Sobrepasando los 50 años, este calvo actor no para de
contar con inusitado entusiasmo lo que ha significado llevar más
de 20 años ejerciendo la actuación en un país
como Chile, donde para poder sobrevivir es necesario estar dispuesto
a trabajar, a veces, sin descanso. No obstante, parece no estar
arrepentido de haber estudiado teatro. Es más, asegura
que dio en el clavo con esta profesión.
Son innumerables las obras de teatro en las que ha participado,
pero es en el cine donde ha tenido mayor notoriedad. Su galardonada
participación en exitosas producciones chilenas, tales
como “El Chacotero Sentimental”, “Los Debutantes”,
“SubTerra” y “Taxi para Tres”, por la
que ganó el Premio Altazor al mejor actor, le ha valido
un reconocimiento que incluso va más allá de las
fronteras chilenas. El año pasado fue el único chileno
invitado a participar en una coproducción internacional,
donde compartió roles con actores argentinos, cubanos y
españoles.
CTN: Tú comenzaste dirigiendo
obras infantiles con tu compañía La Comarca.
AT: Sí, sí. Lo primero que dirigí
fue infantil.
CTN: ¿Y por qué este
cambio tan rotundo al pasar de dirigir teatro para niños
y luego montar “Loco Afán”, de Pedro Lemebel?
AT: Es que fue mucho tiempo. Yo dirigí
esa obra infantil a finales de las ochenta. En ese tiempo era
en la Batuta, cuando era un teatro. Y esa compañía
se desarmó y nos juntamos unos siete u ocho años
después y retomamos esa obra, había pasado bastante
agua bajo el puente.
CTN: ¿No crees que son dos tipos de obras teatrales
muy distintas?
AT: La verdad es que no hay mucha diferencia.
Yo creo que todos los trabajos teatrales se deben enfrentar con
seriedad, ya sean obras para adultos como para niños. Yo
no recuerdo que ese trabajo infantil haya sido menos riguroso
que lo que trabajamos en el proceso creativo de “Loco Afán”.
Claro, porque esta obra infantil es bien especial. Es una obra
sobre los niños más que para los niños. Muchas
veces fue recomendada más para los adultos. Eran textos
del poeta chileno Oscar Castro, que hablaban sobre su infancia.
Y se hablaba con honestidad de su niñez en Rancagua, a
comienzos del siglo XX. Es un libro que traspasa todo tipo de
fronteras y tiene que ver con tu realidad infantil, ese trabajo
fue bien especial. Todo el cuento que trabajaron los actores con
su propia infancia... Lo que no quitaba que la obra fuera bastante
lúdica y tuviera un tinte de obra infantil. Pero había
un fondo bastante pesado que de alguna manera se mezclaba con
las enseñanzas de El Principito, por ese lado iba.
La influencia de Lemebel en su trabajo
Las ganas de representar una obra lo llevaron casi por casualidad
a las letras del cronista chileno Pedro Lemebel, y desde ese momento
descubrió lo necesario que es mostrar al público
chileno la marginalidad en la que viven ciertos sectores de nuestro
país. Con la venia del propio Lemebel, Trejo se atrevió
a abordar temas sensibles para la sociedad chilena, como la homosexualidad,
y los resultados fueron positivos, entre ellos la triple nominación
para los premios que entrega la Asociación de Periodistas
de Espectáculos (APES) como Mejor dirección, Mejor
montaje y Mejor dramaturgia.
CTN: ¿Por qué elegiste “Loco Afán”
para montarla?
AT: Fue un poco por necesidad. Con esa misma
compañía, con la que montamos la obra infantil,
estábamos buscando un texto con el que postular al Fondart
y no sabíamos qué montar, estábamos bastante
perdidos. Y uno de los actores llegó con este libro de
relatos, de crónicas y lo leí. Yo me acuerdo que
ya lo había leído hace un tiempo, hace bastantes
años atrás. Y claro, justamente en esa época
en que yo lo había leído dije por qué, qué
raro que este texto tan teatral no se haya montado, no se haya
llevado al terreno de lo audiovisual. Y ahí nos despertamos.
Presentamos el proyecto, lo ganamos, y claro, fue un trabajo bien
importante para mí, para la gente que integraba el elenco.
CTN: ¿Qué te dijo Pedro Lemebel sobre el
montaje?
AT: Para el autor fue bien importante haber
sacado del contexto literario su postura, su concepto de vida,
su mundo y haberlo llevado a otro terreno y con todo lo que ello
implica, los sacrificios que ello implica para el producto literario.
