Polos en el catolicismo
Moviendo las aguas de la Iglesia
Lutero ya evidenciaba que las más grandes
críticas pueden surgir dentro de la misma iglesia. Hoy,
lefebvristas y teólogos de la liberación abren vetas
de discrepancia con el Vaticano. Unos no se atienen a los cambios
planteados y los otros quieren avanzar aún más.
Entre la cautela y el miedo ante las nuevas
ideas: así se ha movido la Iglesia Católica hasta
nuestros tiempos. Si así lo soñaron los apóstoles
en sus inicios, sólo ellos lo saben.
Por
Pamela Ramírez Riquelme y Lorena Valderrama Zenteno
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De cara a Dios y de espalda a los fieles
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Durante los años en que el Papa Juan Pablo
II ha estado a la cabeza de la Iglesia Católica no sólo
ha tenido que preocuparse de la vorágine del mundo laico,
como los debates sobre la clonación, los derechos homosexuales
o el divorcio. También ha debido enfrentar desórdenes
al interior de su propia casa: el último gran cisma a causa
de los lefebvristas y las ideas revolucionarias de la teología
de la liberación.
Pero estos polos dentro de esta institución
no son cosa nueva, se remontan hacia la década del sesenta.
El Concilio Vaticano II marcó un quiebre y a la vez una renovación
de la iglesia antigua caracterizada por ideas planteadas hacía
más de 400 años. Fue un espacio de debate que permitió
la entrada de los aires nuevos que necesitaba para insertar más
al mundo laical y adoptar los cambios que traía la modernidad.
La discusiones comenzaron de manera cautelosa y
todavía cercanas al ala conservadora, pero con la intervención
del Papa Juan XXIII se dio un vuelco drástico hacia planteamientos
más liberales. Así se habló por primera vez,
en los dos mil años que tiene la iglesia, de libertad religiosa,
ecumenismo, diálogo y liturgias más cercanas al pueblo.
Fueron estos mismos puntos los que más causaron
molestia en el lado más tradicionalista, representado en
la figura de Monseñor Marcel Lefebvre, un obispo francés
que terminó dividiendo a la iglesia en los momentos en que
se buscaba mayor unión.
“Fue todo muy paradójico, porque todo
el mundo pensaba que el cisma iba a venir por el lado de la teología
de la liberación, pero a pesar de todo, se mantuvo firme,
e hizo un esfuerzo por no romper. Y sin embargo, la ruptura vino
por el lado más conservador”, así lo explica
a CTN el profesor de teología fundamental de la Pontificia
Universidad Católica (PUC), sacerdote Alex Vigueras Cherres.
Chapados a la antigua
En la avenida Chile-España se encuentra desde 1986
la iglesia de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Al entrar
la puerta rechina y quiebra el silencio que reina en el templo de
Cristo Rey. Los fieles arrodillados oyen atentos, quizá sin
entender, el susurro en latín del sacerdote que celebra la
misa. De espalda a la gente, se encuentra envestido por una casulla
bordada en dorado que a primera vista hace recordar una liturgia
de siglos anteriores.
Se trata de la sede central de los lefebvristas
en Chile, quienes además poseen capillas en Viña del
Mar y Temuco. Son un grupo reducido, pero aún así
presente en países de América y Europa principalmente,
los cuales mantienen con gran fuerza las tradiciones y preceptos
que fueron renovados con el Concilio Vaticano II.
Cuando en 1970 su fundador, Monseñor Marcel
Lefebvre, formó la Fraternidad San Pío X, sentó
las bases de un futuro cisma con la Iglesia Católica. Al
principio la curia romana aceptó las discrepancias de este
obispo disidente. Pero lo que detonó el quiebre fue el nombramiento
de cuatro obispos sin el permiso papal en junio de 1988, a lo que
Juan Pablo II castigó con la pena máxima: la excomunión.
Como consecuencia, la fraternidad quedó
fuera de la iglesia y por lo tanto sus ejercicios ministeriales
dejaron de ser reconocidos como legítimos. Sin embargo, ellos
sostienen firmemente que son la verdadera Iglesia Católica,
Apostólica y Romana.
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Monseñor Marcel Lefebvre.
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El superior de la Fraternidad San Pío X
en Chile, padre Joaquín Cortés lo confirma para CTN:
“No sólo nos sentimos, sino que realmente somos parte
de la Santa Iglesia Católica. Nunca fue la intención
de nuestro Fundador ni la nuestra formar una iglesia paralela. Somos
y seremos siempre católicos (...) actualmente somos el punto
de referencia para los católicos que quieren guardar la verdad
pura e íntegra, tal como la enseñó Cristo”.
Hoy, el obispo suizo Bernard Fellay es el superior
general de los lefebvristas y es a él a quien el Vaticano
ha dirigido los intentos de reintegración a través
de la comisión especial “Ecclesia Dei”. Para
la Pascua de 2001 se esperaba que esta reconciliación se
concretara, ya que lo único que la Santa Sede pedía
era la aceptación del Concilio Vaticano II, aunque difiriendo
en algunos puntos, y someterse a la autoridad del Papa como sucesor
del apóstol Pedro.
