Que
el banco de Chile con el A. Edwards, que Nestlé con Soprole,
que Falabella y Home Depot. Todos nosotros, aunque sea superficialmente,
hemos escuchado alguna vez hablar de las fusiones. Y probablemente
ninguno ha notado los matices de diferencia entre una unión
y otra. Para entender el temas debemos comenzar aclarando la existencia
de tres niveles de asociación entre empresas.
La primera es
la fusión propiamente tal, es decir, cuando dos empresas
de poderío semejante deciden unir esfuerzos y capitales con
el objeto de controlar una mayor parte del mercado. Generalmente
sucede cuando un accionista importante de una de las empresas, adquiere
un control similar en la otra. Sucedió con el grupo Luksic
en la fusión Banco de Chile- Edwards. Otro ejemplo es la
megafusión internacional Time Warner Aol (un caso emblemático,
al que dedicamos un espacio aparte) que la convirtió en el
más importante conglomerado de comunicaciones del mundo.
El segundo nivel
de asociación sucede cuando existe una alianza estratégica;
ello se refiere a cuando dos empresas deciden compartir algunos
medios y canales, no así sus capitales, como la distribución,
infraestructura, etc. Algunos lo llaman una fusión "disfrazada".
Sucede ahora mismo con la unión de Nestlé (de capitales
suizos) y Soprole (de capitales neozelandeses), que han decidido
aliarse a partir del 1 de enero de 2002, con lo que pasarán
a controlar un 70% del mercado de los productos lácteos,
lo que es bastante si lo comparamos con Loncoleche que se quedará
con un 10%, y Parmalat con un 6%.
Y la última
opción para una fusión empresarial ocurre en caso
de adquisiones o compras, en la que una empresa absorbe y pasa a
controlar a la otra. Reciente es el ejemplo de Falabella que acaba
de adquirir Home Depot y pasa, de esta forma, desde una alianza
estratégica a una adquisición.
El fenómeno
de la fusión no implica necesariamente que el más
grande se coma al más chico. También se juntan medianos
o uno chico con un grande. Pero las operaciones más llamativas
son las entre peces gordos que originan megaconglomerados.
Imperialismo
Neo-empresarial
A mediados de
los '90, Steve Case aficionado a los sandwiches de pavo y las papas
fritas, hizo lo que entonces parecía una predicción
casi ridícula. Dijo que su compañía, America
Online (AOL), sería para el 2005 una potencia tan grande
en internet como Microsoft en software. Todos rieron, personajes
con gigantescos recursos corporativos como Gerald Levin, director
general de Time Warner o John Malone, entonces líder del
operador de cable TCI, había tratado de incursionar en ese
juego interactivo logrando un fracaso rotundo.
Case no era
nadie. Lo mejor que podía hacer -se pensaba- era vender antes
de ser aplastado; pero ahora, único que ríe es él.
En enero del año pasado, logró un acuerdo de US$ 135
mil millones, con el cual sumaba a sus pertenencias la Time Warner.
Hoy a sus 42
años, y cuatro años antes de lo previsto, es el rey
indiscutido de la web, y aún así, con jeans y camisas
hawaianas, sigue enamorado de la comida chatarra de la cafetería
de su empresa.
El nacimiento
de AOL-Time Warner, fue considerado un espacio común entre
el pasado y el futuro, una unión entre una de las compañías
más exitosas que ha emergido de Internet y una de las empresas
de medios más venerables a nivel mundial. Para la mayoría,
la más grande fusión corporativa de la historia.
Esta agrupación
líder en el escenario internacional, genera ingresos por
más de US$ 40 mil millones y tiene un valor de mercado próximo
a los US$ 300 mil millones, cifras que la convierten en la cuarta
más valiosa del país del norte, después de
Microsoft, General Electric (GE) y Cisco Systems.
Pero además
del gran negocio que significa esta unión, hay que considerar
que se ha transformado en un gigante, cuyo control en estos momentos
es dotado de una cantidad impresionante de contenidos, en lo que
se refiere a programas de TV, libros, música, películas,
artículos noticiosos, sumándole algunas de las vías
que llevan dichos contenidos a los hogares tanto de Estados Unidos
como del mundo entero.
Si bien en un
principio se pensó que el acuerdo no era tan favorable (mezclar
una compañía de viejos medios llena de deudas, con
la empresa líder del punto com) hoy para los ojos de los
involucrados y la masa de mercado expectante, el monstruo comunicacional
causa temor y reafirma la realidad que se viene dando entorno a
las grandes multinacionales, donde la asociación redefine
los negocios e intereses.
AOL-Time Warner,
exhibe con descaro posiciones de peso en todas las áreas
de contenidos y en los canales de distribución a millones
de consumidores. Lo que es considerado un peligro para todo el que
todavía crea en el pluralismo de la información.
