"El Gran
Pez"
No importa lo que se dice, sino
en la forma en que se dice
Pocas historias
nos recuerdan de manera tan clara cómo, a veces, es mejor
dejar llevarse por la imaginación.
Por
Cristián Martínez Cvitanic
Cuando niño, Edward Bloom aprendió
que un pez dorado podía permanecer pequeño si se le
colocaba en un recipiente reducido. Pero si esta misma criatura
era lanzada al mar, su tamaño se multiplicaría.
Diez años después, él usa la enseñanza
del pez para su propia vida y deja el pueblito de Ashton, Carolina
del Sur, para lanzarse al mundo y crecer en las aventuras que diversas
situaciones y personajes le proponen.
En la fantasía, Edward no sólo habla con brujas, poetas,
y cantantes siamesas de Korea. No sólo abraza gigantes o
vuela en los cañones de un circo. También conoce a
un amor y salta todas las peripecias posibles para conquistarlo.
El tiempo pasa y Bloom (Albert Finney) envejece. Esto no impide
que sus historias sigan sucediendo, pues ahora son sus narraciones
fabulosas las encargadas de mantener vivo el sueño. Más
que lo que cuenta, es la forma en que lo cuenta, el aliño
que seduce a todos menos a su hijo Will (Billy Crudup), que termina
por huir de la locura de su padre.
Sin embargo Edward se enfermará gravemente y su esposa Sandra
(Jessica Lange) hará que Will regrese. Éste, en un
último intento, tratará de enfrentar las mentiras
y hacer que su padre pueda distinguir entre lo real y lo ficticio.
El director de "El hombre manos de tijera" y "El
jinete sin cabeza", Tim Burton, nos trae al cine este conmovedor
relato que nos enseña de manera tan plástica y simple
lo que la mente es capaz de hacer cuando se ve más allá
de lo normal.
El pasado y el presente de un hombre se entrelazan y confunden al
espectador, eliminando cualquier muro entre los hechos y los imaginarios,
todo bajo la línea metafórica de un "gran pez".
"The Big Fish". Director: Tim Burton. Drama,
125 minutos, 2003.
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