Chile
en los Juegos Olímpicos
En sus marcas, listos...
FUERA
El 13 de agosto
se enciendó la antorcha olímpica en Atenas. Desde
entonces, todo Chile está pendiente de nuestros 22 representantes
frente a las pantallas de TV. Algunos de esos televidentes serán,
justamente, los que alguna vez quisieron llegar a Grecia y no alcanzaron.
Los 467 millones de pesos invertidos este año en la delegación
chilena, corresponden a 1.868 mediaguas del programa un Techo para
Chile, es decir, casi lo mismo que este proyecto recolectó
entre los años 97 y 99, cuando su meta fue alcanzar las dos
mil viviendas.
Por
Cecilia Anríquez y Graciela Marín
No es
nada fácil ser deportista en Chile. Sentada en su pequeño
departamento, Denisse Van Lamoen, la célebre tiradora al
arco chilena se lamenta. Ella, quien este año se trajo dos
medallas de oro y batió cuatro marcas en el último
torneo Panamericano de tiro con arco, presenciará los juegos
olímpicos como todos los demás chilenos: por la televisión.
Una
delegación de sólo 22 deportistas estará en
Atenas. Es el primer grupo que llega a unos Juegos Olímpicos
bajo la Ley del Deporte y con la ayuda del Estado definida desde
el 2002 como Política Nacional del Deporte. Se trata del
apoyo sostenido en el tiempo para deportistas de alto nivel y tiene
un presupuesto que este año superó los 5.500 millones
de pesos, para el programa Chile Deportes. De esos, 387 millones
fueron entregados para la preparación de los deportistas
olímpicos y otros 80 millones para traslados, seguros y gastos
de viaje.
Aproximadamente
467 millones, que finalmente se traducen en solamente 22 deportistas.
Atletas que, además de pocos, distan mucho de tener un nivel
competitivo mundial. Kristel Köbrich, la abanderada de Chile
y la carta más visible de estos juegos después de
los tenistas Nicolás Massú y Fernando González,
sólo aspira a superar sus marcas. La nadadora, ganadora de
medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo,
señaló ante la prensa que en las olimpiadas no espera
medallas: “Soy aterrizada y no me gusta prometer lo que no
puedo cumplir”.
Y así
suma y sigue. Si bien nuestra elite deportiva representa lo mejor
que tiene Chile -porque no hay que olvidar que ganaron su clasificación
a través de torneos de nivel mundial- ninguno, se atrevió
a prometer nada. ¿Realistas, derrotados, asumidos?
Platas
más, platas menos
Para
Denisse Van Lamoen la razón de tan pobre contingente deportivo
estaría en un problema de recursos económicos y organización
de las federaciones deportivas: “Yo he ido a un juego olímpico,
que es lo máximo a lo que puede aspirar un deportista, pero
jamás he estado en un mundial”, dice Denisse, que quedó
a un solo punto de estar entre los tres arqueros de América
para lograr un cupo para las Olimpiadas, en los clasificatorios
sudamericanos. De haber ido al campeonato mundial, en el que clasifican
los 42 primeros puntajes, seguramente estaría hoy en Atenas.
Pero en sus siete años como deportista profesional, su federación
nunca ha tenido suficientes fondos como para llevarla a un mundial.
Y las
dificultades siguen. A la falta de viajes, se suma la carencia de
entrenadores para su nivel. Es la única que necesita un técnico
profesional y la federación simplemente no puede pagar un
sueldo de dos mil dólares mensuales. Ante tales problemas,
¿cómo se supone que nuestros deportistas pueden rendir
en campeonatos internacionales?
Se suele culpar de estos problemas al Comité Olímpico
de Chile (COCH), que es el responsable de coordinar la participación
y clasificación de los atletas en los torneos de importancia.
Las críticas apuntan a que carece de un programa global y
eficaz, que fortalezca la aparición de nuevas figuras. Sin
embargo, toda la responsabilidad no puede recaer sobre un sólo
organismo. De hecho, aparte de los ingresos que obtiene del 2% de
las ganancias de la Polla Gol, el COCH depende de los fondos que
le entregan desde el Instituto Nacional de Deportes. Y de este último
organismo dependen también las políticas deportivas
del país.