La desenfrenada
manía de fusiones, hace pensar en una nueva lógica
de estrategia de mercado, en el que prima el más adaptable,
y sin duda, el que es capaz de ganar mayor influencia dentro de
una lucha por los espacios siempre limitados dentro de un sistema
neoliberal.
AOL, es el que
lleva la delantera con esta no tan reciente modalidad de alianzas,
logrando innumerables acuerdos importantes. Algunos de los que encabezan
las listas son Blockbuster, Wal-Mart, General Motors, Hughes Electronic,
Gateway, 3Com y Motorola, todos lo cuales requieren de atención
administrativa.
Esta nueva modalidad
de conglomerados que controla dentro de si negocios tan diversos,
exige un diferente modelo de acción a la hora de coordinar
los acuerdos. Una especie de ensalada en la que hay que repartir
bien los ingredientes para que aflore un sabor agradable para todos
los gustos.
En este nuevo
orden económico, las empresas necesitan posicionarse de nuevos
escenarios y eso es lo que están haciendo las modernas AOL
y Yahoo!, al irónicamente hallarlos en las industrias tradicionales.
Aún así,
el microscopio antimonopólico, por lo menos el de EEUU, vigila
muy de cerca todos los acuerdos sospechosos en materia comercial,
no por nada Microsoft lleva una larga lucha contra la Fiscalía
yankee, la que exigió en algún minuto la división
de la empresa, debido a su cerrado predominio maléfico en
el mercado internacional.
Sin embargo,
independientemente de lo que se pudiera deducir, la estrategia de
America Online, centrada en el contenido, permite a empresas como
la anterior vivir tranquilas enfocando sus funciones hacia el avance
en tecnología.
Lo que igual
trasluce, que las relaciones pacíficas entre las transnacionales,
se basan en el solo hecho de que las repartijas sean favorables
para todo el que participe en el juego imperialista del mercado
globalizado.
Según
lo anterior, no es difícil observar una ola de alianzas y
fusiones en favor de un mayor predominio en éstos. Así,
la estadounidense Motorola Inc. entró en conversaciones con
la alemana Siemens AG., para crear una empresa conjunta en el negocio
de infraestructura inalámbrica y a su vez, afianzar sus receptores
de telefonía celular. Contrato que traería una revaluación
total de entre US$ 20 mil y US$ 25 mil millones.
El hecho de
que la economía global se encuentre desacelerada y que producto
de eso en la bolsa de Nueva York (reabierta luego de los atentados
del 11 de septiembre) siga predominando la baja, hacen que la mayoría
de las multinacionales respondan reestructurando sus planes estratégicos.
Así lo han hecho, por decir algunas, Sony Corp. con Telefon
ABL.M. y Philips Eletronic NV.
Aún así,
los actores internacionales en materia comercial, vienen desde hace
tiempo planteándose innovadores modos de operación
en conglomerados, más agresivos y expansionistas, que les
aseguren un respaldo y permanencia en el tiempo y el espacio global.
¿Y
en Chile?
En los últimos
años Chile ha liderado en los ránkings de fusiones
del mundo. Según datos de la Cámara de Comercio de
Santiago, en 1998 ocupó el tercer lugar (con operaciones
por 3 mil 600 millones de dólares). Al año siguiente
alcanzó el primer puesto con transacciones por 11 mil millones
de dólares, que el 2000 bajaron a 8 mil 600 millones de dólares.
Esta tendencia
a la concentración de los mercados en tres o cuatro actores
relevantes tiene enormes consecuencias para la economía.
Pero para los
grandes, el hecho de dominar el mercado también puede volverse
en su contra. Es lo que le ocurrió a la CTC Telefónica
cuando la autoridad antimonopolios le rechazó en julio su
petición de liberar las tarifas, argumentando la insuficiente
competencia en el mercado de las telecomunicaciones.
Sin duda que
las fusiones representan un desafío también para las
autoridades reguladoras, que en el caso de los bancos, decidieron
ponerse el parche antes de la herida. La inquietud que generó
la compra del Banco de Santiago por parte del Santander, en 1999,
dio origen a una norma contenida en la Ley de Opas que prohíbe
a las entidades fusionadas tener una cuota de mercado superior al
20%. Así, la operación entre el Banco de Chile y el
A. Edwards creará el mayor banco del país, pero con
una participación de apenas el 19%.
Las fusiones
impactan asimismo en el empleo, porque la reducción de costos
que las motiva pasa por despedir las personas que desempeñan
la misma función en ambas firmas.
Sin embargo,
ello exige que los empleados estén capacitados para desempeñar
labores distintas en otras empresas y sean capaces de adaptarse
al cambio. Las compañías, en este sentido, suelen
mantener a los empleados más valiosos (o más caros)
y deshacerse de aquellos en los que menos han invertido.
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