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ENTREVISTA

Alejandro Trejo, el volante de “Taxi para Tres”
“El público chileno no es tan huevón”

Su nombre no nos remite a un rostro conocido, sin embargo, Alejandro Trejo posee una vasta trayectoria actoral en teatro y cine, principalmente. Sus años de experiencia le han enseñado que esta carrera no es fácil y que para poder concretar un proyecto es necesaria la ayuda estatal.

En uno de los mejores momentos de su carrera, este afanoso actor chileno contó sobre sus experiencias en teatro, cine y televisión.

Por Carolina Aliaga y Elisa Barrientos


Sobrepasando los 50 años, este calvo actor no para de contar con inusitado entusiasmo lo que ha significado llevar más de 20 años ejerciendo la actuación en un país como Chile, donde para poder sobrevivir es necesario estar dispuesto a trabajar, a veces, sin descanso. No obstante, parece no estar arrepentido de haber estudiado teatro. Es más, asegura que dio en el clavo con esta profesión.

Son innumerables las obras de teatro en las que ha participado, pero es en el cine donde ha tenido mayor notoriedad. Su galardonada participación en exitosas producciones chilenas, tales como “El Chacotero Sentimental”, “Los Debutantes”, “SubTerra” y “Taxi para Tres”, por la que ganó el Premio Altazor al mejor actor, le ha valido un reconocimiento que incluso va más allá de las fronteras chilenas. El año pasado fue el único chileno invitado a participar en una coproducción internacional, donde compartió roles con actores argentinos, cubanos y españoles.

CTN: Tú comenzaste dirigiendo obras infantiles con tu compañía La Comarca.

AT: Sí, sí. Lo primero que dirigí fue infantil.

CTN: ¿Y por qué este cambio tan rotundo al pasar de dirigir teatro para niños y luego montar “Loco Afán”, de Pedro Lemebel?

AT: Es que fue mucho tiempo. Yo dirigí esa obra infantil a finales de las ochenta. En ese tiempo era en la Batuta, cuando era un teatro. Y esa compañía se desarmó y nos juntamos unos siete u ocho años después y retomamos esa obra, había pasado bastante agua bajo el puente.

CTN: ¿No crees que son dos tipos de obras teatrales muy distintas?

AT: La verdad es que no hay mucha diferencia. Yo creo que todos los trabajos teatrales se deben enfrentar con seriedad, ya sean obras para adultos como para niños. Yo no recuerdo que ese trabajo infantil haya sido menos riguroso que lo que trabajamos en el proceso creativo de “Loco Afán”. Claro, porque esta obra infantil es bien especial. Es una obra sobre los niños más que para los niños. Muchas veces fue recomendada más para los adultos. Eran textos del poeta chileno Oscar Castro, que hablaban sobre su infancia. Y se hablaba con honestidad de su niñez en Rancagua, a comienzos del siglo XX. Es un libro que traspasa todo tipo de fronteras y tiene que ver con tu realidad infantil, ese trabajo fue bien especial. Todo el cuento que trabajaron los actores con su propia infancia... Lo que no quitaba que la obra fuera bastante lúdica y tuviera un tinte de obra infantil. Pero había un fondo bastante pesado que de alguna manera se mezclaba con las enseñanzas de El Principito, por ese lado iba.


La influencia de Lemebel en su trabajo


Las ganas de representar una obra lo llevaron casi por casualidad a las letras del cronista chileno Pedro Lemebel, y desde ese momento descubrió lo necesario que es mostrar al público chileno la marginalidad en la que viven ciertos sectores de nuestro país. Con la venia del propio Lemebel, Trejo se atrevió a abordar temas sensibles para la sociedad chilena, como la homosexualidad, y los resultados fueron positivos, entre ellos la triple nominación para los premios que entrega la Asociación de Periodistas de Espectáculos (APES) como Mejor dirección, Mejor montaje y Mejor dramaturgia.

CTN: ¿Por qué elegiste “Loco Afán” para montarla?

AT: Fue un poco por necesidad. Con esa misma compañía, con la que montamos la obra infantil, estábamos buscando un texto con el que postular al Fondart y no sabíamos qué montar, estábamos bastante perdidos. Y uno de los actores llegó con este libro de relatos, de crónicas y lo leí. Yo me acuerdo que ya lo había leído hace un tiempo, hace bastantes años atrás. Y claro, justamente en esa época en que yo lo había leído dije por qué, qué raro que este texto tan teatral no se haya montado, no se haya llevado al terreno de lo audiovisual. Y ahí nos despertamos. Presentamos el proyecto, lo ganamos, y claro, fue un trabajo bien importante para mí, para la gente que integraba el elenco.

