Es recurrente ver en televisión las imágenes de
tal o cual encuentro, en donde suceden múltiples actos
de violencia. Se queman tablones, apuñalan a alguien, tiran
objetos a la cancha, o se trenzan a golpes en tremendas bataholas
sin principio ni fin.
La violencia en los estadios de fútbol es un fenómeno
mundial. Hay algunos países, como Inglaterra, que tienen
larga experiencia en el manejo de este tipo de situaciones y han
logrado superarlas en no más de ocho meses. Se trata de
un problema que puede solucionarse si se toman ciertas medidas
en conjunto y hay colaboración entre el gobierno, los clubes
y la policía.
Reinaldo Sánchez, presidente de la Asociación Nacional
del Fútbol Profesional (ANFP), declaró en la Memoria
Institucional de 2003 que “ha llegado el momento de ponerle
atajo a la violencia venga de donde venga. Tenemos que redoblar
esfuerzos para que de una vez por todas, la gente pueda asistir
tranquila a los estadios. Es necesario el aporte del gobierno,
de la policía y de la prensa, para que se ataque el problema
a fondo.”
Sin embargo, la mayoría de las autoridades se culpan mutuamente
y se pasan la pelota de las responsabilidades. Nunca le pondremos
fin a la violencia en el fútbol chileno si no hay una verdadera
voluntad para terminar con él. Más aún si
consideramos que todavía no tenemos una legislación
efectiva para combatir este mal.
El primer incidente realmente violento en un estadio se dio en
1993. Para ser exactos, un 28 de febrero, cuando se jugaba un
súper clásico por la Copa Chile. Ese día,
el club de la Universidad de Chile, triunfó en territorio
de Colo Colo: el estadio Monumental. Hubo 70 detenidos, carabineros
heridos y daños a la propiedad privada. Ahí se habló
por primera vez sobre la necesidad de una Ley de Violencia en
los Estadios.
En 1994, cuando se jugaba la Copa Chile, el ex presidente Eduardo
Frei Ruiz-Tagle vio con sus propios ojos cómo la Garra
Blanca hacía pedazos la cabecera norte del estadio Nacional.
Y en 1995, Los de Abajo tomaron su venganza desmembrando el codo
sur del Monumental.
Sergio Araya, jefe de Asuntos Públicos y Comunicaciones
de la ANFP señaló sin embargo a CTN que “de
hecho, los incidentes específicos que han ocurrido dentro
de los estadios en los últimos dos años, han sido
muy pocos” en comparación con otros países
futbolizados. Ver recuadro 1.
Los antecedentes demuestran que en realidad gran parte de los
desmanes y la delincuencia se dan afuera de los estadios, en los
alrededores. Respecto de esto, Araya critica severamente otras
instituciones. Él piensa que “la policía tiene
mucho que ver. Carabineros va al estadio, y en vez de retener
a los grupos violentos, de cumplir con su pega, sin irse a los
extremos, no pasa nada. Aquí la policía retrocede”.
“También hay un asunto de voluntad política.
El gobierno esta preocupado de otras cosas y la violencia en los
estadios no es su prioridad”, añadió.
El coronel Claudio Arias Salas, de la Prefectura de Fuerzas Especiales
de Carabineros, declaró para CTN que “las cantidades
de efectivos no siempre son muy relevantes. Necesitamos la cooperación
de las personas, necesitamos la cooperación de los deportistas,
de los dirigentes, que hoy día nos juntemos para conversar
de los temas de coordinación para el fútbol.”
Danilo Núñez, intendente subrogante de la Región
Metropolitana, recibió a CTN en su oficina y explicó
que la Intendencia vela por la seguridad de las personas en los
estadios, y que todas las polémicas que aparecieron últimamente
en la prensa con los clubes han sido porque las autoridades han
intentado regularizar de una vez por todas este asunto.
Medidas concretas
Hoy, la intendencia declara los partidos como “de alto
riesgo” por la historicidad de hechos de violencia, que
se producen mayoritariamente en los clásicos (como el de
Colo-Colo y Universidad de chile) o en su defecto encuentros de
alta convocatoria, es decir, cuando asiste un público sobre
25 mil personas.
