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Violencia en los estadios
¿De quién es la pelota?

¿Se acuerda cuando los papás iban con los hijos al estadio con toda la tranquilidad del mundo y cocaví incluido, a ver un buen espectáculo deportivo? En ese entonces nadie temía por las agresiones o robos que pudieran ocurrir.

Ahora, la cosa es muy distinta. Muchas veces, el aficionado esta expuesto a que le roben incluso antes de llegar al estadio. Esto deriva en que no se atreva a ir -menos con niños chicos- por miedo a terminar aplastado, quemado o tajeado por el lumpen que se junta en los espectáculos futbolísticos, sobre todo en los partidos que convocan a las barras bravas de Chile.

Por Por Ana Rodríguez Silva y Andrea Sánchez Riadi


Es recurrente ver en televisión las imágenes de tal o cual encuentro, en donde suceden múltiples actos de violencia. Se queman tablones, apuñalan a alguien, tiran objetos a la cancha, o se trenzan a golpes en tremendas bataholas sin principio ni fin.

La violencia en los estadios de fútbol es un fenómeno mundial. Hay algunos países, como Inglaterra, que tienen larga experiencia en el manejo de este tipo de situaciones y han logrado superarlas en no más de ocho meses. Se trata de un problema que puede solucionarse si se toman ciertas medidas en conjunto y hay colaboración entre el gobierno, los clubes y la policía.

Reinaldo Sánchez

Reinaldo Sánchez, presidente de la Asociación Nacional del Fútbol Profesional (ANFP), declaró en la Memoria Institucional de 2003 que “ha llegado el momento de ponerle atajo a la violencia venga de donde venga. Tenemos que redoblar esfuerzos para que de una vez por todas, la gente pueda asistir tranquila a los estadios. Es necesario el aporte del gobierno, de la policía y de la prensa, para que se ataque el problema a fondo.”

Sin embargo, la mayoría de las autoridades se culpan mutuamente y se pasan la pelota de las responsabilidades. Nunca le pondremos fin a la violencia en el fútbol chileno si no hay una verdadera voluntad para terminar con él. Más aún si consideramos que todavía no tenemos una legislación efectiva para combatir este mal.

El primer incidente realmente violento en un estadio se dio en 1993. Para ser exactos, un 28 de febrero, cuando se jugaba un súper clásico por la Copa Chile. Ese día, el club de la Universidad de Chile, triunfó en territorio de Colo Colo: el estadio Monumental. Hubo 70 detenidos, carabineros heridos y daños a la propiedad privada. Ahí se habló por primera vez sobre la necesidad de una Ley de Violencia en los Estadios.

En 1994, cuando se jugaba la Copa Chile, el ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle vio con sus propios ojos cómo la Garra Blanca hacía pedazos la cabecera norte del estadio Nacional. Y en 1995, Los de Abajo tomaron su venganza desmembrando el codo sur del Monumental.

Sergio Araya, jefe de Asuntos Públicos y Comunicaciones de la ANFP señaló sin embargo a CTN que “de hecho, los incidentes específicos que han ocurrido dentro de los estadios en los últimos dos años, han sido muy pocos” en comparación con otros países futbolizados. Ver recuadro 1.

Los antecedentes demuestran que en realidad gran parte de los desmanes y la delincuencia se dan afuera de los estadios, en los alrededores. Respecto de esto, Araya critica severamente otras instituciones. Él piensa que “la policía tiene mucho que ver. Carabineros va al estadio, y en vez de retener a los grupos violentos, de cumplir con su pega, sin irse a los extremos, no pasa nada. Aquí la policía retrocede”.
“También hay un asunto de voluntad política. El gobierno esta preocupado de otras cosas y la violencia en los estadios no es su prioridad”, añadió.

El coronel Claudio Arias Salas, de la Prefectura de Fuerzas Especiales de Carabineros, declaró para CTN que “las cantidades de efectivos no siempre son muy relevantes. Necesitamos la cooperación de las personas, necesitamos la cooperación de los deportistas, de los dirigentes, que hoy día nos juntemos para conversar de los temas de coordinación para el fútbol.”

Danilo Núñez, intendente subrogante de la Región Metropolitana, recibió a CTN en su oficina y explicó que la Intendencia vela por la seguridad de las personas en los estadios, y que todas las polémicas que aparecieron últimamente en la prensa con los clubes han sido porque las autoridades han intentado regularizar de una vez por todas este asunto.