CTN: ¿Qué te dijo Pedro Lemebel sobre el montaje?

AT: Para el autor fue bien importante haber sacado del contexto literario su postura, su concepto de vida, su mundo y haberlo llevado a otro terreno y con todo lo que ello implica, los sacrificios que ello implica para el producto literario. Y bueno, fue una experiencia bien importante. Yo creo que históricamente fue el momento oportuno para hacer esa obra, que de alguna manera, sin ser evidentemente una obra histórica, muestra una revolución de parte de nuestra historia, parte de nuestros dolores, pero vistos desde otra postura, desde la marginalidad, desde la marginalidad homosexual.

CTN: Tratar el tema homosexual siempre ha sido difícil en este país...

AT: Sí, entonces era una cosa jodida, en un minuto nos dimos cuenta de que estábamos trabajando con un material arriesgado, era peligroso, era una visión de nuestra sociedad, de nosotros como habitantes de esta ciudad, de este país, con toda nuestra carga política, pero visto desde ese lado, visto a través de esa voz marginal que nos mostraba Lemebel. Entonces fue súper importante, siento que era una obra que hacía falta porque te respondía a una visión de nuestra historia que era necesario tener. Y bienvenida esa postura para llevarla al teatro, sacada de la literatura. De hecho tratamos en lo posible de que la literatura no se perdiera del todo.

CTN: El montaje de “Zanjón de la Aguada”, el último libro de Lemebel: ¿es todavía un proyecto o ya es algo concreto?

AT: No, está en proyecto, pero no sé... tengo mis dudas. No ganamos el Fondart, entonces es complicado enfrentar eso sin dinero. No se puede trabajar así. Este tipo de teatro que yo hago, el que hacemos con la compañía, requiere de apoyo, y en este caso requiere de apoyo estatal. No quiero parecer un mendigo con eso, pero... la empresa privada nunca se va a interesar por un proyecto como éste. “Loco Afán” fue posible gracias a un apoyo del Estado. Me parece súper sano que sea así.
En otros lugares del mundo los proyectos teatrales tienen esa ayuda. Si no cómo, si no son productos para ser explotados comercialmente. Entonces no son seductores para la empresa privada. Quizás a ellos les interese otro tipo de teatro, alguno más superficial, más inmediato. Pero este tipo de teatro jamás les va interesar. Es complicado abanderizarse con esto, asociar tu imagen corporativa a un trabajo como éste. Entonces no sé qué irá a pasar con este proyecto.

CTN: En “La condición humana” tu rol es de un abogado en un juicio en el que finalmente el público es quien debe decidir. ¿Qué se persigue con este nuevo formato?

AT: La idea es tratar de conectar de alguna manera al público con la historia. Yo creo que la cantidad de mentiras, de fórmulas que ocupan estos últimos gobiernos en particular no han sido la forma adecuada para enfrentar la verdad, la justicia. Yo creo que ha habido mucho ocultamiento, mucho barniz sobre una realidad que es mucho más concreta, más clara. Solamente ahora se ha ido desempolvando un poco más lo que realmente ocurrió en este país. De alguna manera la obra busca eso, que el público sea un partícipe activo del espectáculo, no solamente que venga aquí a pagar una entrada, a aplaudir, sino que se sienta identificado con el tema. La idea era que el teatro de alguna manera cumpliera la función de echar luz sobre algo que durante mucho tiempo estuvo oculto. Aprovechar esa instancia, esa propiedad que tiene el teatro de ser efímero, de ser vivo en el minuto y usarlo para eso.


El malo de la película


Aunque su extensa trayectoria lo ha llevado a representar a múltiples personajes, muchos de ellos malvados, Trejo nunca actuó en teleseries hasta el año pasado, cuando lo invitaron a participar en la exitosa telenovela “Machos”. Según señaló a CTN, sólo aceptó porque la historia estaba bien hecha, de lo contrario su negativa hubiese sido rotunda.

"Los Debutantes"

CTN: En “Los Debutantes” fuiste un mafioso cabaretero, en “El Juego de Arcibel” un malvado militar, en “Sub Terra” un minero resentido... ¿Por qué crees que te llaman para ser el “malo de la película”?

AT: No siempre... Bueno, coincide. Los roles de malo son bien atractivos, pero uno trata de buscarle un significado, un concepto detrás, lo que el personaje simboliza, más allá de ser malo o ser bueno.
En el caso de “Los Debutantes”, era un tipo bastante complicado, pero de alguna manera estos tres personajes tan puros (los muchachos de provincia, esta niña), mantienen su pureza porque funcionan espontáneamente...