Además, se toman una serie de medidas antes, durante y
después del partido. Por ejemplo, no se puede vender alcohol
en las tres horas previas y las tres posteriores al partido, a
cinco cuadras a la redonda. También se retienen todo tipo
de objetos corto punzantes y contundentes, como botellas, frutas,
entre otros elementos. En el lugar del encuentro se cuenta con
un dispositivo del Servicio de Registro Civil para identificar
a todo sujeto sospechoso de actos de violencia anteriores. Además
de estas medidas, se debe aumentar el número de guardias
privados y de contingente policial.
Núñez afirma que “para cada partido de alto
riesgo hay sobre 500 carabineros en los estadios. Pero lo que
importa es toda la dotación que ellos ponen a disposición,
que significa patrullas, motoristas permanentes, la utilización
de las 16 cámaras que hay alrededor del estadio Nacional.
Pero si sumamos todo el trabajo de logística y transito
que es anterior al evento, son unos mil 200 efectivos.”
Esas son las medidas más emblemáticas. En paralelo,
la Intendencia ha hecho una serie de invitaciones a que los clubes
deportivos inviertan en sus estadios. Porque cuando se revisan
las condiciones y el estado de los recintos, se advierte que no
ponen de su parte para tener mayor cantidad de boleterías,
ni tampoco en mejoras a la infraestructura, por no gastar el dinero.
En el estadio Santa Laura, en febrero de este año, un
hombre atravesó las bancas de madera y cayó al suelo,
además del proyectil que recibió el árbitro
Leonardo Bustamante porque la altura de la reja que separa al
público era menor de dos metros. Andrés Espinosa,
gerente comercial de la Unión Española, se defendió
ante CTN diciendo que “ese fue un incidente fortuito. En
otros estadios también hay piedrazos. Pero ese es un problema
de la gente, no tiene que ver con el estadio, ni tampoco con la
barra que hace de local, en este caso, Unión Española.
De hecho ese piedrazo salió de la Universidad de Chile.”
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Las medidas que falta tomar, y que nadie quiere
Los hechos demuestran que el principal problema de la
violencia en los estadios está en los momentos previos
y posteriores al evento deportivo. Para evitar robos, reventas
y el clásico “cartereo”, la Intendencia decidió
prohibir la venta de las entradas el mismo día del partido.
Así se reducen considerablemente los grupos enquistados
en un mismo lugar, muchos de los cuales ni siquiera entran al
estadio, sino que van con el fin de causar disturbios en el exterior.
Esta decisión fue muy criticada por los dirigentes deportivos.
Ellos aseguran que esta medida reducirá la asistencia de
público al estadio, puesto que el comprar las entradas
a última hora es parte de la cultura chilena. El mismo
Nuñez responde a eso, diciendo que la intendencia “aparte
del evento en el estadio, tiene que estar a cargo de la seguridad
en torno a él”.
Las medidas de la Intendencia son de disuasión, porque
es imposible disponer de un número de carabineros casi
tan numeroso como con el que se cuenta en las calles de Santiago.
Otra forma preventiva de violencia que proponen es el empadronamiento
de las barras, es decir, registrar a los miembros de éstas,
establecido en la ley sobre Violencia en los Estadios de 1994.
El problema de las barras no deja de ser significativo. Al no
estar acreditadas, no existen registros de los barristas. Si detienen
a un integrante de la barra, ocasionando disturbios, todos los
demás reaccionan contra el carabinero, porque ahí
todos son anónimos.
Pero los clubes se niegan a empadronar y acreditar las barras,
dado que según ellos, bajaría la asistencia a los
estadios, y por lo tanto, tendrían menos ingresos. “La
lectura que hacemos nosotros es que los clubes se conforman con
poca plata. El promedio de un partido es de cuatro mil personas,
cuando en cualquier parte del mundo son sesenta mil”, dice
Nuñez.
Ante esto, Andrés Espinosa dice que “la Unión
Española no genera violencia. Quienes la generan son dos
barras absolutamente identificadas y casi una tercera que se está
formando. Ellos son los que generan la violencia, los que dejan
la tendalada adonde van. Entonces no es un problema cultural,
es un problema ya delictual”.
Jorge Larenas, Gerente General del club Universidad de Chile,
dijo a CTN que el problema de las barras es complejo pero “con
una buena decisión administrativa lo puedes corregir. Así
como hay barras que son más bravas, hay manifestaciones
en la Alameda que son más bravas que otras, pero no por
eso las vas a prohibir todas”.