Y bueno, fue una experiencia bien importante. Yo creo que históricamente
fue el momento oportuno para hacer esa obra, que de alguna manera,
sin ser evidentemente una obra histórica, muestra una revolución
de parte de nuestra historia, parte de nuestros dolores, pero
vistos desde otra postura, desde la marginalidad, desde la marginalidad
homosexual.
CTN: Tratar el tema homosexual siempre ha sido difícil
en este país...
AT: Sí, entonces era una cosa jodida,
en un minuto nos dimos cuenta de que estábamos trabajando
con un material arriesgado, era peligroso, era una visión
de nuestra sociedad, de nosotros como habitantes de esta ciudad,
de este país, con toda nuestra carga política, pero
visto desde ese lado, visto a través de esa voz marginal
que nos mostraba Lemebel. Entonces fue súper importante,
siento que era una obra que hacía falta porque te respondía
a una visión de nuestra historia que era necesario tener.
Y bienvenida esa postura para llevarla al teatro, sacada de la
literatura. De hecho tratamos en lo posible de que la literatura
no se perdiera del todo.
CTN: El montaje de “Zanjón de la Aguada”,
el último libro de Lemebel: ¿es todavía un
proyecto o ya es algo concreto?
AT: No, está en proyecto, pero no sé...
tengo mis dudas. No ganamos el Fondart, entonces es complicado
enfrentar eso sin dinero. No se puede trabajar así. Este
tipo de teatro que yo hago, el que hacemos con la compañía,
requiere de apoyo, y en este caso requiere de apoyo estatal. No
quiero parecer un mendigo con eso, pero... la empresa privada
nunca se va a interesar por un proyecto como éste. “Loco
Afán” fue posible gracias a un apoyo del Estado.
Me parece súper sano que sea así.
En otros lugares del mundo los proyectos teatrales tienen esa
ayuda. Si no cómo, si no son productos para ser explotados
comercialmente. Entonces no son seductores para la empresa privada.
Quizás a ellos les interese otro tipo de teatro, alguno
más superficial, más inmediato. Pero este tipo de
teatro jamás les va interesar. Es complicado abanderizarse
con esto, asociar tu imagen corporativa a un trabajo como éste.
Entonces no sé qué irá a pasar con este proyecto.
CTN: En “La condición humana” tu
rol es de un abogado en un juicio en el que finalmente el público
es quien debe decidir. ¿Qué se persigue con este
nuevo formato?
AT: La idea es tratar de conectar de alguna
manera al público con la historia. Yo creo que la cantidad
de mentiras, de fórmulas que ocupan estos últimos
gobiernos en particular no han sido la forma adecuada para enfrentar
la verdad, la justicia. Yo creo que ha habido mucho ocultamiento,
mucho barniz sobre una realidad que es mucho más concreta,
más clara. Solamente ahora se ha ido desempolvando un poco
más lo que realmente ocurrió en este país.
De alguna manera la obra busca eso, que el público sea
un partícipe activo del espectáculo, no solamente
que venga aquí a pagar una entrada, a aplaudir, sino que
se sienta identificado con el tema. La idea era que el teatro
de alguna manera cumpliera la función de echar luz sobre
algo que durante mucho tiempo estuvo oculto. Aprovechar esa instancia,
esa propiedad que tiene el teatro de ser efímero, de ser
vivo en el minuto y usarlo para eso.
El malo de la película
Aunque su extensa trayectoria lo ha llevado a representar a múltiples
personajes, muchos de ellos malvados, Trejo nunca actuó
en teleseries hasta el año pasado, cuando lo invitaron
a participar en la exitosa telenovela “Machos”. Según
señaló a CTN, sólo aceptó porque la
historia estaba bien hecha, de lo contrario su negativa hubiese
sido rotunda.
CTN: En “Los Debutantes” fuiste un mafioso
cabaretero, en “El Juego de Arcibel” un malvado militar,
en “Sub Terra” un minero resentido... ¿Por
qué crees que te llaman para ser el “malo de la película”?
AT: No siempre... Bueno, coincide. Los roles
de malo son bien atractivos, pero uno trata de buscarle un significado,
un concepto detrás, lo que el personaje simboliza, más
allá de ser malo o ser bueno.
En el caso de “Los Debutantes”, era un tipo bastante
complicado, pero de alguna manera estos tres personajes tan puros
(los muchachos de provincia, esta niña), mantienen su pureza
porque funcionan espontáneamente...
CTN: ¿Cómo es tu personaje en “El
juego de Arcibel” (Película dirigida por el argentino
Alberto Lecchi. Coproducción de Argentina, España,
Chile, Cuba y México, 2003)?
