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CULTURA

La supervivencia de los cantores populares
Cantando bajo la ingratitud y el olvido

No están en televisión ni tampoco en la radio. Pueblan la penumbra de la fama y, sin embargo, los artistas populares reciben todo el respeto y el cariño que necesitan de su gente en todas las picás donde tocan.

Cantan lo que les pidan y de mesa en mesa se ganan el sueldo del día, a veces insignificante, a veces boyante. Pero a pesar de las inseguridades económicas no están dispuestos a renunciar, porque aman este oficio y son devotos de él.

Por Elisa María Barrientos y Andrea Sánchez Riadi


El dinero es insuficiente, pero las ganas de cantar y de enaltecer la música popular son infinitas. Entre empanadas, perniles, chichas y terremotos estos cantores aprovechan de interpretar sus melodías en busca de una moneda que sirva para sustentar la casa o satisfacer sus vicios.

Aunque normalmente hacen sonar sus guitarras en bares o en restoranes de comida y bebidas típicas chilenas, las propinas que recaudan en esos lugares representan una minúscula parte de sus ingresos. Más bien son los shows y las fiestas particulares los que dejan más recursos, porque allí pueden ganar hasta el triple de lo que recolectan cuando trabajan de mesa en mesa.

CNT conversó con Egidio Altamirano, cantor popular de Las Tejas, restorán ubicado en San Diego número 235. A partir de su experiencia, él cree que la clave para ganar dinero siendo cantor está en estudiar y perfeccionarse cada día: " La mayoría de mis colegas dejaron esto, porque esto para ellos no tiene porvenir ni es rentable. Es rentable para los que estudian no más, y tienen donde trabajar. Yo tengo donde trabajar todo el año, y para mí es rentable porque estudio".

Sin embargo, Altamirano añora tiempos mejores, la época cuando la música popular era muy apetecida y exitosa en nuestro país. El trabajo no le faltaba y la fama que alcanzó en esos años lo llevó a trabajar con artistas de renombre a nivel nacional e internacional, como los Hermanos Campos, Tumbaito, Violeta Parra, los mexicanos Pedro Vargas y Cantinflas, Los Chalchaleros de Argenitina, entre otros.

La bohemia santiaguina de los años 60 hacía furor en la capital. La jornada de trabajo en los bares se extendía desde las doce de la noche hasta las cinco de la madrugada. Y en ese lapso, decenas de cantinas abrían sus puertas para recibir a todo aquel que gustara de la música que llora a los amores perdidos, confiesa soledades amargas, y le canta a la madre patria.


Acordes que no se escuchan

A pesar de que la música popular todavía gusta mucho en amplios sectores de nuestra sociedad, ésta no se difunde tanto como los artistas quisieran. Ellos acusan que los medios de comunicación no les dan cabida, no porque no tengan el talento necesario, sino porque no tienen pitutos. Y así los cantores sienten que los van dejando de lado.

Para Gastón Álvarez, guitarrista que CNT encontró en La Piojera, ubicada a un costado del Mercado Central, en Aillavilú 1030, en Chile no existe una cultura musical. Álvarez afirmó que "Chile nunca le ha dado preferencias a los artistas chilenos. Traen a un cantante que canta mal, se llevan los dólares y nosotros aquí estamos. Es la gente que no sabe. Yo le toco un tema clásico a usted en la guitarra y van a ser dos aplausos, pero si sale o viene un tonto que viene disfrazado de toni se da una vuelta carnero y ese es el que gana plata".

Altamirano, cantor y acordeonista opina lo mismo. "Se arreglan los que tienen más contacto y cuña, porque resulta que hay artistas muy buenos y los dejan de lado, porque se acomodan otros. (…) Aquí en Chile vale más el contacto que la capacidad musical, porque así han quedado de lado montones de artistas que estamos en las parrilladas y que podrían estar en un programa de televisión. Y sin embargo, no nos toman en cuenta y siendo tan capaces como los que están allá, porque es como una mafia que siempre están los mismos", indicó.

De cierta manera, en la fría vorágine televisiva no hay espacio para los cantores populares que representan más bien la tradición, épocas distantes o quizás el espíritu de las provincias, donde se siente lo cercano, lo íntimo y familiar. Pero al menos hay una luz al final del camino, porque existen algunos esfuerzos -aunque aislados- de sellos y disqueras que intentan promocionarlos.

La Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD) situada en Condell 346, por ejemplo, se encarga de hacer un trabajo de difusión a través de su página web y de las salas Vespucio y Belllavista que también desarrollan un trabajo de prensa. Por otra parte, está el Sello Azul que organiza concursos cada cierto tiempo para apoyar a algunos grupos o solistas. También, los autores tienen la posibilidad de inscribir sus canciones como socios de la SCD, con un costo administrativo mínimo para ellos.

El sello Alerce ubicado en George Washington 380, también ofrece oportunidades a los artistas chilenos que intenten producir discos. Pero el mercado no alcanza para todos. Por ese motivo, la gran mayoría de estos músicos viaja a Argentina, donde aprecian más a los cantores del pueblo.

Feria del Disco, por ejemplo, exhibe varias de estas producciones en sus estanterías, vendiéndolas prácticamente sin publicidad alguna. Muchos tienen numerosos discos que sacaron con sellos o de manera independiente. Pero muy pocos pueden decir que alcanzaron discos de oro por ventas de 50.000 discos. Y para colmo, a esos pocos que sí lo lograron, los medios tampoco les reconocen esos logros invitándolos a sus espectáculos o difundiendo su música.

Dentro de la música popular lo más reconocido y que ha dado buenos resultados es el ritmo y los lamentos de las rancheras. Diversos dúos musicales recorren diariamente el Mercado Central en busca de las propinas del día.

Los Reales de Plata son uno de esos dúos rancheros que causan sensación y que gozan de una fama poco habitual. Ellos son Israel Henríquez y Noel Montecinos, llevan 28 años tocando juntos este tipo de música. Hoy es posible encontrarlos en el Mercado Central y en diversos estadios o shows a lo largo del país e incluso en el extranjero, donde, aseguran, tienen éxito asegurado.

A su juicio, la ranchera es lo que más vende en Chile, pero no aparecen en televisión, porque los canales muestran a sus propios productos y no dejan entrar a alguien externo. Así lo señalaron a CTN: "La televisión chilena no reconoce al artista popular. La cantidad de discos que hemos vendido nosotros y la cantidad que han vendido más artistas rancheros como los Hermanos Bustos son millones y ¿Por qué no nos llevan a la televisión? Porque son cosas que arman ellos. Todo lo que han armado en televisión son productos de la televisión".

Todos esperan que llegue el momento en que por fin los chilenos pidamos música popular hecha en casa. Mientras tanto, los cantores populares se contentan con una moneda y más aún si esa moneda trae consigo un aplauso, el respeto y cariño de su gente.

Enlaces relacionados:

SCD
Sello Azul
Sello Alerce
http://www.ciudad.cl/turismo/turismo-guia04.php


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