El mismo Larenas admite que en su propio club no se ha hecho
lo necesario para controlar las barras: “la U no ha hecho
lo suficiente, hay que hacer más. Los clubes deberían
desvincularse definitivamente de lo que son las barras. Los que
practican deportes a un lado y los barristas al otro lado. Y en
cualquiera de esas instancias que se salgan de la ley hay que
aplicar la normativa vigente. Pero con rigor y con seguimiento,
como corresponde. Así lo hicieron en Europa, y así
lo terminaron (el fenómeno de la violencia)”.
La ANFP, por su parte, emitió una propuesta elaborada
por la Comisión Seguridad en los Estadios, que propone
la disolución de los vínculos entre los clubes y
las barras organizadas. Para esto, plantea la prohibición
de entregar entradas gratuitas o rebajadas a los miembros de las
barras, la eliminación de facilidades de reunión
en dependencias del club, así como de transporte para los
partidos.
Pero estas son sólo propuestas. En manos de los clubes
está el tomarlas o dejarlas. Lo cierto es que lo que los
frena a adoptarlas es que disminuirían los asistentes al
estadio. Los barristas no quieren empadronarse porque perderían
el anonimato, y los clubes no quieren empadronar ni desligarse
de las barras porque son ellas quienes prácticamente los
sustentan económicamente.
Una vez ocurridos los hechos de violencia, la Intendencia se
ampara en la Ley de Violencia en los Estadios para tomar cartas
en el asunto. Por cada acto violento se imponen querellas contra
los responsables. Pese a que esta ley ha sido tildada de ambigua,
este año hay más de 45 procesados. Y hay condenas
a 40 personas que no pueden ingresar a los estadios y deben ir
a firmar a la comisaría de su domicilio.
Nuñez dice que “voluntad política hay, pero
eso se contrapone a quienes pretenden el lucro. El último
hecho de violencia relevante fue en febrero de este año,
de esa época al día de hoy no ha habido nada. Entonces
no es un tema de normativa. Nosotros podemos soltar la mano, pero
va a haber hechos de violencia. Lo que falta es que el mundo dirigencial
invierta en los estadios. Siempre por estar economizando nadie
invierte”.
Esta situación ha convertido el espectáculo futbolístico
en una actividad descartada como panorama familiar o para las
personas que asisten sin camiseta a los partidos, puesto que los
estadios son vistos como campos de guerra.
La responsabilidad de erradicar esta imagen recae tanto en los
clubes deportivos como en las autoridades de gobierno y la ANFP.
De todos depende que el fútbol vuelva a ser considerado
un espectáculo deportivo libre de peligros y abierto a
todo público.
Tabla de incidentes en los estadios en los últimos
6 años
Enero
1998 |
Los de Abajo y la Garra Blanca se enfrentan
a balazos en el monumental. Hubo 20 detenidos y un herido
a bala. |
Septiembre 1998 |
Los de Abajo fueron sorprendidos con bombas molotov y escopetas
recortadas antes del partido con Colo Colo. Hubo 43 detenidos
y 6 heridos. |
Febrero 1999 |
Seis del Pin Reb de la U se batieron a mortal golpiza con
el colocolino Ricardo Pitrón. |
Septiembre 1999 |
La colocolina Gloria Valenzuela, de 17 años, muere
baleada en el corazón, por un desconocido en un vehículo
en marcha. Claudio Hernández, de la U, el Krammer,
fue investigado. |
Noviembre 1999 |
Manuel Antonio Saavedra, de la Garra Blanca, apodado el
Huinca, disparó con escopeta a un grupo de los de Abajo,
a metros del estadio monumental. Miguel Ángel Lobos
fue gravemente herido. |
Diciembre 1999 |
Doce de los de Abajo saquearon el supermercado Versalles
en Colina, su dueña fue agredida por el líder
de la barra, el Krammer. |
Diciembre 2000 |
En el estadio monumental, Sandro Voisin, el Barti, arremete
con arma blanca y por la espalda al coordinador de la Garra
Blanca, Manuel Antonio Saavedra, el Huinca. Esta imagen dio
la vuelta al mundo. |
Agosto
2003 |
Suspensión del partido entre Colo Colo y la U, en
el estadio monumental luego que el jugador de la U, Nelson
Pinto, recibe una pedrada en su cabeza. |
Febrero 2004 |
Suspensión del partido entre la Unión Española
y la Universidad de Chile en el estadio Santa Laura, en el
minuto 40 del segundo tiempo, cuando el juez asistente recibe
pedrada en la cabeza proveniente de la tribuna Andes. |
Fuente: Memoria Institucional de la ANFP 2003.