CTN: ¿Cómo es tu personaje en “El juego de Arcibel” (Película dirigida por el argentino Alberto Lecchi. Coproducción de Argentina, España, Chile, Cuba y México, 2003)?

AT: Es un personaje pequeño dentro de una película bien importante. Es un personaje que conecta al protagonista con la realidad, es una película de cárcel. Todo ocurre ahí. Entonces es un militar que descubre que hay toda una subversión, aires de emancipación fuera de esta prisión. Viene a descubrir cómo este viejo que está dentro de la cárcel tiene una comunicación con el exterior y todo a través de un juego bélico de roles. Y ésa es la historia. Es una revisión de la historia de los países latinoamericanos en los últimos cuarenta años.

CTN: ¿Te inspiraste en alguien para hacer este personaje?

AT: No... en mí. (risas)

CTN: ¿Y por qué te llamaron a ti para participar en esta producción?

AT: Por que es una coproducción con Chile. Entonces tenían que poner a un actor chileno. Es un personaje que tiene una participación bien puntual. Es un personaje pequeño. La historia se filmó en Buenos Aires, en un set. Después se fueron al norte de Argentina a terminarla en la provincia de San Luis.

CTN: Hablando del auge que han tenido algunas producciones chilenas el último tiempo, ¿Te esperabas el éxito de “Taxi para Tres”?

AT: No. Nunca pensé que fuera a pasar eso con la película, fue impactante. Lo que más me alegró fue que el producto artístico chileno pudiera tener esa llegada. Eso crea nuevas expectativas, interés en la gente que pudiera invertir en esta industria emergente. El cine es carísimo, entonces es importante que ante la avalancha de producciones gringas que llegan con toda la parafernalia, que una película chilena modesta, que habla de nosotros, tenga esa llegada. Eso hace creer que el público chileno no es tan huevón. Que hay un interés por consumir productos artísticos que no solamente tengan que ver con la estupidez humana.

CTN: A pesar de aquel éxito, ¿Crees que se puede vivir del cine?

AT: No... no sé si alguien vivirá del cine, pero como actor no, imposible. Tengo que hacer muchas cosas en el día para poder pagar la luz y el gas.

CTN: ¿Más o menos por ahí va el que hayas aceptado el papel de Víctor en la teleserie “Machos”?

AT: Claro. Es una oferta que me hicieron. Tiene que ver con eso, con la estabilidad de los actores en este país. Obviamente hay cosas que no aceptaría hacer, pero una teleserie como ésta, que está bien hecha, tiene una buena historia... nunca lo había hecho, entonces quería salir de la duda de cómo era trabajar en una teleserie. Nunca me habían ofrecido algo concreto como ahora, tampoco yo me había ofrecido. Y bien, cayó en el momento justo y lo acepté, porque claro, es bien complicado para los actores. Porque yo no abordo las clases. Hay varios colegas que solucionan su vida laboral con el tema docente, pero yo creo que el hecho de manejar ciertas herramientas en el escenario está muy lejos de que eso se parezca a un profesor. Son cosas bien distintas. Algunos colegas no son buenos profesores. Creo que muchos lo hacen mal, por los comentarios que he tenido de gente que está estudiando. La pedagogía es otra cosa. Hay que estudiar, prepararse. Estás trabajando con los sueños, las ilusiones de muchos jóvenes, con arcilla moldeable. Es muy arriesgado. Por eso yo tengo que andar buscando por la vida, por donde venga.

CTN: ¿Dónde estudiaste teatro?

AT: Estudié en una escuela que ya no existe, en el Teatro Moneda. Después hice otros cursos. Pero más que nada aprendí en el oficio. Postulé un par de veces a la Universidad de Chile y nunca quedé. Cuando salí del colegio estaba bien perdido, pero cuando di las pruebas especiales de teatro me di cuenta de que había tocado una hebra que me podía indicar el camino a seguir. Y bien, creo que no me equivoqué.

A pesar del entusiasmo que demuestra este destacado actor nacional cada vez que se refiere a su oficio, deja entrever la tristeza de que en Chile sea tan difícil desarrollar una carrera actoral sin estar constantemente preocupado por el futuro económico. Todo esto lo hace aceptar diferentes propuestas, cuando lo que quiere realmente es descansar.
Es que quien decida dedicarse de por vida al oficio de actor debe amar lo que hace, de lo contrario puede llevarse muchas desilusiones en el camino, sobre todo sabiendo que el mercado teatral chileno no da para tantos amantes de la actuación.


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