puede pasar de tener
una seguridad centrada en el gas a una seguridad centrada en las
plantas hidroeléctricas. Porque si ahora le estamos rogando
a los argentinos, mañana le vamos a estar rogando a Dios
o San Pedro para que llueva.
Reemplazar el gas va a ser difícil, puesto que una central
hidroeléctrica, de una magnitud como la de Ralco toma diez
años entre su diseño, permiso y construcción.
Cambiarse a eso sería un nuevo error.
Yo creo que llegó el momento en que Chile podría o
bien avanzar hacia la energía nuclear –de la que no
soy partidario– o hacia un proyecto centrado en la energía
renovable, donde se utilizan las fuentes que están con un
cierto grado de control, como la energía solar.
CTN:
¿Qué sería lo más sustentable para las
economías locales y las comunidades? Porque todas las grandes
inversiones finalmente se traducen en costos para los usuarios.
MB: En los últimos dos años elaboramos
bajo el programa de Chile Sustentable – del cual forma parte
este instituto – una ley de energía renovable. Esta
ley contempla, en función de la normativa chilena, mecanismos
para estimular la producción de energía renovable:
que las pequeñas producciones de energía se puedan
insertar en el sistema interconectado. Por ejemplo, si mi molino
de viento produce cuatro megawatts, que el sistema interconectado
me compre la energía que no utilizo, hace más rentable
mi inversión. Eso ya fue logrado en la llamada “ley
corta” de electricidad, que fue discutida en el Congreso.
Hemos avanzado en esta crisis en el compromiso que tenemos con el
ministro de Economía, que ya habló con el ministro
de Hacienda para mandar antes de fin de año una ley de energía
renovable. En esta se crea un fondo, igual al Fondo de Riego, que
incentiva las inversiones en energía renovable.
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Agregamos a esto que el cinco de junio va a haber a una conferencia
mundial en Bonn sobre energías renovables, donde Alemania
va a anunciar un empréstito al Tercer Mundo de mil millones
de dólares para construir fuentes de energía renovables.
Muy distinto es el escenario nuclear, donde cualquier central cuesta
miles de millones de dólares porque no sólo hay que
solucionar la instalación de la central, sino que también
el manejo de los desechos. Esta situación aun no está
resuelta en el mundo y en ese sentido yo pienso que es el momento
para que la crisis termine diversificando la matriz energética.
No vamos a poder eliminar el uso del petróleo o el gas pero
vamos a avanzar hacia una seguridad energética basada en
una diversificación. La asociación de empresarios
que trabajan estas energías tiene proyectos que en dieciocho
meses son capaces de instalar una potencia similar a la de Ralco,
si es que se les facilita el marco constitucional y se entregan
algunos elementos crediticios.
CTN:
Hace dos semanas José Yuraszeck en la Entrevista del Domingo
de TVN, habló de construir una central hidroeléctrica
en el río Baker y tirar el tendido de alta tensión
hacia el norte, atravesando el Proyecto Parque Pumalín.
MB: Siempre hemos dicho que la lucha contra Tompkins
no tiene mucho que ver con la ecología profunda, tiene que
ver con los intereses económicos que están detrás,
en los momentos claves siempre ha aflorado Endesa, que es una empresa
internacional española.
Tendrían que hacer una represa de gran magnitud en el Baker,
sin embargo la inversión en interconexión es muy grande.
Traer la electricidad desde la producción al consumo significa
una pérdida en transmisión de alrededor de un 30%.
Por eso es que floreció la industria del gas, porque la planta
generadora de electricidad queda al lado del consumo, como la que
tenemos en Renca.
En este otro caso, traer estas grandes cantidades de electricidad
desde el extremo sur hacia el resto de Chile indudablemente va a
pasar por tierras de Pumalín, que no es la ruta más
lógica, lo más lógico es traerla por Argentina.
Por lo tanto, ahí va a haber un conflicto importante que
yo creo que siempre ha estado detrás del conflicto de Pumalín.
CTN: ¿Están haciendo las empresas un lobby
contrario a lo que hacen los ambientalistas?
MB: Yo creo que en el fondo el gobierno tiene un
margen muy estrecho. Se jugó casi todas las cartas al gas
y hoy nos queda solucionar el problema boliviano en forma pacífica
o inventando algo parecido a lo de Irak, cosa que yo no comparto.
Dentro de las hipótesis, no sé hasta que punto, una
continuación de la administración Bush vea en un posible
gobierno de Evo Morales una desestabilización profunda de
América del Sur. No descarto escenarios de intervención
mayores. Está claro que el compromiso que tiene Argentina
con Bolivia de que el gas no pase acá, significa que la restricción
Argentina va a ser permanente.
Se trataría de ganar tiempo para encontrar una matriz diversificada
y ahí el gobierno y las empresas no pueden tener alternativas
que descarten las energías renovables. Finalmente es posible
que estas energías sean valoradas por las grandes empresas,
que sea Endesa la que construya los parques eólicos, El impasse
de la política energética chilena hace que vayamos
a vivir un tiempo en el cual no se vislumbra una proyección
estratégica. Chile está a la deriva del punto de vista
de su estrategia energética.
El Instituto de
Ecología Política (IEP) de Chile fue creado en
1987 por un grupo de ambientalistas. Desde su fundación
ha realizado un importante trabajo a escala nacional e internacional.
Su presidente, Manuel Baquedano fue una de las personas claves
de las actividades realizadas por ONGs de todo el mundo con
motivo de la Cumbre de Río en 1992. El IEP coordina la
Red de Acción del Clima en América Latina. |
"The Day after
Tomorrow" cuanta la historia de un mundo destruido por
el calentamiento global y el cambio climático producido
por la humanidad.
Durante el rodaje los productores se dieron cuenta de que con
las luces, generadores y camiones que usaban estaban contribuyendo
al problema del calentamiento global con la inevitable emisión
de dióxido de carbono, pero contribuyeron con la iniciativa
Carbón Neutral.
“The day after tomorrow”, se estrena en cines el
28 de mayo. |
Sitios recomendados:
World
Watch, La Información Vital del Planeta
Instituto de Ecología
Política
El Bosque Chileno
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