AT: Es un personaje pequeño dentro de
una película bien importante. Es un personaje que conecta
al protagonista con la realidad, es una película de cárcel.
Todo ocurre ahí. Entonces es un militar que descubre que
hay toda una subversión, aires de emancipación fuera
de esta prisión. Viene a descubrir cómo este viejo
que está dentro de la cárcel tiene una comunicación
con el exterior y todo a través de un juego bélico
de roles. Y ésa es la historia. Es una revisión
de la historia de los países latinoamericanos en los últimos
cuarenta años.
CTN: ¿Te inspiraste en alguien para hacer este
personaje?
AT: No... en mí. (risas)
CTN: ¿Y por qué te llamaron a ti para participar
en esta producción?
AT: Por que es una coproducción con Chile.
Entonces tenían que poner a un actor chileno. Es un personaje
que tiene una participación bien puntual. Es un personaje
pequeño. La historia se filmó en Buenos Aires, en
un set. Después se fueron al norte de Argentina a terminarla
en la provincia de San Luis.
CTN: Hablando del auge que han tenido algunas producciones
chilenas el último tiempo, ¿Te esperabas el éxito
de “Taxi para Tres”?
AT: No. Nunca pensé que fuera a pasar
eso con la película, fue impactante. Lo que más
me alegró fue que el producto artístico chileno
pudiera tener esa llegada. Eso crea nuevas expectativas, interés
en la gente que pudiera invertir en esta industria emergente.
El cine es carísimo, entonces es importante que ante la
avalancha de producciones gringas que llegan con toda la parafernalia,
que una película chilena modesta, que habla de nosotros,
tenga esa llegada. Eso hace creer que el público chileno
no es tan huevón. Que hay un interés por consumir
productos artísticos que no solamente tengan que ver con
la estupidez humana.
CTN: A pesar de aquel éxito, ¿Crees que
se puede vivir del cine?
AT: No... no sé si alguien vivirá
del cine, pero como actor no, imposible. Tengo que hacer muchas
cosas en el día para poder pagar la luz y el gas.
CTN: ¿Más o menos por ahí va el
que hayas aceptado el papel de Víctor en la teleserie “Machos”?
AT: Claro. Es una oferta que me hicieron. Tiene
que ver con eso, con la estabilidad de los actores en este país.
Obviamente hay cosas que no aceptaría hacer, pero una teleserie
como ésta, que está bien hecha, tiene una buena
historia... nunca lo había hecho, entonces quería
salir de la duda de cómo era trabajar en una teleserie.
Nunca me habían ofrecido algo concreto como ahora, tampoco
yo me había ofrecido. Y bien, cayó en el momento
justo y lo acepté, porque claro, es bien complicado para
los actores. Porque yo no abordo las clases. Hay varios colegas
que solucionan su vida laboral con el tema docente, pero yo creo
que el hecho de manejar ciertas herramientas en el escenario está
muy lejos de que eso se parezca a un profesor. Son cosas bien
distintas. Algunos colegas no son buenos profesores. Creo que
muchos lo hacen mal, por los comentarios que he tenido de gente
que está estudiando. La pedagogía es otra cosa.
Hay que estudiar, prepararse. Estás trabajando con los
sueños, las ilusiones de muchos jóvenes, con arcilla
moldeable. Es muy arriesgado. Por eso yo tengo que andar buscando
por la vida, por donde venga.
CTN: ¿Dónde estudiaste teatro?
AT: Estudié en una escuela que ya no
existe, en el Teatro Moneda. Después hice otros cursos.
Pero más que nada aprendí en el oficio. Postulé
un par de veces a la Universidad de Chile y nunca quedé.
Cuando salí del colegio estaba bien perdido, pero cuando
di las pruebas especiales de teatro me di cuenta de que había
tocado una hebra que me podía indicar el camino a seguir.
Y bien, creo que no me equivoqué.
A pesar del entusiasmo que demuestra este destacado actor nacional
cada vez que se refiere a su oficio, deja entrever la tristeza
de que en Chile sea tan difícil desarrollar una carrera
actoral sin estar constantemente preocupado por el futuro económico.
Todo esto lo hace aceptar diferentes propuestas, cuando lo que
quiere realmente es descansar.
Es que quien decida dedicarse de por vida al oficio de actor debe
amar lo que hace, de lo contrario puede llevarse muchas desilusiones
en el camino, sobre todo sabiendo que el mercado teatral chileno
no da para tantos amantes de la actuación.
Sitios relacionados:
Pelìcula Sub-Terra
Chile Cultura
Pelìcula Los Debutantes
Alejandro
Trejo (Premio Altazor)