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Fusiones, alianzas y adquisiciones:

Más vale acompañado

La unión hace la fuerza, dicen por ahí y, al parecer, en Chile los empresarios se han tomado la frase bien a pecho. Como en pocas cosas, nuestro país es uno de los líderes mundiales en el tema de las fusiones. Ahora, ¿de qué hablamos cuando hablamos de fusiones?

por Fabiola Samhan y Rodrigo Toledo

Que el banco de Chile con el A. Edwards, que Nestlé con Soprole, que Falabella y Home Depot. Todos nosotros, aunque sea superficialmente, hemos escuchado alguna vez hablar de las fusiones. Y probablemente ninguno ha notado los matices de diferencia entre una unión y otra. Para entender el temas debemos comenzar aclarando la existencia de tres niveles de asociación entre empresas.

La primera es la fusión propiamente tal, es decir, cuando dos empresas de poderío semejante deciden unir esfuerzos y capitales con el objeto de controlar una mayor parte del mercado. Generalmente sucede cuando un accionista importante de una de las empresas, adquiere un control similar en la otra. Sucedió con el grupo Luksic en la fusión Banco de Chile- Edwards. Otro ejemplo es la megafusión internacional Time Warner Aol (un caso emblemático, al que dedicamos un espacio aparte) que la convirtió en el más importante conglomerado de comunicaciones del mundo.

El segundo nivel de asociación sucede cuando existe una alianza estratégica; ello se refiere a cuando dos empresas deciden compartir algunos medios y canales, no así sus capitales, como la distribución, infraestructura, etc. Algunos lo llaman una fusión "disfrazada". Sucede ahora mismo con la unión de Nestlé (de capitales suizos) y Soprole (de capitales neozelandeses), que han decidido aliarse a partir del 1 de enero de 2002, con lo que pasarán a controlar un 70% del mercado de los productos lácteos, lo que es bastante si lo comparamos con Loncoleche que se quedará con un 10%, y Parmalat con un 6%.

Y la última opción para una fusión empresarial ocurre en caso de adquisiones o compras, en la que una empresa absorbe y pasa a controlar a la otra. Reciente es el ejemplo de Falabella que acaba de adquirir Home Depot y pasa, de esta forma, desde una alianza estratégica a una adquisición.

El fenómeno de la fusión no implica necesariamente que el más grande se coma al más chico. También se juntan medianos o uno chico con un grande. Pero las operaciones más llamativas son las entre peces gordos que originan megaconglomerados.

Imperialismo Neo-empresarial

A mediados de los '90, Steve Case aficionado a los sandwiches de pavo y las papas fritas, hizo lo que entonces parecía una predicción casi ridícula. Dijo que su compañía, America Online (AOL), sería para el 2005 una potencia tan grande en internet como Microsoft en software. Todos rieron, personajes con gigantescos recursos corporativos como Gerald Levin, director general de Time Warner o John Malone, entonces líder del operador de cable TCI, había tratado de incursionar en ese juego interactivo logrando un fracaso rotundo.

Case no era nadie. Lo mejor que podía hacer -se pensaba- era vender antes de ser aplastado; pero ahora, único que ríe es él. En enero del año pasado, logró un acuerdo de US$ 135 mil millones, con el cual sumaba a sus pertenencias la Time Warner.

Hoy a sus 42 años, y cuatro años antes de lo previsto, es el rey indiscutido de la web, y aún así, con jeans y camisas hawaianas, sigue enamorado de la comida chatarra de la cafetería de su empresa.

El nacimiento de AOL-Time Warner, fue considerado un espacio común entre el pasado y el futuro, una unión entre una de las compañías más exitosas que ha emergido de Internet y una de las empresas de medios más venerables a nivel mundial. Para la mayoría, la más grande fusión corporativa de la historia.

Esta agrupación líder en el escenario internacional, genera ingresos por más de US$ 40 mil millones y tiene un valor de mercado próximo a los US$ 300 mil millones, cifras que la convierten en la cuarta más valiosa del país del norte, después de Microsoft, General Electric (GE) y Cisco Systems.

Pero además del gran negocio que significa esta unión, hay que considerar que se ha transformado en un gigante, cuyo control en estos momentos es dotado de una cantidad impresionante de contenidos, en lo que se refiere a programas de TV, libros, música, películas, artículos noticiosos, sumándole algunas de las vías que llevan dichos contenidos a los hogares tanto de Estados Unidos como del mundo entero.

Si bien en un principio se pensó que el acuerdo no era tan favorable (mezclar una compañía de viejos medios llena de deudas, con la empresa líder del punto com) hoy para los ojos de los involucrados y la masa de mercado expectante, el monstruo comunicacional causa temor y reafirma la realidad que se viene dando entorno a las grandes multinacionales, donde la asociación redefine los negocios e intereses.