También pueden ser sindicadas como responsables las federaciones
deportivas, las cuales reciben sus ingresos directamente de la Digeder.
Estos corresponden al 13% de la Polla Gol, pero a la vez pueden
libremente gestionar contratos publicitarios. “De repente
está la plata, pero prefieren gastarla mandando a más
deportistas a otros torneos, que mandarme a mí sola en uno
más difícil. Es que el nivel general de la federación
no amerita, por ejemplo, que se gaste en viajes más caros
y entrenadores, si yo soy la única que tiene un mejor nivel”,
dice la tiradora al arco.
Otra de las causas podría recaer en la forma de selección
que tienen los organismos deportivos, para apoyar a algunos atletas
por sobre otros. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Deportes
beneficia a aquellos deportistas con más posibilidades de
proyección con la beca Proddar. Sin embargo, ocurre que hay
deportistas prometedores que cumplen con los requisitos para obtener
o ascender en la beca, pero simplemente no hay presupuesto para
otorgársela. Así, se mantiene en una lista de espera,
donde por mientras no reciben nada.
Razones para seguir insistiendo
Pero hay que enfrentarlo, somos un país chico. La poca oferta
deportiva en relación a nuestra población es un aspecto
importante a evaluar, según Iván Páez, entrenador
de Taekwondo: “Por cada un deportista destacado, otros países
con mayor población pueden tener al menos diez de nivel competitivo.”
Además, existe todo un ámbito social que rodea al
deporte y que tampoco lo ayuda. “En Chile, el deporte masivo
es el fútbol y en el estrato económico alto - que
es el que puede costear entrenamientos – los padres siempre
van a preferir a un hijo profesional antes que deportista, sobre
todo porque salvo ciertas excepciones en Chile no se vive del deporte”,
dice Páez. Situación que reconoce Denisse Van Lamoen,
aunque su caso es la prueba de que sí es posible. Con un
subsidio Proddar de 350 mil pesos, vive sola y además estudia
Derecho, gracias a otra beca de la Universidad Andrés Bello.
Pero le alcanza justo, si bien vive no le sobra.
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Ser
deportista en Chile es caro, principalmente por el manoseado tema
de los auspicios, además logísticamente estamos lejos
de todo lo que encarece el tema de las competencias en otros países.
Muchas veces, ni siquiera existe la infraestructura adecuada para
los entrenamientos y es que nadie parece querer invertir. Pero ¿es
realmente prudente invertir tantos miles de pesos, cuando las necesidades
sociales son tantas?. Además esta inversión no se
ve retribuida en los resultados a nivel mundial. En definitiva ¿cuánto
vale una medalla de oro?¿Por qué seguir invirtiendo?
Casos emblemáticos como Marcelo Ríos o la clasificación
de Chile a Francia 98 nos hacen recordar la importancia que tiene
el deporte en nuestras vidas. Estudios indican que luego de un triunfo
del seleccionado nacional en fútbol, la gente trabaja mejor,
es por eso que no pocas empresas instalan televisores e incluso
terminan antes la jornada con el fin de beneficiar a sus trabajadores
a cambio de una mejor productividad.
Así lo explica Silvia Lavergne, sicóloga: “El
deporte es muy importante para un país, sobre todo en plena
modernidad donde hemos vuelto a una especie de chilenización,
lo común a los ciudadanos de este país son justamente
los triunfos deportivos”. Y es que eso es lo que nos hace
chilenos y nos obliga a habitar un lugar común. “Además
socialmente - explica - los deportistas son modelos a seguir, son
hombres y mujeres sanos, tozudos y esforzados que representan lo
mejor de los valores humanos. Un país no puede prescindir
de sus deportistas, aunque nunca ganen”.
Y al parecer, es una historia de nunca acabar. El país necesita
campeones o por lo menos, necesita soñar con la existencia
de ellos y los futuros medalleros necesitan el apoyo tanto moral
como económico del país. Especialmente esto último,
que a pesar de las grandes cifras, no es suficiente. ¿Y la
pobreza, la salud y la educación? Tampoco hay dinero. Mientras
esperamos que todo eso ocurra, no nos queda otra que celebrar los
pequeños triunfos deportivos. Al fin y al cabo, son esos
los que nos permiten creer que, así como en el deporte, todo
es posible.
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