Danilo Núñez

Medidas concretas

Hoy, la intendencia declara los partidos como “de alto riesgo” por la historicidad de hechos de violencia, que se producen mayoritariamente en los clásicos (como el de Colo-Colo y Universidad de chile) o en su defecto encuentros de alta convocatoria, es decir, cuando asiste un público sobre 25 mil personas.

Además, se toman una serie de medidas antes, durante y después del partido. Por ejemplo, no se puede vender alcohol en las tres horas previas y las tres posteriores al partido, a cinco cuadras a la redonda. También se retienen todo tipo de objetos corto punzantes y contundentes, como botellas, frutas, entre otros elementos. En el lugar del encuentro se cuenta con un dispositivo del Servicio de Registro Civil para identificar a todo sujeto sospechoso de actos de violencia anteriores. Además de estas medidas, se debe aumentar el número de guardias privados y de contingente policial.

Núñez afirma que “para cada partido de alto riesgo hay sobre 500 carabineros en los estadios. Pero lo que importa es toda la dotación que ellos ponen a disposición, que significa patrullas, motoristas permanentes, la utilización de las 16 cámaras que hay alrededor del estadio Nacional. Pero si sumamos todo el trabajo de logística y transito que es anterior al evento, son unos mil 200 efectivos.”

Esas son las medidas más emblemáticas. En paralelo, la Intendencia ha hecho una serie de invitaciones a que los clubes deportivos inviertan en sus estadios. Porque cuando se revisan las condiciones y el estado de los recintos, se advierte que no ponen de su parte para tener mayor cantidad de boleterías, ni tampoco en mejoras a la infraestructura, por no gastar el dinero.

En el estadio Santa Laura, en febrero de este año, un hombre atravesó las bancas de madera y cayó al suelo, además del proyectil que recibió el árbitro Leonardo Bustamante porque la altura de la reja que separa al público era menor de dos metros. Andrés Espinosa, gerente comercial de la Unión Española, se defendió ante CTN diciendo que “ese fue un incidente fortuito. En otros estadios también hay piedrazos. Pero ese es un problema de la gente, no tiene que ver con el estadio, ni tampoco con la barra que hace de local, en este caso, Unión Española. De hecho ese piedrazo salió de la Universidad de Chile.”

Unión Española

Las medidas que falta tomar, y que nadie quiere

Los hechos demuestran que el principal problema de la violencia en los estadios está en los momentos previos y posteriores al evento deportivo. Para evitar robos, reventas y el clásico “cartereo”, la Intendencia decidió prohibir la venta de las entradas el mismo día del partido. Así se reducen considerablemente los grupos enquistados en un mismo lugar, muchos de los cuales ni siquiera entran al estadio, sino que van con el fin de causar disturbios en el exterior.

Esta decisión fue muy criticada por los dirigentes deportivos. Ellos aseguran que esta medida reducirá la asistencia de público al estadio, puesto que el comprar las entradas a última hora es parte de la cultura chilena. El mismo Nuñez responde a eso, diciendo que la intendencia “aparte del evento en el estadio, tiene que estar a cargo de la seguridad en torno a él”.

Las medidas de la Intendencia son de disuasión, porque es imposible disponer de un número de carabineros casi tan numeroso como con el que se cuenta en las calles de Santiago.
Otra forma preventiva de violencia que proponen es el empadronamiento de las barras, es decir, registrar a los miembros de éstas, establecido en la ley sobre Violencia en los Estadios de 1994.

El problema de las barras no deja de ser significativo. Al no estar acreditadas, no existen registros de los barristas. Si detienen a un integrante de la barra, ocasionando disturbios, todos los demás reaccionan contra el carabinero, porque ahí todos son anónimos.

Pero los clubes se niegan a empadronar y acreditar las barras, dado que según ellos, bajaría la asistencia a los estadios, y por lo tanto, tendrían menos ingresos. “La lectura que hacemos nosotros es que los clubes se conforman con poca plata. El promedio de un partido es de cuatro mil personas, cuando en cualquier parte del mundo son sesenta mil”, dice Nuñez.

Ante esto, Andrés Espinosa dice que “la Unión Española no genera violencia. Quienes la generan son dos barras absolutamente identificadas y casi una tercera que se está formando. Ellos son los que generan la violencia, los que dejan la tendalada adonde van. Entonces no es un problema cultural, es un problema ya delictual”.

Jorge Larenas, Gerente General del club Universidad de Chile, dijo a CTN que el problema de las barras es complejo pero “con una buena decisión administrativa lo puedes corregir. Así como hay barras que son más bravas, hay manifestaciones en la Alameda que son más bravas que otras, pero no por eso las vas a prohibir todas”.

