Para inaugurar el milenio, editorial Mondadori de Barcelona
contrató escritores que se diseminaron por las capitales
del mundo. A vuelta de correo nació la colección
Año 0 a la que Bolaño, el viajero chileno, aportó
su Novelita Lumpen.
Una metáfora simple y profunda sobre el poder, su ejercicio
y el vacío de sentido en el que se sustenta.
En formato pequeño, con apenas 122 aireadas páginas
y un lenguaje muy sencillo, casi precario, Bianca, la protagonista
narra en primera persona su vida y la de su hermano tras la muerte
de sus padres en un accidente. Abandonados a su suerte y con la
perspectiva de una vida en trabajos de cuarta, Bianca vive la
degradación conciente, envuelta en la lógica del
crimen, la transgresión como método de sobrevivencia.
Saturados de televisión y películas porno, acogen
a dos físico culturistas que parecen gemelos. Instalados
en la habitación de los padres muertos tomaran amablemente
el timón de la vida de los hermanos, ejerciendo el poder.
Incluso inician sexualmente a Bianca que se entrega sin pasión,
sin argumento.
El Boloñés y el Libio, traslucen a su vez la misma
precariedad de recursos intelectuales, emocionales, sociales y
por supuesto materiales, no tienen donde más ir. Su plan
es que Bianca se prostituya con un viejo héroe del cine,
también culturista, que, ciego y obeso, vivía enclaustrado
en su casona. En sus visitas ella debía encontrar una caja
fuerte y robar el tesoro que ahí hubiera.
El delirante plan se desbarató solo, en Bianca nació
cariño por el ciego Macistes y con ello la sociedad criminal
se diluyó y el poder de los gemelos, consentido por los
hermanos, se desarmó sin el desgarro previsible en una
crisis.
Otro mérito de este folletín, más allá
de la metáfora es la interpretación desapasionada
y realista que Bolaño hace de la generación de jóvenes
italianos de los 90’ y por extensión de la juventud
europea. Nos habla de una población absorbida por la televisión,
indiferente y desamparada, sobre todo triste y vacía. Llana
a la dominación.
Una novelita por encargo, de registro, un plumazo más
de Bolaño, travestido esta ocasión en una muchacha
romana de mente simple, vacía de sentido y tan corriente,
tan común pero que sin embargo se mueve, respira y avanza
solo y únicamente porque tiene ganas de contemplar el amanecer
nuevamente.