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Preuniversitarios:
El legado de la PAA

Sin importar que estos sean los último años de la Prueba de Aptitud Académica como instrumento para el ingreso a la universidad, los preuniversitarios están listos para preparar a los futuros postulantes a rendir el SIES sin importar los cambios que se deban hacer. Y es que entre medio hay un gran negocio en expansión que de a poco se ha convertido en necesidad.

por Maximiliano Valdés y Francisco Maulme
Desde 1966 y hasta este año, el sistema de ingreso a las universidades  se ha  mediado con la Prueba de Aptitud Académica (PAA), ese prolongado test que ha acechado como nube oscura a cada estudiante de enseñanza media y  que ha decidido, según el puntaje logrado, la carrera y establecimiento en que  se cursará la educación superior. Así, la  PAA ha aparecido hasta hoy en día  como la marca que define el futuro de los alumnos. Es la primera prueba decisiva de sus vidas y  el paso más importante para el resto de sus días,  en el que un buen puntaje es síntoma de probable éxito (por dudosas que sean dichas afirmaciones) y uno malo... no hay muchos comentarios al respecto, pero se recibe con frases de lástima, promesas de nuevas oportunidades y caras de funeral.

Para evitar la segunda situación se hace énfasis en preparar el examen lo mejor posible,  y es ahí donde entran en juego los preuniversitarios, unas prácticas instituciones de enseñanza cuyo fin es que sus alumnos obtengan los mayores rendimientos posibles en la PAA para así lograr sus metas y pasar la prueba, como arengaba el profesor Banderas en la publicidad del preuniversitario CEPECH.

Aparecidos hace 25 años, se han constituido en un escalón  ineludible para los aspirantes a la universidad. Y pese a lo cursi de las propagandas, la utilidad de los preus ha dado frutos concretos que cada año llevan a sus aulas a miles de estudiantes de tercero y  cuarto medio junto a los que buscan una revancha de segunda y tercera oportunidad. Tan formidable  es el sistema que ha sido copiado por varios colegios, que ofrecen dicha preparación para los pupilos (los días sábado y fuera del horario de clases regulares)  y que incluso han montado sus propias sedes dedicadas al preuniversitario abierto al público en general, como es el caso del Instituto Nacional.

Sin embargo, el crecimiento explosivo del hábito preuniversitario se debe, más que a un afán altruista de ayuda para entrar a la universidad, al buen negocio que ha resultado ser. Con cursos de 40 alumnos en promedio por cada módulo de preparación para cada prueba, dependiendo del lugar donde se haga, el valor de un año de preuniversitario va desde los 80 mil pesos  por un solo ramo, hasta los 600 mil pesos por la preparación de la PAA (Verbal, Matemáticas e Historia de Chile) junto a dos pruebas específicas a elección, sin contar las matrículas. Sacando cuentas, con un solo curso se da un ingreso de 3,2  millones de pesos  y con cursos de alumnos que hayan tomado los cinco módulos se puede llegar hasta los 24 millones de pesos.

Este es el último año de la PAA como tal. A partir del próximo se establecerá el SIES (Sistema de Ingreso a la Educación Superior), un test que pretende medir realmente aptitudes, con mayor subjetividad  y cabida a lo creativo, más ajustado a los programas resultantes de la reforma educacional. Pero para los preuniversitarios es un nuevo desafío y ya tienen preparado el plan para el próximo año.

Siguiendo las líneas de los años anteriores en los precios, el Preuniversitario Pedro de Valdivia, uno de los que más ha crecido con cuatro sedes en Santiago, más las de Concepción, La Serena y Antofagasta y con proyecciones a seguir expandiéndose tanto en la capital como en regiones. Tiene una matricula de 28 mil pesos, y los valores para  cuatro cursos son de 402 mil pesos anuales. Con cerca de 500 alumnos por sede y excelentes resultados, se toman con tranquilidad el futuro.

 La plana de profesores no presentará mayores cambios y desde mediados de este año se están organizando los informes que guiarán a los docentes frente a lo que será el SIES.

Por su parte, el preunivesitario CEPECH ofrece los cuatro cursos a $302.750 y cinco a $353.200. La matrícula es de 11 mil pesos sin ningún beneficio y de 22 mil pesos con un CD-rom de apoyo. Aquí tampoco se prevén grandes variaciones respecto a lo que se ha hecho tradicionalmente. Según Miguel Pozo, profesor de Historia, “el cambio es en la prueba, nuestros métodos no quedarán obsoletos porque todos somos profesores. Puede ser un cambio de forma y fondo en la aplicación y la medición de las aptitudes, pero las técnicas de enseñanza y la necesidad de los preuniversitarios no van a disminuir por ello”.

Entre las estrategias usadas por CEPECH para captar alumnos está el hacer que los ya matriculados convenzan a sus amigos para entrar, con premios que van desde una agenda electrónica hasta una televisión.

El Preuniversitario Nacional, “con menos publicidad pero buenos resultados” en palabras de la secretaria encargada de las inscripciones, cobra una matrícula de $23.000 y los cuatro cursos cuestan 390 mil pesos por pago al contado y 436.800 si se paga en cuotas. Aunque no se profundizó en las reformas de cara al SIES, la funcionaria aseguró que “nuestra calidad no decaerá ya que hace tiempo estamos haciendo los ajustes necesarios para que no haya problemas”. Panoramas similares (aunque menos onerosos) se dan en los preuniversitarios Antares, Feusach y Preutech, donde aseguran que el cambio de la PAA al SIES no significará una baja en su labor, porque están trabajando con mucho tiempo de anticipación para adaptarse a lo que será la nueva prueba.

Así, los preuniversitarios se mantienen firmes como un establecimiento de tránsito entre el colegio y la universidad, sin importar el sistema que se ocupe para el ingreso a la educación superior. Herencia de la PAA, están para quedarse en el universo educativo chileno, como la herramienta más eficaz a corto plazo para asegurar la entrada a la universidad.