El mismo Larenas admite que en su propio club no se ha hecho lo necesario para controlar las barras: “la U no ha hecho lo suficiente, hay que hacer más. Los clubes deberían desvincularse definitivamente de lo que son las barras. Los que practican deportes a un lado y los barristas al otro lado. Y en cualquiera de esas instancias que se salgan de la ley hay que aplicar la normativa vigente. Pero con rigor y con seguimiento, como corresponde. Así lo hicieron en Europa, y así lo terminaron (el fenómeno de la violencia)”.

La ANFP, por su parte, emitió una propuesta elaborada por la Comisión Seguridad en los Estadios, que propone la disolución de los vínculos entre los clubes y las barras organizadas. Para esto, plantea la prohibición de entregar entradas gratuitas o rebajadas a los miembros de las barras, la eliminación de facilidades de reunión en dependencias del club, así como de transporte para los partidos.

Pero estas son sólo propuestas. En manos de los clubes está el tomarlas o dejarlas. Lo cierto es que lo que los frena a adoptarlas es que disminuirían los asistentes al estadio. Los barristas no quieren empadronarse porque perderían el anonimato, y los clubes no quieren empadronar ni desligarse de las barras porque son ellas quienes prácticamente los sustentan económicamente.

Una vez ocurridos los hechos de violencia, la Intendencia se ampara en la Ley de Violencia en los Estadios para tomar cartas en el asunto. Por cada acto violento se imponen querellas contra los responsables. Pese a que esta ley ha sido tildada de ambigua, este año hay más de 45 procesados. Y hay condenas a 40 personas que no pueden ingresar a los estadios y deben ir a firmar a la comisaría de su domicilio.

Nuñez dice que “voluntad política hay, pero eso se contrapone a quienes pretenden el lucro. El último hecho de violencia relevante fue en febrero de este año, de esa época al día de hoy no ha habido nada. Entonces no es un tema de normativa. Nosotros podemos soltar la mano, pero va a haber hechos de violencia. Lo que falta es que el mundo dirigencial invierta en los estadios. Siempre por estar economizando nadie invierte”.

Esta situación ha convertido el espectáculo futbolístico en una actividad descartada como panorama familiar o para las personas que asisten sin camiseta a los partidos, puesto que los estadios son vistos como campos de guerra.

La responsabilidad de erradicar esta imagen recae tanto en los clubes deportivos como en las autoridades de gobierno y la ANFP. De todos depende que el fútbol vuelva a ser considerado un espectáculo deportivo libre de peligros y abierto a todo público.


Tabla de incidentes en los estadios en los últimos 6 años

Enero
1998
Los de Abajo y la Garra Blanca se enfrentan a balazos en el monumental. Hubo 20 detenidos y un herido a bala.
Septiembre 1998
Los de Abajo fueron sorprendidos con bombas molotov y escopetas recortadas antes del partido con Colo Colo. Hubo 43 detenidos y 6 heridos.
Febrero 1999
Seis del Pin Reb de la U se batieron a mortal golpiza con el colocolino Ricardo Pitrón.
Septiembre 1999
La colocolina Gloria Valenzuela, de 17 años, muere baleada en el corazón, por un desconocido en un vehículo en marcha. Claudio Hernández, de la U, el Krammer, fue investigado.
Noviembre 1999
Manuel Antonio Saavedra, de la Garra Blanca, apodado el Huinca, disparó con escopeta a un grupo de los de Abajo, a metros del estadio monumental. Miguel Ángel Lobos fue gravemente herido.
Diciembre 1999
Doce de los de Abajo saquearon el supermercado Versalles en Colina, su dueña fue agredida por el líder de la barra, el Krammer.
Diciembre 2000
En el estadio monumental, Sandro Voisin, el Barti, arremete con arma blanca y por la espalda al coordinador de la Garra Blanca, Manuel Antonio Saavedra, el Huinca. Esta imagen dio la vuelta al mundo.
Agosto
2003
Suspensión del partido entre Colo Colo y la U, en el estadio monumental luego que el jugador de la U, Nelson Pinto, recibe una pedrada en su cabeza.
Febrero 2004
Suspensión del partido entre la Unión Española y la Universidad de Chile en el estadio Santa Laura, en el minuto 40 del segundo tiempo, cuando el juez asistente recibe pedrada en la cabeza proveniente de la tribuna Andes.

Fuente: Memoria Institucional de la ANFP 2003.

 




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