No obstante, las conversaciones quedaron en punto
muerto, porque las críticas de los lefebvristas no han cesado
con el tiempo. Los únicos que se han reincorporado plenamente
fueron los miembros de una sede de la fraternidad en Campos, Brasil,
en enero de 2002.
El profesor de Eclesiología de la PUC y
director del Seminario Pontificio, padre Rodrigo Polanco, plantea
una causa de esta división para CTN: “Yo creo que muchos
de ellos son gente muy rígida, entonces les cuesta aceptar
que la Iglesia católica es más abierta y que hay más
diversidad (...) Pienso que se van a mantener así durante
muchos años, siempre un grupo muy chico de gente, pero no
creo que tengan más fuerza.”
La veta revolucionaria
Muy distante a la postura lefebvrista es lo que plantean
los llamados teólogos de la liberación. Esta corriente,
nacida en América Latina y que reúne sacerdotes de
las más diversas congregaciones, tomó fuerza en el
mismo periodo de los debates conciliares. En un comienzo sus planteamientos
sobre un a iglesia más social y política se aferró
a las ideas marxistas del momento, lo que produjo reticencia desde
Roma.
Por esto muchos teólogos fueron amonestados,
como uno de sus mentores, el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez,
quien fue el primero que sistematizó la teología de
la liberación con su libro “Perspectivas” y por
lo cual se le prohibió hacer clases en universidades pontificias
católicas. Sin embargo no hubo ruptura ni excomunión.
Nacida dentro de la llamada “Acción
Católica Latinoamericana”, la cual fue impulsada en
los años 20 por el Papa Pío XI con el principal fin
de reorganizar a los laicos y masificar las ideas modernistas, fue
dirigiéndose hacia flancos más izquierdistas.
Si bien esta línea de pensamiento más
liberal salió de la radicalización de las doctrinas
y de la práctica del catolicismo social, hasta el punto de
plantear un cristianismo, se ha tenido que reformular con el tiempo
para ser así más aceptada. Incluso, actualmente, algunas
ideas han entrado de manera oficial en la Iglesia y en la teología
más fundamental.
“La fe cristiana es una fe tremendamente
política, no se puede negar. Si es una fe que habla de la
dignidad de las personas, de los pobres, que habla de la justicia,
necesariamente eso va a tener consecuencias políticas. Entonces
me parece que una iglesia no puede evadir esa responsabilidad”,
dijo para CTN el Padre Alex Vigueras.
En Chile durante la dictadura estos teólogos
más progresistas fueron perseguidos y vetados. Actualmente
el único teólogo de la liberación chileno,
que se reconoce como tal, es Ronaldo Muñoz, sacerdote de
la congregación de los Sagrados Corazones y mentor del movimiento
“Cristianos para el Socialismo”, quien reside actualmente
en Río Bueno, X región.
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El llamado "Padre de la Teología
de la Liberación", Gustavo Gutiérrez.
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“(La teología de la liberación)
es un intento que se ha venido dando para leer el evangelio y reflexionar
la fe desde las coyunturas sociales y políticas de los pueblos
(...) La realidad latinoamericana es distinta de la europea, por
lo cual no sirve importar la teología que se aplica allá.
La presencia aborigen en nuestro continente es muy fuerte y obviamente
eso influye en la comprensión que tiene el pueblo de la fe
cristiana”, afirma para CTN el padre Muñoz.
Tanto la praxis como la teoría de esta corriente,
reúne gran parte de los postulados que la iglesia de Lefebvre
rechaza, como la libertad religiosa, la adaptación a los
contextos histórico-culturales y la apertura al diálogo.
Tales discrepancias no son nuevas, sino que ya
a finales del siglo XIX el Papa San Pío X, modelo de los
lefebvristas, perseguía a sacerdotes modernistas que más
adelante serían la base de líneas revolucionarias
como la teología de la liberación.
Quizás estos debates dentro de la Iglesia
Católica sean más enriquecedores para su apertura
y sintonía con las transformaciones del mundo. O, tal vez,
una postura en bloque sea más eficaz para enfrentar estos
cambios que pueden poner en peligro la esencia más profunda
de la institución. Al final queda ver cuál de las
dos se encuentra más cercana a la idea de una iglesia universal.
CONCILIO VATICANO II Gran
encuentro de los pastores de la Iglesia Católica en
cuatro sesiones entre octubre de 1962 y finales de 1965. Comienza
con el pontificado de Juan XXIII y finaliza con el del Papa
Pablo VI. Este periodo sienta las bases de la iglesia actual:
misas realizadas en los idiomas de los pueblos y liturgias
cercanas a la gente; una mayor apertura a los medios de comunicación;
y se establece el dialogo con el mundo laico, el ecumenismo
y la libertad religiosa, entre otros puntos.
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Enlaces relacionados:
Fraternidad
San Pío X en Chile
Conferencia Episcopal
de Chile
Agencia Noticiosa
Católica
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