AOL-Time Warner, exhibe con descaro posiciones de peso en todas las áreas de contenidos y en los canales de distribución a millones de consumidores. Lo que es considerado un peligro para todo el que todavía crea en el pluralismo de la información.

La desenfrenada manía de fusiones, hace pensar en una nueva lógica de estrategia de mercado, en el que prima el más adaptable, y sin duda, el que es capaz de ganar mayor influencia dentro de una lucha por los espacios siempre limitados dentro de un sistema neoliberal.

AOL, es el que lleva la delantera con esta no tan reciente modalidad de alianzas, logrando innumerables acuerdos importantes. Algunos de los que encabezan las listas son Blockbuster, Wal-Mart, General Motors, Hughes Electronic, Gateway, 3Com y Motorola, todos lo cuales requieren de atención administrativa.

Esta nueva modalidad de conglomerados que controla dentro de si negocios tan diversos, exige un diferente modelo de acción a la hora de coordinar los acuerdos. Una especie de ensalada en la que hay que repartir bien los ingredientes para que aflore un sabor agradable para todos los gustos.

En este nuevo orden económico, las empresas necesitan posicionarse de nuevos escenarios y eso es lo que están haciendo las modernas AOL y Yahoo!, al irónicamente hallarlos en las industrias tradicionales.

Aún así, el microscopio antimonopólico, por lo menos el de EEUU, vigila muy de cerca todos los acuerdos sospechosos en materia comercial, no por nada Microsoft lleva una larga lucha contra la Fiscalía yankee, la que exigió en algún minuto la división de la empresa, debido a su cerrado predominio maléfico en el mercado internacional.

Sin embargo, independientemente de lo que se pudiera deducir, la estrategia de America Online, centrada en el contenido, permite a empresas como la anterior vivir tranquilas enfocando sus funciones hacia el avance en tecnología.

Lo que igual trasluce, que las relaciones pacíficas entre las transnacionales, se basan en el solo hecho de que las repartijas sean favorables para todo el que participe en el juego imperialista del mercado globalizado.

Según lo anterior, no es difícil observar una ola de alianzas y fusiones en favor de un mayor predominio en éstos. Así, la estadounidense Motorola Inc. entró en conversaciones con la alemana Siemens AG., para crear una empresa conjunta en el negocio de infraestructura inalámbrica y a su vez, afianzar sus receptores de telefonía celular. Contrato que traería una revaluación total de entre US$ 20 mil y US$ 25 mil millones.

El hecho de que la economía global se encuentre desacelerada y que producto de eso en la bolsa de Nueva York (reabierta luego de los atentados del 11 de septiembre) siga predominando la baja, hacen que la mayoría de las multinacionales respondan reestructurando sus planes estratégicos. Así lo han hecho, por decir algunas, Sony Corp. con Telefon ABL.M. y Philips Eletronic NV.

Aún así, los actores internacionales en materia comercial, vienen desde hace tiempo planteándose innovadores modos de operación en conglomerados, más agresivos y expansionistas, que les aseguren un respaldo y permanencia en el tiempo y el espacio global.

¿Y en Chile?

En los últimos años Chile ha liderado en los ránkings de fusiones del mundo. Según datos de la Cámara de Comercio de Santiago, en 1998 ocupó el tercer lugar (con operaciones por 3 mil 600 millones de dólares). Al año siguiente alcanzó el primer puesto con transacciones por 11 mil millones de dólares, que el 2000 bajaron a 8 mil 600 millones de dólares.

Esta tendencia a la concentración de los mercados en tres o cuatro actores relevantes tiene enormes consecuencias para la economía.

Pero para los grandes, el hecho de dominar el mercado también puede volverse en su contra. Es lo que le ocurrió a la CTC Telefónica cuando la autoridad antimonopolios le rechazó en julio su petición de liberar las tarifas, argumentando la insuficiente competencia en el mercado de las telecomunicaciones.

Sin duda que las fusiones representan un desafío también para las autoridades reguladoras, que en el caso de los bancos, decidieron ponerse el parche antes de la herida. La inquietud que generó la compra del Banco de Santiago por parte del Santander, en 1999, dio origen a una norma contenida en la Ley de Opas que prohíbe a las entidades fusionadas tener una cuota de mercado superior al 20%. Así, la operación entre el Banco de Chile y el A. Edwards creará el mayor banco del país, pero con una participación de apenas el 19%.

Las fusiones impactan asimismo en el empleo, porque la reducción de costos que las motiva pasa por despedir las personas que desempeñan la misma función en ambas firmas.

Sin embargo, ello exige que los empleados estén capacitados para desempeñar labores distintas en otras empresas y sean capaces de adaptarse al cambio. Las compañías, en este sentido, suelen mantener a los empleados más valiosos (o más caros) y deshacerse de aquellos en los que menos han invertido.